Hoy nos encontramos con la talentosa cantante Irene Natale que nos habla de sí misma y de sus nuevos proyectos.

Un autorretrato que habla de ella: experiencias, proyectos, sueños, alegrías, desilusiones...

Cuando era niña me interesaba por las artes. Siempre me gustó cantar, dibujar, bailar y escribir. Mientras me graduaba en Escenografía y expresaba mi creatividad en el teatro, descubrí que podía hacer del canto mi profesión. Y de esta manera me encontré eligiendo entre dos direcciones artísticas, probablemente ninguna de las dos me iba a facilitar la vida, pero seguramente me iban a hacer disfrutar plenamente. Y elegí la música. Debo admitir que tuve mucha suerte. En primer lugar porque mis padres nunca me han obstaculizado en esta elección y todavía hoy me apoyan completamente. Ellos son mis fans número uno, presentes en cada uno de mis conciertos. En segundo lugar porque tuve maestros a quienes debo mucho. Uno en particular es Paolo Tomelleri, a quien agradeceré toda la vida, que creyó en mi potencial y me permitió crecer profesionalmente. Gracias a él, pude experimentar en el escenario y enfrentarme a los miedos y alegrías del trabajo del músico. Con Paolo y los otros miembros del grupo he gravado mi primer álbum este año.

También quiero dar las gracias a otra persona, mi profesor de piano Fabio Gianni, cuyo apoyo me ayudó a creer en mi potencial como pianista. En los últimos años he dedicado mis horas de estudio a trabajar en proyectos como solista en piano y voz, y a otros géneros que no son jazz. Fascinada por la vida de las mujeres, tanto de aquellas que forman parte de mi vida diaria tanto de aquellas que han dejado una huella en la historia, cada una con su propia individualidad, decidí dar voz a algunas cantantes que admiro profundamente. En una sociedad en la que todavía es difícil para las mujeres tener credibilidad y, todavía más difícil, salir de los cánones prefijados y llevar a cabo ideas nuevas y originales, mi deseo, con este proyecto, es dar las gracias a algunas de las mujeres que a lo largo de toda su vida se han encargado de hacer valer su talento y nos han dejado tanta belleza musical. Una de ellas en particular, Edith Piaf, que me ha fascinada desde que era adolescente. Con todo ello, decidí trabajar en un proyecto dedicado a ella en colaboración con Anselmo Luisi, un amigo batería al que conocí en la Scuola Civica di Jazz de Milán.

Para acabar, quería menciona a otros tres excelentes maestros a los que agradezco haberme dado la oportunidad de participar y mejorar como cantante, pero sobre todo como persona: Tsunesaburo Makiguchi, Josei Toda y Daisaku Ikeda

Hacer un trabajo creativo e independiente inevitablemente te lleva por la lucha diaria del deseo de continuar, el entusiasmo por crear y la alegría del acto expresivo por un lado y por otro por el "bloqueo del artista", la pereza, la autocrítica y miedo de no hacerlo. Esta lucha no es más que la lucha de la vida, entre nuestros miedos y nuestro coraje. Gracias a la práctica budista diariamente me esfuerzo por combatir los miedos, la pereza y la autocompasión y convertir cada dificultad en una oportunidad para mejorar y transformar mi sensibilidad, timidez y tendencia al cierre, en una apertura hacia los demás y el mundo, con el deseo de dar alegría y deseo de vivir a las personas a través de mi trabajo y mi voz.

¿Es verdad no se nace mujer sino que te lo vuelves?

Me gusta ser una femenina, pero estoy de acuerdo en que ser mujer va más allá del mero género. Ser mujer significa tener esa sensibilidad que te permite sentir profundamente el sufrimiento de los demás, profundizar en la vida, descubrir los lugares más ocultos y los mecanismos de la mente, ayudar a los demás y luchar por la injusticia, creer en el cambio y en el potencial de los demás. Ser mujer es algo que aprendes y desarrollas definitivamente en el entorno en el que vives y creces, pero sobre todo porque lo sientes dentro.

¿Hay discriminación o desconfianza hacia las mujeres en el ambiente musical?

Sí, existe por desgracia. Solo puedo opinar en el contexto del jazz, que es del que vengo. La mujer, pero sobretodo la cantante, a menudo es vista como una “primadonna”, incapaz e ignorante en el ámbito musical. Es por eso que para nosotras el trabajo se vuelve aún más difícil porque tenemos que demostrar que somos buenas en todo. Creo, sin embargo, la desconfianza proviene no solo de los músicos, sino también de las propias cantantes que estudian de forma aproximada con la idea de que la voz es algo puramente natural y solo se preocupan por interpretar la pieza de la mejor manera, descuidando la importancia de comprender su estructura, y profundizar en sus sonidos, colores y armonía. En cualquier caso, esta desconfianza y desinterés hacia las cantantes proviene en mi opinión por el hecho de que a los músicos les gusta ser tan visibles como la vocalista. El mundo de la música, desafortunadamente, cantantes o no, está lleno de “primadonne”. Y todos tenemos que lidiar con nuestro ego, tanto positivo como negativo. Lo importante es creer en las capacidades de uno mismo sin ser manipulado y abrumado por el juicio de los otros, tanto si se trata de mujeres como de hombres.

Comenzaste con el canto lírico, para pasar posteriormente al jazz: ¿ha sido fácil?

El planteamiento de la canción lírica es completamente diferente a la del jazz. Para mí fue fácil porque tuve una buena maestra que me explicó cómo hacer el cambio. Y eso trato de hacer con los alumnos que tengo que provienen del mundo clásico.

