Escribo sobre gastronomía porque es un arte vivo que palpita en el alma de los pueblos. Me atrae el mensaje inclusivo y democrático que conllevan las diversas tradiciones culinarias del mundo. Todas, sin excepción, invitan a conocer algo nuevo. Frente a esta novedad todas las opiniones son válidas porque al momento de comer ejercemos la libertad de expresión.

Escribo sobre gastronomía porque entiendo que es un brote poético de un país que quiere vivir su postergada primavera. Lo mío es un canto de pájaros al amanecer que engrandece la diversidad cultural del territorio, en abierta rebelión al criterio único de los mercados globales y las añejas academias. En el acontecer cotidiano vamos construyendo la identidad de nuestros pueblos y son las comunidades locales sus legítimos protagonistas.

Escribo sobre gastronomía para que mis textos generen oportunidades en mis compatriotas y sean capaces de conocer más de sus entornos. Es sabido que el oro del siglo XXI es el conocimiento y tenemos la posibilidad histórica de reverdecer el panorama con nuevas interpretaciones. La difusión de estas voces refrescantes nos ayudan a tomar mejores decisiones para mantener sanos nuestros ambientes naturales y culturales.

Escribo sobre gastronomía porque le declaro la guerra absoluta al monopolio de los alimentos industriales que tienen a nuestra gente en los hospitales y en los cementerios. La ignorancia de las masas enfermas, sometidas al ensordecedor bombardeo de los mensajes publicitarios, se combate con la difusión de alternativas saludables existentes en las pequeñas economías de subsistencia. Si bien esta contienda es desigual, la vamos a ganar porque al que sabe, ya no se le puede engañar.

Escribo porque quise emprender mi propio sueño de ser escritor, oficio a contracorriente que me permite dejar un mensaje positivo de mi país en libros que nunca mueren, así como los poetas. Es un deber del escritor darle importancia a los libros y gracias a la gastronomía he podido ponerlos en las manos de la gente. Este invento antiguo, que es capaz de viajar por el mundo sin necesidad de pasaportes, va modelando la realidad con nuevos colores.

También sé lo que no quiero escribir sobre gastronomía. Jamás mis letras serán usadas para hacer competir a los hermanos ni para fomentar las discriminaciones que impone el dinero. Tampoco serán tolerantes con el engaño ni ocultarán la enfermedad. Mis creaciones literarias nacen para que el conocimiento se comparta y ayude a formar una opinión pública que sea capaz de rebelarse a la alimentación industrial que ofrecen los mercados globales.