Autodidactas, críticos, maestros, niños…. Así son los miembros de la compañía de Teatro Arbolé. Veinticinco años han pasado desde que esta compañía de teatro aragonesa puso por primera vez sus títeres encima del escenario para deleitar a todos los niños zaragozanos. Este teatro de marionetas es todo un referente en Aragón y probablemente uno de los más importantes de toda España. Sus más de 30 años de experiencia como compañía teatral así lo avalan.

El Teatro Arbolé no es solo un teatro de marionetas, es “una compañía, una sala de exhibición y una editorial”. Esta es la definición que utiliza Esteban Villarrocha, Gerente del Teatro Arbolé. Arbolé fue fundada por Iñaqui Juárez en el año 1979, con un objetivo claro, “cambiar la escuela para cambiar el mundo”. Fue en ese proceso cuando descubrieron los títeres y el mundo del teatro. “Aquello que comenzó como una herramienta, se convirtió en nuestro oficio. Hicimos de nuestro oficio nuestra profesión y nuestra forma de vida”, explica Villarrocha.

En esta primera época, se les conocía con el nombre de La Oca, pero no fue hasta 1985 cuando nació el Teatro Arbolé. En 1990 se inaugura oficialmente La Sala, que fue el primer local en el que se instaló la compañía, ubicado en el barrio del Actur y que se convirtió en la primera sala de teatro independiente de gestión privada en Zaragoza. La evolución de este proceso culmina en el 2008, con el traslado a la nueva sede en el parque del agua y la fundación de una escuela para niños.

Como el propio Esteban Villarrocha reconoce, Arbolé siempre ha estado muy ligado a un sentimiento político, a ser independientes de la administración. “Nuestro viaje también implica una ideología y una manera de hacer, que está muy cercana a lo ácrata, a ese sentimiento anarquista que este país tuvo”. Sin embargo, su compromiso con el público y su espíritu crítico no les han impedido colaborar con el Gobierno que estuviera en el Ayuntamiento. “De alguna manera Arbolé siempre ha estado en la margen izquierda de la ciudad. Lo cual no nos ha quitado de colaborar con Gobiernos de derechas. Hemos visto todos los espectros políticos”.

Su principal éxito radica en que la compañía zaragozana siempre ha tratado de divertir, encantar, fascinar y hacer que el teatro sea algo fabuloso para el público adulto e infantil. Logrando con su trabajo contar con la confianza del público. Cada vez que los títeres salen a escena, dos generaciones se reúnen en el Teatro Arbolé para disfrutar de la magia de sus representaciones. “Han ido pasando gentes, han ido pasando familias… Los primeros niños que nos vieron ahora tienen hijos, confían en nosotros y nos los traen”.

Sin ninguna duda, su triunfo también se debe a sus títeres, sus cuentos y por supuesto, el titiritero, la persona que encarna y da vida a la marioneta. “Detrás de un muñeco hay un actor. Al principio pensábamos que no, pero si debajo de un títere no hay un actor difícilmente el objeto cobra vida”. En 1983 ve la luz el personaje más famoso, más querido y con más solera de los títeres de Arbolé: Pelegrín.

Esta marioneta ha sido y sigue siendo el personaje principal de muchas de sus obras de teatro, inspiradas en el género popular del títere de cachiporra. “Hay una parte de la compañía que es el títere tradicional, el títere de cachiporra, que era recuperar esa tradición española, ácrata y del pícaro. Porque Pelegrín es un pícaro del Siglo de Oro. Que resuelve los conflictos a cachiporrazos”.

A través de este entrañable personaje, Arbolé ha ayudado a los niños a descubrir a “cachiporrazos” la realidad de lo que ocurría en la sociedad española que les rodeaba. Por eso el planteamiento que han hecho siempre de sus obras no tenía solo un fin lúdico, sino también didáctico. “A los niños hay que hablarles de la muerte, hay que hablarles de la diferencia, hay que hablarles de los malos tratos. Para eso está el teatro. Para desdramatizar las situaciones, hacerlas con un sentido lúdico y que el niño reflexione”, declara Villarrocha.

En este 25 aniversario y con más de 30 años de profesión y de éxitos, Arbolé cumple en cada una de sus representaciones el objetivo con el que nació en 1979, cambiar el mundo.