Además de ser cantante, eres profesora, ¿qué definición darías del jazz?

El jazz es una oportunidad para conocerse a uno mismo, descubrir los propios sonidos, ir más allá de las limitaciones que nos hemos construido. El jazz nos da la oportunidad de jugar libremente con la música, hacerla nuestra y expresarnos. En definitiva, es una forma de crear y jugar con los demás a través de un diálogo libre, espontáneo y sincero.

¿Cómo logras acercar el jazz a tus alumnos?

En lugar de acercarlos a este género, intento que experimenten lo que significa improvisar y buscar sonidos personales, tal y como se hace en el jazz. Por ejemplo, en las piezas que eligen, que suelen ser piezas pop, propongo improvisar variaciones melódicas a partir de lo que han aprendido para que se familiaricen con la armonía y experimenten con sonidos alternativos a los que surgen de la tendencia a cantar las piezas tal como las conocen.

En la historia del jazz, los nombres de las grandes cantantes brillan, mientras que hay pocas instrumentistas importantes...

Sí, es verdad ¡Al menos conozco más mujeres cantantes que instrumentistas! Siempre he pensado que se trata de una cuestión de corazón y no de intelecto. La canción es algo que nace en nosotros y no de un instrumento externo. Las mujeres, que tienen una sensibilidad diferente y están más acostumbradas a expresar lo que tienen dentro sin demasiados filtros, están más predispuestas a elegir un instrumento que ya les pertenece y por tanto a profundizar y desarrollar algo que ya es parte de ellas.

Propones un repertorio con canciones de cantantes femeninas: ¿hay un jazz femenino?

Temiendo en cuenta que el repertorio que propongo no es un repertorio de jazz, los sonidos de mi voz siempre pertenecerán a ese mundo del que vengo. No creo que haya un jazz femenino. Si te pregunto si hay un jazz masculino, ¿qué responderías?

Actúas en dúo o en combos más numerosos: ¿cómo logras crear el equilibrio y la armonía entre la voz y los instrumentos?

La relación en el jazz es como cualquier relación humana de amor, amista o trabajo, y va de la mano del crecimiento y el deseo de abrirse al otro. Es difícil y se construye con el tiempo, a excepción de casos raros. Ahora, cuando canto con el grupo de Paolo Tomelleri, ya no me preocupa hacer una buena actuación, como en los primeros años en los que no podía disfrutar la música que estábamos creando juntos. La práctica budista me ha ayudado mucho a salir del ego que me llevaba a cerrarme por el miedo al juicio de los demás y a ser excesivamente severa conmigo misma. Una vez que me di cuenta de que lo que estaba haciendo era dar una parte de mí a los demás y de que el verdadero protagonista era el público, logré dejar de lado mis temores. De esta manera comencé a escuchar a los otros músicos con el corazón y no con la cabeza y a comprender lo que significa dialogar con ellos. Aun y así, está claro que también depende de cada concierto. Hay conciertos en los que hay más compenetración y otros en los que cada una está más en sus cosas. ¡Pero la vida es así para todo!

¿Cuáles son los cantantes que más te han influido?

Seguramente Billie Holiday, Edith Piaf y Joni Mitchell.

Cantar como sueñar ...

Siempre he vivido entre la realidad, el momento presente y un mundo mental propio. Por lo que cantar está en perfecta armonía con mi temperamento.

En Milán ha emprendido y completado su plan de estudios musicales, ¿la ciudad ofrece buenas oportunidades para los grupos de jazz? ¿Cuál es la situación de los clubes de jazz?

Depende del objetivo que se tiene de la música. Mi objetivo es hacer música para el público que la escucha y valora. Tengo la suerte de cantar para un músico que ha hecho historia en el jazz en Italia y que actúa en lugares donde la gente va a escuchar, donde la música no forma parte de un segundo plano. Aunque a menudo se trata de teatros, clubes o festivales fuera de Milán. En Milán, la situación está empeorado porque han cerrado varios clubes con programación jazz. Lo único que podemos hacer los músicos es continuar con nuestro trabajo. Están surgiendo nuevos lugares de reunión para jóvenes, que brindan la oportunidad de presentar proyectos musicales. Son espacios, a veces ocupados, que surgen de un deseo de hacer música sin fines lucrativos, sino con el deseo de hacer cultura. Algunos nombres: Pianoterra, Lume, La Corte dei Miracoli.

El jazz es una música eminentemente urbana: ¿cuáles son los ambientes y lugares de Milán que están más en sintonía con el jazz?

Definitivamente el Caffè Doria Jazz Club. Solo entrar tienes la impresión de entrar en un viejo club americano, desde la barra, a los sillones, las mesas, las fotos de los grandes músicos de jazz, los camareros, todo está en sintonia. El local está ubicada dentro de un hotel y tendrá alrededor unos sesenta butacas. El público tiene de promedio entre 60 y 80 años y está lleno de personas que parecen haber salido de una película antigua. Me gusta especialmente Doria porque genera un estrecho contacto con el publico, ya que se encuentran a solo medio metro de nosotros. Es como una gran borrachera entre amigos. La Buca di San Vincenzo donde no he tenido oportunidad de tocar, pero si he asistido a conciertos, es uno de los pocos lugares donde después del concierto existe la posibilidad de hacer jam session. Otros están cerrados o en proceso de ser cerrados, como la Salumeria della Musica, Bonaventura, Cantina Scoffone y el Masada.