Ayer me quedé pensando en lo que significa hacer un video de un minuto: encontrar un tema, un personaje, un escenario, la cámara, la música y montarlo en modo tal que exprese algo profundo. Esto fue lo que hizo Roberto Pino Almeyda, componiendo Nosotras. Reviendo el video, pensé, al volver a verlo, que seguramente el joven de Concepción, al idearlo y filmarlo, no sabía, como difícilmente se sabe en estas situaciones, las implicaciones que tendría su breve obra.

Pero, por otro lado, él intuía que podía realizar algo interesante, contarnos una historia conocida y no reconocida como tal y, además, jamás contada con toda la pujanza de un pequeño mensaje y así nos introduce a su abuela paterna, una mujer enérgica de las minas de carbón, que quedó viuda a una joven edad con un puñado de hijos y que, en su tardía y sabia edad, invita a todas las mujeres a seguir luchando, a no perder la fe e insistir en sus sueños y planes, diciéndoles, que no olviden jamás que son el mar.

No sé cuántas veces vio y revió este video antes de enviarlo al Emmy International Reward Academy, para participar en el primer concurso para jóvenes talentos y para su sorpresa fue elegido, junto a otros dos, como uno de los tres vencedores y así, lo que ayer era un sueño lejano, un juego, un pasatiempo, se convirtió en realidad. Roberto Pino Almeyda estudia derecho y cursa el quinto año, escribe poesías, es músico y, de un momento a otro, algo en su vida cambia y se abren puertas para que pueda expresar y hacer posible o más viva su sentida e innovadora creatividad.

Pienso en él, en su joven edad, en sus paseos por la ciudad que me hospedó durante mis últimos años en Chile. Pienso en esos veranos caprichosos, en el otoño lluvioso, en los bancos de las plazas y en esas calles oscuras, donde resonaban los pasos al andar y quizás en eso, tengamos algo en común, que con mis palabras llamo: «la melancolía del sur» y lo imagino, caminando por la diagonal o bajando por la calle Janequeo, pasando despreocupado bajo el arco de la Universidad de Concepción, mirando el cielo nublado, la torre del campanil o contando los cisnes de cuello negro a su izquierda, como a menudo hice yo.

Pero también pienso en su futuro y le deseo desde lejos un amplio y fructífero horizonte. Quizás otros jóvenes, como Roberto, seguirán su camino y ejemplo y nos contarán sus historias en videos, música, cuentos, poemas y sabremos de ellos, de esta nueva generación, que habita los viejos espacios, que ve el mundo desde una perspectiva ancha y más fresca, rescatando lugares para una trasformada e ingeniosa creación.

Nosotras

Un retrato de mujer que pinta miles de mujeres. Pocas imágenes, pocas palabras y una historia que resuena en miles de historias. Un pasado de lucha, un presente de esfuerzos y un futuro que simbólicamente deja en manos de otras mujeres, que serán más afortunadas y, con la herencia de tantas, más fuertes.