Lomo de conejo a las hierbas aromáticas y Almendra-fizz con amarena-LYO. Entre estos dos platos del chef español Ferrán Adriá hay una diferencia de casi treinta años en el tiempo. Un periodo largo e intenso, que marca la historia de la cocina de vanguardia mundial. Tres décadas en las que el concepto de la creatividad llega a los fogones de elBulli con una evolución singular y de dimensiones universales.

¿Qué hay en la mente de un creador? ¿Podemos estructurar y organizar los procesos creativos? No hablamos de ninguna de las disciplinas artísticas clásicas, lo hacemos de gastronomía. Y Ferrán Adriá tuvo la culpa de asumir para su profesión factores y cualidades como la imaginación, la inspiración, el instinto o la sensibilidad. Ahora que su restaurante duerme en la memoria de todos aquellos privilegiados que pudieron disfrutarlo, el equipo de elBulli, con el cocinero catalán a la cabeza, se ha encargado de concentrar su historia creando cocina de vanguardia en una exposición, que trata de explicar el cómo y el porqué de un proceso creativo. Auditando el proceso creativo, situada en el Edificio Fundación Telefónica de Madrid, es un análisis global que desemboca en respuestas concretas acerca de cómo lidiar con una idea y convertirla en una creación.

El filósofo y psicólogo alemán Erich Fromm dijo: “La creatividad requiere el coraje de abandonar las certezas”. En 1987 elBulli toma la decisión que dará un giro radical a la historia de la cocina, y decide cerrar sus puertas seis meses al año con el objetivo de dedicarlos exclusivamente a la investigación e innovación gastronómica. Había que bajarse del tren y verlo pasar. Tomar distancia y pensar. El punto de partida no era una pose, sino una apuesta en firme de Ferrán Adriá por la creatividad al servicio de la cocina, arriesgando incluso su negocio como bien sabe su socio Juli Soler. “La cocina es un lenguaje mediante el cual se puede expresar armonía, creatividad, felicidad, belleza, poesía, complejidad, magia, humor, provocación, cultura”, esta definición forma parte del ideario que Ferrán Adriá manifestó en el encuentro de Madrid Fusión 2006. Y con estos elementos, no sin críticas, ni un halo pretencioso entorno a su figura, construyó las bases de la cocina de vanguardia actual. Tras una revisión exhaustiva de los clásicos, el chef entendió que lo que tenía en la cabeza no cabía en un plato, que necesitaba ir más allá. La exposición nos muestra la búsqueda constante desde la hoja en blanco, la curiosidad y susceptibilidad ante todo. El resultado fue la creación absoluta de un nuevo concepto de gastronomía, donde la creatividad era el motor. “Cada seis meses abrimos un restaurante nuevo, si no esto no tendría sentido”, dijo Adriá en muchas ocasiones.

El mapa sinóptico que se nos muestra en la exposición puede quedar demasiado complejo a primera vista. Lo interesante es ahondar en los pasos dados hasta llegar al resultado. La sala está llena de información de lo más reveladora de los procesos que se seguían en elBulli. Recomendable detenerse para observar los pasillos empapelados con el sumario minucioso de ideas, conceptos y técnicas apuntadas en infinitas hojas, organizadas y clasificadas. El universo Adriá era como un laboratorio, el alquimista le llamó Le Monde. Quizá ésa obsesiva forma de trabajar documentándolo todo es lo que hizo que las perspectivas con los años fueran cada vez más profundas y repletas de contenido.
Una revolución supone una transformación radical respecto al pasado inmediato y la ruptura con el orden establecido. No es demasiado decir que de elBulli surgió tal cambio. La cocina de Ferrán Adriá dibujó un universo nuevo. Cambió el lenguaje, la estructura de los platos, la forma de servir y degustar la comida. Efectivamente, seguimos hablando de comida, porque al fin y al cabo es solo eso. El mérito de Ferrán Adriá fue introducir la creatividad en algo tan efímero, y hacerlo perdurar.