La República Dominicana se distingue por ser isla de gran belleza, y su costa del norte ofrece brisas idóneas que le han dado fama internacional en los mundos de los deportes del surf y surf de vela. Mas en noviembre cada año, tres ciudades de la costa norte –Puerto Plata, Sosúa y Cabarete y además la ciudad de Santiago— mecen en sus brisas las notas de mucho jazz, gracias a la celebración del Dominican Republic Jazz Festival, organizado por Fedujazz y el Ministerio de Turismo Dominicano.

En esta decimonovena edición, el festival presentó una amplia muestra de jazz dominicano e internacional en cinco noches de conciertos gratis de los cuales disfrutaron 12,500 personas. En Sosúa, el concierto del Big Band del Conservatorio Nacional de Santo Domingo, dirigida por Javier Vargas (también Director de programa de Música Popular y Folclórica del mismo conservatorio) nos permitió disfrutar de un swing tropical tremendo a una selección musical en la que protagonizaron compositores dominicanos. También en esa misma función, dio concierto Roy Assaf de Israel acompañado con su trío. Aunque quizás sorprenda el que un trío de Israel acuda a un festival de jazz de la Republica Dominicana, su presencia se entiende al conocer un poco más de los orígenes de la ciudad de Sosúa, en cuya historia figuran familias judías acogidas por el país durante la segunda guerra mundial.

La noche del festival que se celebró en Puerto Plata nos brindó la posibilidad de experimentar otra faceta del jazz de la República Dominicana. El reconocido compositor y pianista Manuel Tejada realmente deleitó al público con su fusión de ritmos caribeños en arreglos casi cinemáticos que evocaban espacios y paisajes (de hecho, Tejada es también reconocido compositor de bandas sonoras).

Fue de igual manera maravillosa la presentación de esa noche del Berklee Global Jazz Institute. El Berklee Global Jazz Institute, dirigido por dos grandes músicos: el pianista panameño Danilo Pérez y el saxofonista italiano Marco Pignataro, es un programa de estudios dedicado al arte musical en vivo que motiva a los estudiantes a impulsar el poder de la música como instrumento de mejorar la sociedad. En las composiciones originales que presentaron estos talentosos jóvenes jazzistas fue protagonista su eclecticismo multicultural. Destacó de manera especial la composición del violinista jordano cuya composición, llamada Pasa por mi casa, basada en un canto popular de su pueblo, abrió con un emotivo lamento vocal que pide a los que se despiden para emigrar del pueblo que pasen por la casa de los amigos para poder comer y cantar juntos por última vez.

Otro momento muy emocionante de esta noche se dio cuando Marco Pignataro se unió a los músicos del Berklee Jazz Institute y eligió tocar Por Amor, bolero de fama mundial que fue compuesto por Rafael Solano Sánchez, oriundo de esa misma ciudad de Puerto Plata donde se daba el concierto. Cerró esa noche fantástica el concierto de David Sánchez, virtuoso saxofonista puertorriqueño con su estilo especial de jazz complejo y cautivante que le ha ameritado ya varias nominaciones al premio Grammy.

Los conciertos en Cabarete nos brindaron dos extraordinarias noches en las que gozamos de la música en el marco de plena playa y el mar Caribe. La primera noche, después de esperar que terminara un gran aguacero, destacó la función del bajista John Patitucci, galardonado con tres Grammys, el cual fue recibido con cariñosas aclamaciones de “¡Pati! ¡Pati!” desde el público. Es un gran maestro Patitucci, sin duda alguna, y con solo un trío llenó la noche de frases musicales inolvidables.

La segunda noche en Cabarete, ya sin ninguna amenaza de lluvia, abrió el trío de Mario Canonge de Martinique. Nos encantó su jazz tropical con bastante funk y soul. Lo siguieron Pengbian Sang y Retro Jazz, grupo dominicano que fue acogido con gran entusiasmo gracias a su interpretación de canciones conocidas a las que se les daba toques jazzistas, las cuales fueron impulsados por la potente y aterciopelada voz de la cantante principal Nayrobi Duarte. Finalmente cerró el festival Pedrito Martinez, cuyo cuarteto encendió el escenario con un delicioso son cubano hecho jazz y, a veces, hip hop.

En el Dominican Republic Jazz Festival tuvimos oportunidad de presenciar los talentos de otros grandes músicos veteranos de la isla, ya que cada noche se le rendía homenaje a artistas de gran trayectoria como Juan Colón, Sandy Gabriel y Crispín Fernández. Además, se programaba después de los conciertos en la playa de Cabarete, un gran jameo en el que los chicos de Berklee y del Conservatorio y otros jóvenes músicos locales se unían en felices ritmos improvisados hasta las horas de la madrugada.

Sin embargo, a pesar de toda esta riqueza musical, algunos de las vivencias más especiales las experimentamos lejos de los escenarios. A través de Fedujazz, la fundación relacionada con el festival, se ofrecieron veintidos clínicas y talleres, algunos especializados para jóvenes músicos y otros para los niños de los barrios aledaños. Allí presenciamos a Marco Pignataro de la manera más dulce y efectiva llevar a un grupo de aproximadamente cien niños, en su mayoría menores de 12 años de edad, a entender lo que significa la música en cuanto a alentar un sentido de disciplina y enfoque, dándoles alicientes constantes a los niños de manera que su autoestima parecía mejorar de manera casi visible ante nosotros.

Y en otros momentos de gran belleza, nos tocó presenciar la visita de los estudiantes del Global Jazz Institute de Berklee a un hogar para niños discapacitados. Allí los niñitos, desde sus lechos y sillas de ruedas, respondieron con enormes sonrisas y de la más animada manera a la música. No cabía duda que, a pesar de las increíbles limitaciones de sus cuerpos, sus espíritus gozaban plenamente de los acordes de la música.

Fue en estas últimas vivencias cuando la música y el amor se funden en una sola sonrisa, en las que no pudimos dejar de recordar la canción del puertoplateño Rafael Solano Sánchez:

Por amor ha existido en el mundo
Siempre tanta belleza.

Y nos damos cuenta que festivales como el del Dominican Republic Jazz Festival cumplen el cometido de no solo ofrecer gran diversión, sino de mejorar nuestra sociedad y nuestro mundo usando la música, arma de inmenso poder.