Viena, la urbe imperial, resulta tan cautivadora como abrumadora para el turista. La oferta cultural de la capital austriaca es tan amplia y los espacios que ocupan sus palacios, museos o parques tan vastos que el visitante puede echar de menos un rincón de reposo donde asimilar la experiencia que supone la propia ciudad. Y ese lugar es el pueblecito de Grinzing.

Situado al norte de Viena, sobre la colina del mismo nombre, Grinzing es hoy en día un carismático barrio del distrito 19 de la ciudad, pero que guarda un encanto y una historia propia. Aunque actualmente es más conocida por su tradición vinícola y por sus heuriger, locales donde se venden y se consumen los vinos jóvenes de la región, la colina de Grinzing ha sido protagonista de batallas y sucesos históricos que marcaron el destino de Viena y de Europa.

Grinzing, un enclave histórico

Los orígenes del pueblo se remontan al siglo XI, cuando fue fundado por la familia Grunzing con el nombre de Grinzigan. De ahí la modificación posterior del nombre como Grinzing, que significa ‘personas que pertenecen a un hombre llamado Grinzo’. En los siglos posteriores, se asentaron en el lugar productores vinícolas y jornaleros que surtían de vino y otros productos al monasterio de Stift Klosterneuburg y a los burgueses adinerados de Viena.

Entre los siglos XV y XVII, Grinzing fue el escenario de múltiples batallas. En 1484, el rey húngaro Matías Corvino arrasó la aldea, mientras que en 1529 los turcos otomanos infringieron graves daños en la zona durante el llamado ‘Primer sitio de Viena’, bajo las órdenes de Soleiman el Magnífico.

Este acontecimiento histórico marcó el apogeo de la expansión otomana por el centro de Europa, el cuál culminaría en 1683 con el segundo sitio de Viena y la batalla de Kahlenberg, colina situada al norte de Grinzing. La derrota de las tropas turcas a manos de los ejércitos combinados del Sacro Imperio Romano Germánico y la Mancomunidad de Polonia-Lituania supuso un antes y un después en la historia de Europa, ya que dio inicio a la retirada de los otomanos de los territorios ocupados de Austria, Hungría, Rusia y Polonia.

Si en el siglo XVII fueron las guerras las que arrasaron Grinzing, a principios del siglo XVIII (1713) fue un brote de peste negra el que asoló la mitad de las viviendas. Durante las Guerras Napoleónicas, el mismísimo Napoleón pasó por la zona en 1809 tras derrotar a las tropas anglo-austríacas de la Quinta Coalición en la batalla de Wagram. La localidad se mantuvo como municipio independiente hasta que finalmente se anexionó a Viena en 1892.

Los heuriger, entre bodega y taberna

Hoy en día, Grinzing es uno de los rincones preferidos por los vieneses para disfrutar de animadas veladas en un ambiente bucólico y alejado de las calles estresantes de la ciudad. Y también un lugar de descanso para los turistas, gracias a los famosos heuriger.

Los heuriger son en realidad tabernas tradicionales austriacas que deben su particular nombre al adjetivo ‘heurig’, que significa en alemán ‘del mismo año’, por el vino joven de la cosecha anual que se vende en ellos, blanco en su mayoría.

A diferencia de otros bares o restaurantes, los heuriger tienen una normativa particular. Los propietarios solo pueden abrir sus locales durante una época determinada del año y solo pueden vender su propio vino, acompañado por un buffet de platos fríos o calientes. Para indicar que el establecimiento dispone de vino, los dueños cuelgan una frondosa rama de pino sobre el dintel de la puerta.

Aunque algunos de los locales se mantienen como estrictos cumplidores de la antigua normativa, la gran mayoría de heuriger se han adaptado a los tiempos y sirven otros tipos de bebidas, además de mantener sus puertas abiertas todo el año.

Sin duda, el mejor momento para disfrutar de estos locales es en los meses cálidos, cuando los patios y terrazas de los heuriger se llenan de música en directo y de vieneses que se sacuden poco a poco el frío del invierno austriaco.

Ruta por los mejores heuriger de Grinzing

Si el clima y la agenda del viajero lo permiten, la visita a este barrio-pueblo de Viena es casi obligada. Para llegar hasta allí desde el centro de la ciudad existen dos opciones, bien en el tranvía 38 que parte desde Schottentor-Universitätt hasta la estación de Grinzing, o en la línea 4 de metro, hasta la parada de Heligenstadt, y desde allí en el autobús 38A hasta el centro de la localidad.

Cerca de la parada del tranvía están algunos de los heuriger más famosos de la zona, y también los más turísticos. Es el caso del fotografiado Alter Bach-Hengl (Sandgasse, 7-9), en el que suelen hacer parada autobuses llenos de viajeros que incluyen este local en los tours de Viena. La taberna cuenta con varios edificios pintorescos, semejantes a casitas de cuento, dispuestos alrededor de un patio donde las hojas de parra se entremezclan con farolillos y fotografías de las celebridades que probaron los vinos de la casa, como Bill Clinton o Sofía Loren.

Enfrente del Alter Bach-Hengl están otros dos conocidos heuriger, el Liebstockli y el Maly. Este último está regentado por la familia Maly desde hace tres generaciones y en él se puede disfrutar de un auténtico Heurigenbuffet, con platos propios de la gastronomía austriaca como el famoso wiener schnitzel (escalope de pollo) o la apfelstrudel (postre con hojaldre de manzana), todo acompañado por los caldos de la casa. Además, como en otros heuriger de la zona, en el Maly las veladas están amenizadas con schrammelmusik, un género musical típico de la Viena de finales del siglo XIX que incluye un repertorio popular de canciones, marchas, danzas y valses, a toque de voz, guitarra y acordeón.

En la misma acera que el Alter Bach-Hengl, frente a la iglesia Pfarrkirche y su característico campanario en forma de cebolla, se encuentra uno de los heuriger más recomendables si se quiere huir del turismo, el Rudolfshof (Cobenzlgasse, 8). Esta taberna suele estar frecuentada por clientes locales, que organizan cenas y comidas con la familia o los amigos. Dispone además de una parrilla donde preparan platos típicos de carnes a la brasa.

Pero Grinzing no es el único pueblo de la zona donde se pueden visitar estas tabernas. Si se coge el bus 38A hasta el final de la línea, se llega hasta el municipio de Kahlenbergerdorf, en la cima de la colina Kahlenberg, donde tuvo lugar la famosa batalla contra el Imperio Otomano.

Por los caminos y calles que parten desde la plaza del pueblo y de la vecina localidad de Nussdorf, se puede llegar a otros heuriger donde los propietarios ofrecen buenos vinos servidos entre los propios viñedos. Es el caso del HIRT y el Sirbu. Este último es uno de los más antiguos de la región, ya que las primeras referencias a su actividad vinícola se remontan al Renacimiento.

Como colofón de la visita, desde lo alto de Kahlenberg se puede contemplar una de las mejores vistas de Viena en un ambiente inmejorable. Al atardecer, la noria del Prater y la aguja de la Stephansdom, la Catedral de Viena, reflejan los últimos rayos del sol antes de que las luces de la capital imperial cubran por completo el valle del Danubio, bajo la atenta mirada del visitante.

Referencias

Heuriger Hans Maly KG
H. Sirbú
Hirt