La llegada de las navidades trae consigo felicidad para la mayoría, tristeza para algunos y mucho trasiego para los cocineros encargados de ser los mejores anfitriones de su casa en dichas fiestas.

Todo comienza organizando una lista de los comensales que se reunirán. Suele haber cambios, pues algunos fallan y otros se apuntan a última hora, pero hay que tener claro este tipo de variaciones a la hora de hacer el listado.

Según los asistentes y sus gustos empieza lo peor: decidir el menú.

Parece fácil cogiendo el simple catálogo de un supermercado y eligiendo ideas para nuestro futuro evento, pero la realidad dista mucho de esas sugerencias ya que tenemos los tan abundantes entrantes (con los que para algunos es más que suficiente), primer plato y segundo plato.

Si empezamos por los entrantes, lo más habitual en estas fechas son el foie, los embutidos y por supuesto el marisco. Muchos prefieren gambas a la plancha en lugar de langostinos cocidos, pero lo que no suele faltar es el pulpo en sus distintas variedades (a la gallega, al horno, a la vinagreta, etc.).

Estas navidades no han sido tan frías como las anteriores, por lo que el consomé no ha aparecido como primer plato en las casas, sino que se ha preferido algo de pescado, lombarda o pimientos del piquillo rellenos tanto de bacalao como de gambas o de carne picada.

En cuanto al segundo plato, principal en todas las ocasiones, siegue siendo la carne. El cordero, el pavo o el cochinillo asado, el entrecot de ternera, el chuletón de buey y las chuletillas de cordero para los más pequeños han sido los que han llenado la mesa estas fiestas.

No obstante, a muchos de nosotros lo que más nos gusta de estos menús son los postres. La cocina se llena de flanes, bizcochos caseros, tartas, siropes y distintas chocolatinas y turrones de aquellos afortunados que hayan sido agraciados con la famosa cesta de navidad.

Pero no todo queda aquí: una vez que han pasado las celebraciones y hemos dado la bienvenida al año nuevo, viene el día más especial para los niños: el día de los Reyes Magos. Durante esta semana, los chavales disfrutan de los juguetes que se han merecido tras el madrugón del día seis esperando su gran regalo. Un momento lleno de nervios, ilusión y juguetes, pues no olvidemos el roscón de reyes. Éste es uno de los dulces que nos hace pensar que la Navidad aún sigue con nosotros, ya que trascurrido dicho día seis, mientras las tiendas desmontan sus escaparates navideños, los supermercados se vacían de clientes y la televisión no emite anuncios de juguetes, muchos de nosotros seguimos cortando un trocito de roscón para desayunar o para merendar esperando a que nos toque la sorpresa…

Es dicho que la tradición viene de los romanos (nada que ver con la llegada de los Reyes Magos) y hasta hace poco lo que ahora denominamos sorpresa, era una haba; sin embargo, su receta se ha ido adaptando a nuestra cultura y gastronomía actuales.

Este colorido bollo, cuya masa contiene agua de azahar para proporcionarle un agradable aroma, tiene su parte superior adornada de fruta escarchada o confitada. Su interior está relleno de nata pero puede sustituirse también por crema, cabello de ángel e incluso trufa.

Disfrutando de esta dulce rosca, podemos considerar su último pedazo como fecha de cierre de las Navidades, pues una vez acabado, procederemos a retirar las figuritas del Belén y las bolas del árbol para concienciarnos de que empieza el Año Nuevo con nuestra dieta habitual.