Uno de los mayores comodines gastronómicos en nuestro país es la croqueta, por no decir el mayor. Ésta suele ser la reina del menú en todas las ocasiones en las que nos sentamos a la mesa.

Es un alimento hecho a base de unos socorridos ingredientes ligados entre sí por una bechamel casera que hace de ellos un agradable bocado lleno de sabor.

Tan socorridas como sus ingredientes, pueden sacar de algún apuro en reuniones con amigos, donde se ofrece un par de raciones para deleitar al personal; en cócteles de empresa u oficiales, pues es algo que se puede comer mientras se está de pie y no supone ni tan siquiera mancharse las manos para poder seguir con un ajetreado meeting; en una comida familiar, por supuesto, donde sería un plato tan típico como el propio evento que se celebra, ya que siempre suele haber un miembro de la familia especializado en su elaboración y cuya receta es digna de heredar para poner en marcha cuanto antes o es secreto de sumario para que siga siendo tan especial; y, como no, en cualquier bar o restaurante, pues ya sea en ración o en pincho siempre se encuentran. Ahí están ellas, tras la barra, tras ese cristal muchas veces empañado por el vaho del calor que desprenden, esperando a ser las siguientes en deleitar a los impacientes comensales.

Pero no solamente tienen la maestría de sacar de apuros en determinadas circunstancias, sino que se puede echar mano de ellas en cualquier momento de día.

Se pueden tomar bien como aperitivo en la mañana acompañadas de una cerveza fría o bien como entrante en la comida de mediodía. Además, se puede disfrutar de ellas en la noche para cenar, pues es algo bastante cómodo y apetitoso (que no rápido). El tiempo medio estimado en elaborar una bechamel es de tan sólo quince minutos; no obstante, se ha de dejar reposar la masa para que, una vez fría, se puedan liar las que serían las futuras croquetas.

Este campo de la gastronomía es tan extenso y personal que no podríamos analizarlo en una sola vida, pues existen croquetas de tantos ingredientes como tengamos en ese momento en la nevera.

Por un lado, dentro de las saladas, las más habituales son las de cocido, las de pollo y las de jamón. Todas ellas elaboradas con su ingrediente principal picado en minúsculos trozos (o algo más grandes para los más curiosos). Sin embargo, dentro de este apartado, las más famosas por su misterio son “las croquetas de la abuela”, pero… ¿qué llevan realmente? Esa será la gran incógnita culinaria durante siglos, pues todos los cocineros siguen al pie de la letra la receta sin llegar a conseguir el exacto sabor “de la abuela”.

Por otro lado, tenemos la variedad gourmet de las croqueras dulces. Tan exquisitas como las primeras, se pueden hacer tanto de frutas como de cremas y salsas e incluso de postres como el arroz con leche. Asimismo, se pueden fundir entre ellas, pues siempre se ha sabido que hay paladares muy atrevidos que alguna vez han mezclado chorizo y chocolate. Quizás fueron los autores de esta creativa combinación.