A finales del 1800, Buenos Aires deja de ser una gran aldea para formarse en una metrópolis multicultural. Para entonces, la ciudad era una romería en la que pululaban miles y miles de inmigrantes de las más diversas regiones del mundo. La población porteña crece de 200.000 habitantes en 1880 a 1.500.000 en 1914. Dentro de ese movimiento portuario de la ciudad, escapando del hambre en Europa, llega un día el buque Meduana con un inmigrante bielorruso llamado Jacobo, el bisabuelo de mis hijos. Dispuesto a trabajar duro y encontrar un futuro mejor para él y su familia. Así comienza un viaje desconocido a Sudamérica.

Él se instalo inicialmente en Avellaneda, al sur de la ciudad, preparando todo su entorno para poder recibir a su esposa que todavía estaba en la ciudad de Pinsk, en Bielorusia. Pasado un tiempo, alrededor de cuatro años de muchísimo sacrificio, él envía a su esposa una carta diciendo: «ya podés venir y traer a nuestros hijos a Buenos Aires, no logre todo lo que esperaba, pero vamos a seguir todos juntos buscando nuestro futuro acá». A lo cual su esposa responde totalmente convencida con un «sí», pero sin tener ninguna idea de a dónde se dirigía, a qué ciudad, a qué cultura. Confiaba en ese criterio general que circulaba en Europa de que «Argentina es la tierra de los sueños».

Rumores de la Segunda Guerra Mundial circulaban por Europa. Consigue de alguna manera comprar pasajes en un barco que llegaría supuestamente el 1 de Junio. Esta mujer navegaría casi 40 días, con sus 2 hijos de 7 y 11 años, quién sabe en qué condiciones. En esos tiempos que llegaban barcos todas las semanas y muchas veces los inmigrantes que ya estaban instalados en Buenos Aires se acompañaban entre sí al puerto a buscar a sus familiares: resulta ser que Jacobo estaba de casualidad en el puerto acompañando a otro amigo y se encuentra con su esposa y sus dos hijos. El barco en el que venían llegó una semana antes de lo esperado.

Quién sabe qué hubiera pasado si Jacobo no hubiera estado ese día por casualidad en el puerto, pero todo finalmente salió bien. Nicolás y Miguel hablaban ruso, no obstante a los pocos días comenzaron la escuela sin entender una palabra de español, pero la necesidad y las ganas de ir adelante, hacen a los hombres y mujeres más fuertes. Miguel, de 7 años, se convirtió con el tiempo en mi suegro, y abuelo de mis hijos, y me contó toda esta historia. Creo que cada argentino podría contar historias similares de inmigrantes.

Para seguir entendiendo cómo se vivía en esos tiempos de fusiones culturales, Miguel conoce a su esposa que era de familia de inmigrantes austriacos. De esta manera, mis hijos tuvieron una abuela de descendencia austriaca, abuelo bielorruso, otra abuela de familia española y abuelo Italiano.

La inmigración Italiana fue la más numerosa e importante que tuvimos en el país y se estima que 25.000.000 de argentinos son descendientes de italianos al día de hoy. Llegaron españoles, albaneses, austriacos, inmigrantes de los países bálticos como Estonia, Letonia, Lituania. Británicos, los cuales formaron instituciones solidas como el Hospital Británico, el Buenos Aires Herald, prestigiosas escuelas bilingües y Clubes como el Lawn Tenis Club o el Hurlingham Club entre otros. Checos y eslovacos se instalaron mayoritariamente en el noroeste argentino, Chaco y Formosa. Los polacos en Misiones, dedicados a la yerba mate. Rusos y ucranianos, búlgaros, croatas, eslovenos, macedonios, montenegrinos y serbios también llegaban en esos barcos. Gitanos rumanos, húngaros e irlandeses. Luxemburgueses fueron los colonos de Esperanza, Santa Fe. Los neerlandeses se instalaron al sur de la provincia de Buenos Aires y la inmigración de los países nórdicos como daneses, finlandeses, noruegos, islandeses y suecos. Portugueses. Suizos, entre los cuales llegaba a la Argentina con cuatro años de edad, desde el cantón italiano, Alfonsina Storni.

Es necesario poder entender la inmigración para darse cuenta de lo rica que es nuestra cultura y nuestra música.

En ese movimiento portuario internacional, aparecen los marineros alemanes con un instrumento muy peculiar de viento que se llamaba bandoneón, nombre dado por su fundador Alfred Arnold Bandonion.

Contrariamente a lo que todo el mundo piensa, que el bandoneón es el instrumento argentino por excelencia, no es así. Este instrumento llega con la inmigración alemana y es adoptado inmediatamente por los músicos argentinos. La sociedad estaba cambiando y por ende su música: el tango, también. Hasta ese momento los grupos musicales generalmente estaban formados por flauta y guitarra. Los eventos sociales comenzaban a ser más grandes y no había amplificación, se necesitaba más volumen y todas estas características hicieron suplantar un instrumento de viento como la flauta en otro instrumento de viento como el bandoneón. Este instrumento le da al tango otra impronta, deja de ser una melodía saltarina proveniente del sonido de la flauta al sonido armónico y complejo del bandoneón, el cual comienza a amalgamarse de una manera maravillosa con el violín.

EL modelo que ganó la preferencia de los músicos rioplatenses fue el Doble A (AA) (nombre proveniente de las iniciales de su creador Alfred Arnold). Estos músicos van a dar un estilo más definido al tango campero con influencia negra del 1880. Estos músicos inmigrantes tienen otra capacitación, muchos de ellos saben leer y escribir, llegan con formación musical de países como Italia y España mayoritariamente. Con influencia de la canzonetta italiana y del tango Andaluz. En el mismo tiempo, se suplanta las guitarras como instrumentos de cuerdas por el Piano, también instrumento de cuerdas, posiblemente para darle a la orquesta mayor sonido también.

En el 1912 Juan Pacho Maglio graba el primer solo de bandoneón en la historia del tango interpretando La sonámbula. En 1910 aparece la orquesta típica criolla denominada así por Vicente Greco, incorporando al bandoneón junto a la guitarra, la flauta y el violín. Pero además el ingreso del bandoneón influyó sustancialmente en un notable cambio en el sonido tanguero, que conduciría a la Guardia Nueva, una nueva etapa en la historia del tango. Maglio describe en ese tiempo la frase «tango argentino, sos el Himno del suburbio».

Orquestas típicas como las de Vicente Greco y Juan «Pacho» Maglio definen con claridad el nacimiento del tango propiamente dicho. El bandoneón y el piano genero en el tango un salto importante en la instrumentación y en caracterizar tan nítidamente dos periodos la guardia vieja y la guardia nueva.

Cuando me encuentro en Europa musicalizando como Tango DJ y escucho el sonido de bandoneón, me recuerda tanto a Buenos Aires. Cuando veo a la gente bailar con tanta emoción, pienso, de alguna manera el tango creado en Buenos Aires, con la influencia de tantos inmigrantes, ahora emigra a Europa y al mundo, para formar parte del patrimonio de la humanidad.