«En el proceso de la escritura la imaginación y la memoria se confunden»

(Adelaida García Morales)

En episodios anteriores hablamos de los géneros del fanfic.

El término Mary Sue se refiere a un personaje (comúnmente femenino) perfecto en todo, alrededor del cual giran las motivaciones de todos y cada uno de los personajes de la historia. Es, en definitiva un recurso literario bastante mediocre. Las historias protagonizadas por Mary Sue existen únicamente para remarcar de todas las maneras posibles lo perfecta que es este personaje.

El personaje original nació en el fandom de Star Trek en 19973 como una parodia a los personajes irrealistas que aparecían en fanfic de self-insert (inclusión del autor en el mundo ficticio del fandom).

El tema con las Mary Sue es que, si bien son un personaje mal escrito y con poco o ningún valor narrativo, es un recurso muy útil como vía de iniciación a la escritura. Nadie nace sabiendo escribir. Como cualquier arte, escribir es difícil, es un músculo que hay que entrenar practicando y fracasando estrepitosamente muchas y muy variadas maneras.

Como no puedo hablar por ningún otro autor, voy a narrar ahora mi vida. Oigo aplausos en la distancia. Me agrada.

Yo comencé a escribir más o menos a los doce años. ¿Por qué? Porque había leído Harry Potter y quería formar parte de ese universo. Quería conocer a los personajes, enfrentarme a las mismas situaciones que ellos.

Durante muchísimo tiempo cada vez que veía una película o leía un libro, vivía ese ratillo de fantasear sobre los personajes y cómo reaccionarían ante mi presencia – o la de mi avatar súper-molón y heroico, porque ya puestos a ser un personaje en un mundo ficticio, no iba a ser una perdedora con brackets. Os hacéis una idea.

Así es como empecé. Como muchísima gente empieza. Ahora mismo ni se me pasaría por la cabeza colgar esas historias en internet. Me da vergüenza hasta leerlas. Pero en el momento de escribirlas no tenía autocrítica suficiente como para decidir si eran o no dignas de ser publicadas.

Ese es uno de los principales valores de las Mary Sue: te enseñan a escribir. Sí, tu primer personaje se llama Penélope Anastasia Rosa-María, es medio vampiro, medio hombre-lobo, tiene el pelo púrpura y los ojos arcoíris y todos los que la ven se quedan perdidamente enamorados de ella. La historia que protagoniza no vale ni para hacer una fogata. Pero el segundo personaje es ligeramente más realista, tiene algún que otro defecto. El tercero es tridimensional y así sucesivamente hasta que aprendes a crear personajes decentes.

¡Pero - grita algún disidente desde el fondo- no todas las Mary Sue son el producto de preadolescentes con ganas de aprender a escribir!

Tienes algo de razón, persona empeñada en llevarme la contraria. Muchas Mary Sue son el producto de adultos que crean sus heroínas perfectas y fabulosas por el simple placer de crear este tipo de personaje vacuo y disfrutar de su frivolidad.

Otras son, sin embargo una reacción alérgica al auge de protagonistas femeninas con motivaciones y poderes normalmente atribuidas al héroe masculino. Y ya que la persona al fondo de la sala insisten en hacerme hablar del tema, voy a tener que mojarme un poco.

Han pasado más de cuarenta años desde que apareció la primera Mary Sue y el término ha evolucionado un poco, incluyendo en muchas ocasiones héroes femeninos que – de ser masculinos – serían perfectamente aceptables. Recordamos: Mary Sue es aquel personaje cuya mera existencia es el centro del universo, el resto de personajes sirven solo para validarla y adorarla indiscriminadamente. Un personaje puede tener muchísimo poder y no ser una Mary Sue, mientras que el universo a su alrededor ni exista para besar el suelo que pisa.

Observemos el universo de los héroes un momento con algunos ejemplos rápidos.

Ninguno de los siguientes personajes son considerados Mary Sue:

  • El personaje es el «elegido» (Harry Potter)
  • Todas las mujeres se le echan encima (James Bond)
  • Poderes aparentemente ilimitados (Neo de Matrix)
  • Self-Insert (Luke Skywalker de Star Wars)
  • Talentos innatos (Jim Hawkins de El Planeta del Tesoro)

Sin embargo, cuando un personaje femenino tiene alguna de esta características (con excepción de la segunda, que es una característica tipa de las femme fatal y las villanas) se la tiende a calificar de Mary Sue independientemente de si son o no personajes multidimensionales, de si la historia tiene sentido.

Películas y libros con mujeres protagonistas están en auge y, por algún motivo, el marketing que se les hace va dirigido primordialmente al sexo femenino. Como si los chicos no pudiesen disfrutar de un héroe femenino. En el momento en el que se dirige tanto a hombres como a mujeres (Mad Max o Star Wars son ejemplos muy recientes de esta tendencia) las redes sociales explotan con críticas sobre las protagonistas.

Hablé hace un tiempo de «la conspiración feminista en Hollywood» y cómo las mujeres estamos arruinando las películas “de hombres”. Star Wars Episodio VII tuvo una recepción muy similar y su protagonista no tardó en ser calificada como Mary Sue. ¿A qué se debe este desprecio? Como dijo Philip Henslowe en Shakespare in Love: «No se sabe, es un misterio».

En el siguiente episodio hablaré del sexo de los ángeles y el sexo entre ángeles.