Allá en las antípodas queda el recuerdo nostálgico de aquellos conciertos en los que el público bailaba, saltaba y se abrazaba, algo imprescindible para muchos amantes de la música en directo. Si bien la escena musical actual ha cambiado —obvio—, el mundo de la cultura comienza a dar sus primeros pasos después de meses improductivos de pandemia. Despacio pero firme retoma el vuelo, afortunadamente, con los primeros conciertos de grupos internacionales en las grandes urbes europeas, pongamos que hablo de Madrid.

Precisamente, en la capital española el grupo británico Morcheeba comenzó su tour mundial. Traspasó fronteras desde Reino Unido por primera vez desde que comenzaron los estragos de la COVID-19 para presentar los diez cortes de su último álbum, Blackest Blue, en el Festival de Música Madrid Escena. Actuaron ante un aforo reducido de 11,500 a 3,500 personas en el madrileño parque Enrique Tierno Galván, cumpliendo con el protocolo covid de la legislación vigente que permite ocupar solo el 30% del recinto.

La banda del multiinstrumentista Ross Godfrey con Skye Edwards como voz surgió en 1995 bajo el influjo de grupos como Portishead y Massive Attack, impulsores del trip hop. Desde su debut en 1996 con Who Can You Trust? hasta el momento, con su nuevo trabajo Blackest Blue (2021), han editado diez álbumes de estudio. Algunos de ellos han llegado a estar en la lista de los 10 más vendidos de Gran Bretaña.

El corte Cut My Heart Out de su nuevo disco —con contribuciones de Duke Garwood y Brad Barr— abrió el concierto ante una audiencia alentada en ciertas ocasiones por la propia vocalista Skye Edwards a «levantarse, agacharse, mover los brazos»… en definitiva interactuar. Una situación descafeinada, diferente a la que estábamos acostumbrados en la era pre-covid, pero que no impidió disfrutar a la mayor parte de los espectadores de la actuación del grupo estrella de la escena trip hop de los noventa. En su biografía llevan la etiqueta de ser precursores de este estilo de música electrónica que fusiona el soul, el funk y el jazz y nació en Bristol, al sudoeste de Inglaterra, lugar de mezclas en el que la población afroamericana logró conservar las influencias jamaicanas del hip hop.

Su música electrónica ecléctica, abierta a la experimentación, se entremezcló con elementos del pop o el blues durante el concierto con un setlist que discurrió entre la nostalgia de los temas clásicos de la banda como Otherwise o World Looking In y el nuevo interés del dúo por otros ecos y sonoridades musicales reflejadas en las canciones de su nuevo disco: una colección que mezcla los estilos que han desarrollado durante una carrera de tres décadas: downbeat, chill, trip-hop, electro-pop y soul. Por citar cuando sonó en el escenario el primer single de Blackest Blue: Sounds of Blue.

De vuelta ya a aquellos cortes que les transportaron a la cima del trip hop allá a mediados de los noventa, la voz envolvente de Skye interpretó uno de sus tótems: The Sea del disco Big Calm (1998) que se convirtió en un éxito en la radio británica inmediatamente después de su lanzamiento. Siguiendo la estela del mismo lustro desfilaron algunos de sus hits más aclamados: Moog Island del álbum Who can You Trust? seguido de Enjoy the Ride (2008) con movimiento de brazos solicitado por Skye al público que seguía a veces el concierto desde sus asientos y otras de pie moviéndose al ritmo de los acordes de la guitarra de Ross Godfrey. Retomando de nuevo el repertorio de su nuevo álbum y repasando toda su discografía, llegó otro de los mejores temas de su último disco Oh Oh Yeah junto a dos de sus clásicos: Trigger Hippie (1996) y Blood Like Lemonade (2010) acompañados del cumpleaños feliz que la audiencia entonó para felicitar a Ross.

El minimalismo de la escenografía contribuyó a que el concierto convenciera desde el primer tema hasta el último bis. Con los acordes de las últimas canciones Rome Wasn´t Built in a Day, los más atrevidos se acercaron al escenario para despedir un recital en el que volvió a brillar una vez más la voz de su solista y cerró con el sonido melódico penetrante de uno de los temas de su nuevo álbum, Say It´s Over, ambientado con las luces de los teléfonos móviles de gran parte del auditorio. La canción Blindfold puso punto y final a una jornada de cerca de dos horas en la que Skye agachada a pie de escenario intentó darlo todo y acercarse lo máximo posible «permitido» al público. En parte para amenizar el concierto, en parte para transmitir la mayor normalidad posible a una realidad indescriptible por momentos.

Morcheeba ha confirmado en Madrid que son creadores de un sonido propio. En la capital han iniciado su tour mundial que proseguirá con su gira española el próximo 4 de julio en Mallorca y el 10 en Barcelona. Este mismo año también actuarán en varios países europeos con Francia, Hungría, Bélgica y Gran Bretaña entre sus destinos. Con conciertos ya programados hasta junio de 2022, la banda británica continuará su periplo internacional además en varias ciudades de Australia y Alemania el próximo año.

Morcheeba en Madrid Escena

Morcheeba fue fundada por los hermanos Godfrey (el DJ Paul Godfrey y el multiinstrumentista Ross Godfrey) junto a Skye Edwards como vocalista. La historia del trío británico, como suele suceder con otros grupos consagrados, ha estado marcada por desencuentros y rupturas. En 2003, la cantante Skye Edwards abandonó la formación por desavenencias profesionales y personales con los hermanos Godfrey. Llegó entonces al grupo Daisy Martey que fue expulsada en mitad del tour The Antidote, y reemplazada por Jody Sternberg. En 2010, Skye regresó a la formación. Su siguiente álbum con la banda fue Blaze Away (2018), primer disco sin Paul Godfrey, que dejó a la banda tras el lanzamiento de Head Up High (2013). En sus 26 años de historia, la formación londinense ha vendido más de 10 millones de copias en todo el mundo.

La banda británica llegaba a Madrid como parte del cartel de Madrid Escena, un festival cultural que ha transportado la música en directo de vuelta a la capital española. En el parque madrileño Enrique Tierno Galván han completado el line up grupos como Sôber, Hombres G o Asfalto en un intento de recuperar los antiguos y ansiados hábitos que demanda la música en directo de gran formato. Y es que los conciertos buscan regresar a su hábitat natural. La presencia de las primeras bandas internacionales en la capital es el paso previo al reencuentro definitivo con la normalidad en el sector del espectáculo y los eventos que «a falta de sorpresas» podrían retomarse de manera full time el próximo año en el que la industria discográfica, productoras y artistas ya han programado cuantiosos conciertos a nivel mundial.