“La sonrisa es el idioma universal de los hombres inteligentes”

30 de junio de un año cualquiera. Son las 3:00 am y suena el despertador. Todo preparado para el día más especial de cualquier irundarra. Sobre mi cama un vestido blanco, una chaqueta de encaje roja, la faja, el pañuelo, una boina y las alpargatas. Y sobre todo, muy importante, un moño en el pelo y los labios rojos. Un outfit que repetimos cada año y que preparamos con ilusión los días anteriores.

Durante las últimas semanas la marcha de San Marcial ya ha estado sonando por las calles de Irún. Txilibitos silbando y los tambores retumbando entre las casas cuando pasan las diferentes compañías en busca de su cantinera respectiva para ensayar para el Gran Día.

El origen

En 1522, tropas francesas y alemanas cruzaron el río Bidasoa con la intención de conquistar Irún. Una pequeña ciudad situada al borde de la frontera con Hendaya (Francia). Sin embargo, los iruneses prepararon un ingenioso contraataque que, aprovechando la noche, les dio una importante victoria aquel 30 de junio. Fue entonces cuando el pueblo de Irún decidió levantar una ermita en lo alto del monte Aldabe, donde se libró la batalla, y la consagraron con el santo de ese día: San Marcial. Desde aquel momento, todos los años se rememora esa batalla desfilando en el Alarde.

El enemigo

La villa de Irún era la primera en sufrir cualquier amenaza por su condición abierta y sin fortificaciones; una carencia que los lugareños cubrían corriendo hacia el monte, que conocían como la palma de su mano.

Se concentraron en “Behobie”, al otro lado de la frontera, unos 4.500 mercenarios lasquenetes alemanes y labourdinos y, el 28 de junio de 1522, se decidieron a cruzar el río Bidasoa para dar caza a los iruneses, que abrieron fuego y consiguieron retener a dichas tropas.

Finalmente, el intento decisivo que dio origen a la batalla de San Marcial provino de Biriatou, un pequeño pueblo donde las tropas se habían concentrado. Durante la noche, otros batallones consiguieron llegar y ocupar la Peña Aldabe, el monte fortuito de los iruneses.

Llegaba ya el día 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo. Los labourdinos habían acampado en lo alto del monte y los lasquenetes alemanes descencían para bombardear el castillo. El resto de irundarras que vivían fuera del castillo, junto con vecinos de las comarcas de Hondarribia, Rentería y Oiartzun, fueron llegando a las fortalezas de Irún para luchar juntos contra el enemigo. Durante toda la tarde de este fatídico 29 de junio, estuvieron organizando los preparativos para la batalla final mientras los cañones seguían contraatacando.

La batalla

Justo cuando comenzaba a amanecer, los capitanes Pérez Azkue y Ambuloidi avanzaban con 400 hombres hacia el campamento de los franceses consiguiendo sorprenderles mientras dormían. Tras este primer exitoso asalto, siguieron su camino hacia Behobia donde, de nuevo gracias al factor sorpresa, consiguieron una aclamante victoria que es lo que celebramos hoy día.

El día de San Marcial

El primer momento más importante del 30 de junio es La Alborada que se toca en diferentes puntos estratégicos de Irún a las 4:00 am. Después, La Diana. A las 6:00 am en punto ambas, Banda y Tamborrada, reúnen a toda la ciudad en silencio mientras tocan esta sinfonía. Toda la plaza de San Juan se queda en silencio y, en algunas estrofas concretas, se puede apreciar desde lo alto del ayuntamiento cómo todos los asistentes saltan y cantan al mismo son.

Después, un desayuno en “Aguirre” para llevar y tomártelo mientras esperas a que empiece el esperado Alarde. A las 8:25 am, en la Plaza de Urdanibia, los Hatxeros se colocan para comenzar con el desfile. De nuevo, la calle en silencio espera a que La Banda comience con la Arrancada. Una vez que los Hatxeros comienzan a subir, les seguirán: la escolta de Caballería, la Banda de Música, Tamborrada, las 15 Compañías de Infantería y la batería de Artillería. Cada una de las compañías se compone por: un Capitán, los pífanos, los redobles y tambores, la Cantinera y la infantería.

Y así comienza el desfile. Todos los hombres vestidos con pantalones y camisa blanca, americana negra, faja roja y alpargatas. Y, las más importantes ellas, las cantineras. Con sus faldas de pliegues blanca, su camisa negra de terciopelo, sus botas blancas hasta la rodilla, guantes, una banda, una boina roja y un abanico para saludar a todos los que están esperando en las aceras.

Más tarde, se rememora una misa en la Ermita de San Marcial, donde las Cantineras hacen ofrendas. Y, a la tarde, de nuevo el desfile que empalma con unos zuritos en la Calle Mayor.

Unas fiestas con muchos sentimientos encontrados y donde la alegría se muestra en cada una de las caras irundarras. Ya comienza a oler a pólvora, una pasión que aguardamos todos cada año.

Y me despido al ritmo de: Gora Irún, Gora San Marcial.

Más información en http://www.sanmarciales.com/