Como ya he abordado en esta columna en otras oportunidades, los medios de comunicación, información y difusión masiva, sin dudas, se han constituido como uno de los elementos que con más énfasis ha contribuido a la configuración y definición de los patrones sexo-genéricos instaurados en nuestra sociedad. Los medios, a través de sus diversos mecanismos de construcción y reproducción de discursos (lo que se dice) y representaciones (lo que se muestra) como la televisión, la radio, la publicidad, la prensa, las revistas, el internet y las redes sociales le dicen a hombres y mujeres qué características debe poseer un hombre para ser considerado como tal y que características y cualidades debe detentar una mujer.

Pero además de ello, los medios contribuirán de manera directa a la configuración de patrones comportamentales y actitudinales, es decir, como nos mostramos, nos comportarnos e interactuamos con los otros, principalmente en lo que se refiere el ámbito sexo-afectivo.

No obstante, pese a las progresivas transformaciones experimentadas por nuestras sociedades en las últimas décadas, las mujeres continúan siendo incorporadas en discursos y representaciones de forma estereotípica, en escenas clichés, como sujetas hipersexualizadas, desprovistas de capacidades intelectuales y creativas, ingenuas, caracterizadas por una afectividad exacerbada, desesperadas por el amor y la protección masculina.

Por su parte, los hombres son representados desde una masculinidad exacerbada, de sexualidad desbordante e incontenible, vivaces, planificadores, fríos, calculadores, desprovistos de emocionalidad.

Estas representaciones mencionadas las podemos evidenciar en diversas series de las grandes cadenas televisivas como Warner Channel, Fox, Sony Entertainment, TBS, Comedy Central y, más específicamente, en comedias como: Friends, Two and a half men, Californication, 30 rock, How i met your mother, Men at work, Undateable, Anger management, The exes, entre otras, en las cuales personajes como Joey Tribbiani, Charlie Harper, Hank Moody, Jack Donaghy, Barney Stinson, Tyler Mitchell, logran conquistar a una significativa cantidad de mujeres mediante engaños, artimañas y trucos, para no volver a verlas tras lograr su objetivo, el encuentro sexual.

Este hecho si bien pudiera entenderse como una representación satírica sobre el carácter efímero de las relaciones en nuestra sociedad moderna, también pone de manifiesto la misoginia, el sexismo y el machismo que aún pervive en la cultura televisiva, al concebir a las mujeres como sujetos de limitada capacidad intelectual, crédulas, ingenuas, capaces de sucumbir ante cualquier mentira y artimaña seductora diseñada e implementada por estos personajes. Las mujeres en estas series de televisión son representadas como estúpidas, pero además como objetos, cuya participación en estas escenas estará estrictamente condicionada a la satisfacción de los deseos sexuales, y como objetos desechables, a ser descartadas posterior a haberse logrado el encuentro deseado.

Es decir, la gran trama en común de estas comedias la constituye la representación de una masculinidad hegemónica, mantenida y legitimada por la mentira, la promiscuidad y el descarte; donde además, personajes como Ross Geller, Stuart Gardner, Neal Bradford y el conocido Ted Mosby serán constantemente ridiculizados, expuestos a la burla y el cuestionamiento social dentro del desarrollo de las series, al proponer otras formas de ejercicio de la masculinidad, caracterizada por el reconocimiento de las emociones, una valoración positiva de la mujer y la búsqueda del amor.