La escena es memorable: un teléfono repica incesante en medio de la noche. El periodista Robert Krohn es invitado a un encuentro con Veronika Voss, una enigmática y hermosa estrella de cine en decadencia. La cita se da en un lujoso restaurante. Veronika se queja al camarero por la horrible iluminación de su mesa, le exige que apague las luces y encienda únicamente un par de velas. “Luces y sombras: los dos secretos del cine”, le dice la actriz a Krohn mientras sostiene un candelabro con su mano derecha. “No entiendo mucho de cine”, confiesa Krohn. “No importa”, responde sonriendo Veronika , “lo puede estudiar en mi”.

¿Pero qué significa la sugerente invitación que nos hace la actriz? Estudiar el cine desde Veronika Voss es hacerlo a partir de todas las grandes actrices de la historia: Vivien Leigh, Esther Williams, Elizabeth Taylor… No en vano, la penúltima película de Rainer Werner Fassbinder no solamente es un homenaje explícito a todas ellas, sino que es además la doble reformulación que el director alemán hace de una actriz y de un personaje: Sybille Smith, una de las más importantes actrices alemanas durante la República de Weimar, en pleno esplendor de los estudios UFA, y Norma Desmond, personaje principal de Sunset Boulevard del gran Billy Wilder.

Al igual que Sybille Smith, Veronika Voss es una mujer que lo perdió todo por su adicción a la morfina, volviéndose prácticamente esclava de la doctora que la mantiene prisionera en su propia casa. Y como en Sunset Boulevard, un escritor mediocre entabla una relación amorosa y dependiente con ella. En esta película Fassbinder rinde también un homenaje a sus maestros, los expresionistas alemanes. No en vano, la fotografía está en blanco y negro, con una iluminación de luces y sombras muy contrastada que recuerda la estética que trabajaron directores como Fritz Lang, Georg W. Pabst o Murnau.

Fassbinder emplea un montaje paralelo que nos refleja el estado de conciencia delirante de Veronika Voss, capaz de vivir dos temporalidades y dos realidades simultáneamente.

En una de las escenas más sugerentes y extrañas de la película, vemos a la actriz atrapada en su pequeña habitación, tratando desesperadamente de escapar, y al mismo tiempo la vemos celebrando en su vieja mansión acompañada por sus viejos amantes, admiradores y amigos.

La implicación personal del director alemán con sus películas es notable. Él mismo intervino como actor en muchas de ellas. En La ansiedad de Veronika Voss, Fassbinder aparece brevemente en la primera escena, sentado detrás de la actriz en una de las butacas del cine donde ella contempla la película de su propia vida.

Para quienes saben de la atormentada vida íntima de Fassbinder, tampoco les sorprenderá encontrarse con el actor Günther Kaufmann, el gran amor de su vida, interpretando un rol secundario (aparece como uno de los custodios de Veronika).

Con esta película, tercera y última parte de una trilogía que completan El matrimonio de María Braun y Lola, Fassbinder cierra su ciclo sobre la Alemania de los años cincuenta.

La ansiedad de Veronika Voss es la lucha de una mujer por sobrevivir a pesar de si misma, de la decadencia que le siguió al esplendor de una época, y es al mismo tiempo la historia de una nación vista por la mirada escéptica de uno de los más grandes directores de todos los tiempos.