James Cameron no se proclamó King of the World hasta la noche en que recogió la galerada de Oscar de Titanic en 1999. Pero una década antes ya se mostraba igualmente ambicioso con una producción tan épica –en términos de producción e historia- como aquella, pero que sin embargo siguió un destino muy desigual. The Abyss (1989) figura en la carrera del que lleva casi dos décadas como el director más taquillero de la historia del cine como su única mancha comercial hasta la fecha.

A finales de los 80, el canadiense Cameron encadenaba dos de las mejores y más taquilleras películas de ciencia-ficción de la década. The Terminator (1984) había dado al mundo la estrella cinematográfica que iba a definir la década y Aliens (1986) incluso había permitido a Sigourney Weaver obtener una nominación al Oscar a mejor actriz por una película de tiros y monstruos, ni más ni menos. No es de extrañar que Cameron obtuviera carta blanca para su siguiente proyecto. ¿Qué podía salir mal?

La taquilla, por ejemplo. Que sin ser un fracaso, estrictamente hablando, no acompañó como se esperaba. Break even, como ha reconocido Cameron pasado el tiempo. Una decepción en su momento, teniendo en cuanta de las películas tan incontestables que le precedían. Y aunque ha ganado prestigio con los años y la perspectiva que otorga el tiempo, The Abyss, la historia del primer contacto entre una civilización alienígena y los integrantes de una base submarina, sigue siendo un caso muy particular en la trayectoria del director de Titanic y Avatar (2009).

Hoy en día puede considerarse como la película más personal de James Cameron. En la que más se ha alejado en toda su carrera del cine de género convencional, la primera en la que enloqueció y reveló su personalidad como cineasta dictatorial y gusto por llevar a su equipo al límite de su resistencia en rodajes verdaderamente épicos que alcanzarían su culmen en Titanic, una década después.

Piraña 2 (1981), The Terminator y Aliens habían sido producciones mucho más convencionales en términos prácticos. The Abbys es, en muchos aspectos, el embrión de Titanic. Su producción un ensayo de aquella. Y sus origines conectan con la escena más recordada de la película y que Cameron ya tenía en su mente desde su adolescencia debido a una conferencia a la que asistió y en la que un buceador aseguraba ser el primero hombre en respirar líquido.

Cameron, el hombre.

The Abyss es la película más personal de Cameron porque, además de revelar su personalidad como orquestador de suicidas locuras cinematográficas, refleja con claridad el momento personal que vivía el director. Casado con Gale Ann Hurd, productora de The Terminator y Aliens cuando se embarcó en The Abyss, separado de ella durante la preproducción y divorciado poco después de finalizar el rodaje. La única vez en toda su carrera que engarza una historia de relaciones reales y no arquetípicas entre sus personajes que, casualmente, pasan por circunstancias similares a las de director y productora.

También podía haberse quedado Gale Anne Hurd viuda, según relató Time hace unos años. En una ocasión, la persona encargada de avisar a Cameron cada hora para que sustituyera su tanque de oxígeno tuvo un olvido que no le costó la vida al director, experto submarinista, por su empeño en salvar el pellejo. Tuvo que boxear con el buceador asistente que intentaba frenar la emersión de un Cameron que, sin aquel saberlo, ya no tenía oxígeno y nadie se daba cuenta de su situación. Obviamente, hubo despidos fulminantes.

Entre los méritos cinematográficos de The Abyss se encuentra ser la primera producción en la que se grabó el sonido directamente durante las tomas submarinas. El set de rodaje se levantó en las instalaciones de una planta de energía nuclear que nunca llegó a funcionar en Carolina del Sur, Estados Unidos. Pese a fundirse 700 millones de dólares B.C. -before Cameron-.Y que hoy día, 27 años después, luce sugerente y misterioso.

La factura, lógicamente, fue la hostia y rápidamente The Abyss se salió de presupuesto. El primer día de rodaje sorprendió al equipo con la fuga de agua del depósito principal – con capacidad para 28.000 metros cúbicos, 18 metros de profundidad y 70 de ancho era el mayor tanque de agua construido en el planeta en aquel momento - en el que se habían levantado los escenarios. Otro más modesto y con capacidad para 9.500 metros cúbicos, albergaría los primeros días de rodaje frente a la adversidad.

Cameron, el mito

Esa adversidad, para la mayoría de los implicados en la producción, tenía un nombre: James Cameron. Sí, la producción había resuelto importantes retos como construir una base submarina por módulos asentados en un soporte de cemento. E incluso se las había ingeniado para simular la iluminación de las profundidades marinas cubriendo la superficie con capas de plástico, entre otras ideas del director. Pero si The Abyss es referida a menudo como uno de los rodajes más complicados es gracias a la personalidad de Cameron.

Los rodajes ocupaban 18 horas diarias en unas condiciones submarinas duras de soportar y que llevaban a todo el equipo a su límite físico durante medio año de fotografía principal. La actriz Mary Elizabeth Mastrantonio tuvo un ataque de nervios en el set en el que le dijo de todo a Cameron. El duro Ed Harris se encontró un día llorando a moco tendido al salir del rodaje. Aunque este nunca ha querido hablar del tema, Mastrantonio se ha despachado a gusto en entrevistas a lo largo de los años. ”No somos animales” es un buen resumen.

The Abyss: special edition

The Abyss fue recibida en su momento con un ligero enarcamiento de cejas. Había buen cine, escenas intensas, imágenes rompedoras y con genuino sense of wonder, drama bien construido y se mostraban cosas que nunca se habían visto en pantalla, no de esa manera. Pero faltaba algo difícil de definir, cierto let down al final de la historia pero que no es sólo eso.

The Abyss generó una más entusiasta recepción a partir de la edición en DVD de 2000 que incluía media hora de metraje extra. Metraje que en su estreno inicial se había eliminado del montaje por la dificultad para finalizar los efectos visuales a gusto del director –en particular, la escena del tsunami- y la voluntad de no alargar excesivamente la duración.

El caso es que dicha edición especial de The Abyss proyecta la historia hacia adelante ofreciendo un nuevo y espectacular final, llena algunos huecos y muestra una visión completa de lo que Cameron quiso poner en pie en 1989. Y ésta si convence por completo. Y muestra a un James Cameron al que nunca hemos vuelto a ver, ya decidido a reventar la taquilla cada vez que estrenara algo sí o sí. No matter what.