Un viejo y solitario oso cuenta su historia, usando un diorama mecánico. Una caja que lleva siempre consigo, como parte de su historia y con la cual narra, sin palabras, el asalto de las tropas a las casas privadas, la separación de las familias con todo su dolor y el encierro en un “circo”, donde está obligado a representar su propia tragedia y abandono, públicamente, para “ablandar” y “divertir” a otros, hasta el día en que escapa, tirándose al vacío en una frágil bicicleta, con la cual corre y corre sin ser alcanzado para volver a su ciudad natal, donde busca su vieja casa y reencuentra finalmente su familia, su mujer y su hijo.

La narración bosqueja así la historia de todas las historias: la felicidad de estar juntos, el amor, la fuerza y la separación, además del dolor y la tragedia, que termina en el reencuentro, después de miles de aventuras, peripecias y sinsabores.

La tragedia, vivida por muchos, cuenta la violencia del golpe militar, representada en una caja, que encierra otra caja y otra más, donde el destino y su fría crueldad se insinúan con los juegos mecánicos, donde todo sigue su curso y no existe margen para la libertad. Pero, a pesar de todo, al final, la libertad se impone y la mecánica deja lugar a otro escenario, a otro mundo en otra caja. La caja del amor, del trabajo creativo. La caja de la familia, de la unión, de los afectos y de la vida, contrapuesta al circo de la muerte.

El personaje principal habla un lenguaje fuerte y simple y en el drama se insinúa el exilio, la voluntad, un afecto sin límite y el dolor de la separación. El viejo oso, el abuelo Osorio, como después hemos descubierto, es un personaje lleno de luz, fuerza, amor y cariño, que trabaja duramente largas horas al día con sus juegos y sueños, forjando su propia realidad sin hacerle jamás mal a nadie. Todo lo contrario, sembrando el bien donde debe y puede hacerlo. El abuelo se preocupa por su familia y por su hijo, que es parte de su carne y espíritu.

No sé cuántas personas lloraran al ver este cortometraje. No sé cuántas personas sentirán el peso de la injusticia y la violencia. Pero el creador del drama, de la narración y del cuento usa un lenguaje de imagines, apela al niño dentro de todos los adultos y los niños y llega intensamente a todos con un mensaje de amor, de solidaridad y comprensión.

El dolor causado por la injusticia se presenta con toda su brutalizad, ceguera y desnudez, porque en toda fábula el mal es siempre el mal y el bien es siempre el bien y en los ojos del niño, que en la historia observa, participa y sigue el drama, vemos el reflejo del dolor, la sorpresa y la fe en que, a pesar de todo, al final triunfará el bien.

La Historia de un oso ha obtenido merecidamente un Oscar, pero el premio que busca sin decirlo abiertamente es la reunificación de esa gran familia que antes, durante y después del golpe ha vivido separada y desprovista de un lenguaje común, de sentimientos comunes e imagines que puedan volverla a juntar.

Porque el oso, como todo animal, incluyendo también a los humanos, sin familia, sin relaciones, sin ser parte de una comunidad y de un sueño colectivo, es un animal vivo y muerto a la vez y esta es la historia de una persona, de una familia, de una comunidad, de un pueblo y de la humanidad entera, dentro de un diorama mecánico, en que se vive la propia desventura y de la cual tiene que liberarse, como se lucha y libera del destino en una tragedia griega.