Pensemos en una obra de teatro. Hay actores, vestuario, un escenario, luces cambiantes y un guion escrito, interpretado por aquellos que nos hacen disfrutar de este arte. Sin embargo, no todo este género es así. Encontramos una forma de teatro que hace caso omiso a los guiones, los diálogos están en constante cambio y crean un mundo nuevo en cada uno de sus pases. Hablamos del teatro de improvisación y, en este caso, hablamos de Calambur.

La compañía, creada en 2010 por Steward Peña y Elisa Espinosa, nos ha abierto sus puertas, muy cerca de Embajadores, en pleno corazón de Madrid. Calambur, no es una compañía al uso. También es una escuela, donde descubren a grandes actores principiantes cada año, crean y desarrollan eventos y, por supuesto, se dedican a hacer espectáculos de improvisación innovadores.

En esta ocasión conocemos y entrevistamos a Irene, Eme y Laura, tres actores que, además de formar parte del equipo ejecutivo de la compañía, también son profesores en la escuela. Nos cuentan que los valores de Calambur tienen mucho que ver con el equipo, la cooperación y el compartir y la igualdad entre los integrantes. «Una tribu grandota», como la define Eme e incide en la importancia de trabajar «los unos para los otros», algo base para la improvisación.

«Hay una frase que nos gusta mucho, que nosotros se lo decimos a nuestros alumnos y también es filosofía de compañía y de escuela y es que ‘Un buen improvisador no es aquel que hace reír a más gente, es aquel con el que todo el mundo quiere trabajar’», precisa Laura, responsable del Departamento de Gestual en Calambur.

Qué es la improvisación

Aunque según nos cuentan, los comienzos fueron duros y de bolos pequeños, esta compañía multidisciplinar fue despegando poco a poco. Bajo su lema Improvisa tu vida, Calambur define y defiende la improvisación como el arte de crear buenas historias al momento de la nada, aunque con una intención o un mensaje predefinido. «La ‘impro’ es jugar como cuando eras niño, pero de manera adulta. Ahora vas a tener unas reglas y una cohesión. Vas a hacer historias con un inicio, un nudo y un desenlace. ¿Te acuerdas del niño que eras y que quizás tengas escondido? Bueno pues vamos a intentar sacarlo», asegura Eme cuando imparte sus clases.

En la escuela Calambur, los futuros actores aprenden improvisación deportiva, long form, gestual y también musical. Cada una de estas patas, nos cuentan, tienen sus reglas y bases pero todas están ligadas y cohesionadas en el escenario en el momento de enfrentarse a un público. «Al final el objetivo es que una persona que estudie en esta escuela acabe siendo un improvisador bien formado. Que sea capaz de defender cualquier cosa delante de un escenario que no tiene nada, salvo algún estímulo», concreta Eme, profesor de Improvisación Deportiva y añade: «No les podemos prometer a nuestros alumnos que aprender a improvisar sea fácil, lo que sí que les decimos es que lo que es muy divertida».

Las Guerras de Calamburia

Calambur tiene varios espectáculos repartidos por rincones y salas teatrales madrileñas. Uno de los más sonados, de los principales y con muy buena crítica, son las Guerras de Calamburia. Este espectáculo de improvisación recoge interactivas batallas donde dos parejas del Reino de Calamburia (plaza totalmente creada por la compañía) se enfrentan, sin más guion que las directrices que les da el público y su creatividad. Está basado en el catch que, según asegura Laura, «es una forma de hacer improvisación donde dos equipos se enfrentan. Son parejas en este caso. No hay faltas a la hora de interpretar, como sí que las podemos encontrar en el 'match'. No hay árbitro. Hay un presentador y el público, cuando finaliza, vota qué equipo le ha gustado más. Se hacen por torneos, nosotros tenemos una liga».

«Fue el proyecto de final de curso de nuestra promoción, de 2014. Nosotros a final de curso queremos que nuestros alumnos afronten el trabajo ante un público. Pedagógicamente es positivo. Pensábamos que iba a durar un verano y siguió y siguió. Además, todos nuestros personajes tienen un trasfondo», comenta Laura.

La ‘impro’ como modo de vida

Y es que la improvisación no es solo actuar. Tanto Eme como Laura aseguran que vale para la vida misma, para entornos tan dispares como la sociabilidad o el ambiente laboral. «¿Qué le diríais entonces a una persona qué quiere comenzar a hacer improvisación?», les preguntamos. La respuesta es unánime: que sean valientes que se atrevan, que todo el mundo, gracias al entrenamiento, es capaz de improvisar y que «siempre sale». «Hay que huir de ese Pepito Grillo, de esa vocecita que tenemos todos que nos frena o nos dice que no lo podemos hacer», insiste Laura.

«A cada alumno nuevo le digo dos cosas, si tienes vergüenza, en la medida de lo posible, déjala de la puerta para fuera. La segunda es que a todo lo que te propongan, tú di que sí», dice Eme como truco para los indecisos.

Los espectáculos son cambiantes y aunque en ocasiones aseguran tener hasta seis diferentes en cartel, en salas como La Escalera de Jacob, Nave 73 o Plot Point, lo cierto es que cada improvisación es distinta. «Lo bueno como público es que puedes repetir siempre. Cada estímulo es diferente en cada sesión y por eso la ‘impro’ no se ensaya, se entrena. Y en cada entrenamiento, va entrando más», aseguran estos jóvenes profesores.

Así, de color negro neutral para que facilite esa no dispersión de los alumnos, los integrantes de Calambur disfrutan con su trabajo y aseguran que con una base de improvisación, la vida se ve de otra manera.

«Reaccionas antes a las cosas o hace que perdamos más el miedo a hablar en público», concreta Eme como ejemplos. «Para mí la ‘impro’ es un aprendizaje transformacional», cuenta Laura y añade: «Lo he vivido y algo ha cambiado y lo que cambia es la manera de ver el mundo».

Un viaje apasionante

La improvisación para ellos también es un una lucha constante. Ante un público que todavía no la conoce en exceso y la huida de los estereotipos que en muchas ocasiones la rodean, Calambur tiene una meta clara: hacer de la improvisación un género mayor y reconocido.

«La improvisación es vista por el momento como un subgénero menor. No es generalmente considerada como un género teatral pero es una disciplina que se está poniendo muy de moda e interpretando mucho en las salas», argumenta Eme.

Por el momento y dando cada día lo mejor, estos expertos seguirán rodeándose de nuevos talentos, de públicos entregados y de nuevos «guiones» por descubrir. Calambur nos espera con un plan diferente, versátil y para todos, una muy buena manera de disfrutar cada día de una historia de vida diferente.