Estoy haciendo un ayuno de 48 horas. Algo que hago con cierta frecuencia y que sirve para resetear el cuerpo y también el alma. El ayuno es una práctica olvidada en las culturas modernas y de consumo exagerado. Pero los beneficios son varios y aconsejables. Este ejercicio fortalece el sistema inmunitario, reduce de deterioro celular que produce la edad y nos permite vaciar la mente. Durante las horas de ayuno, siento una calma profunda, estoy más consciente de mí mismo y pienso con mayor claridad. Estos últimos años, el ayuno ha tenido un auge en la prensa y es muy aconsejado de manera intermitente.

Yo, desde algunos años, me he acostumbrado a comer sólo una vez al día, ayunando por 23 horas y siguiendo una estricta dieta de fruta y verdura, que excluye todos los alimentos de origen animal y el azúcar refinado. Al ayunar durante dos días se acentúan los efectos y los beneficios, alterando ligeramente la percepción del mundo externo, interoceptiva y propioceptiva, confirmando el hecho de que mucho de lo que sucede con nosotros a nivel emocional y mental es el resultado, en parte, de un proceso bioquímico y sobre todo de hormonas y neurotransmisores, que dependen de la dieta. El ayuno de 48 horas aumenta el metabolismo y esto podría ser positivo para muchos.

El ayuno lo combino con caminatas de una hora y he notado que mis pensamientos no fluctúan de la misma manera y que sin esfuerzos puedo conservar o trabajar con una idea sin mayores dificultades. En otras situaciones, a menudo, me sorprendo saltando de un tema al otro y el efecto es meditativo. La actividad motora facilita la producción de ideas y el ayuno hace posible profundizar. Sorprende pensar en la cantidad de estímulos a los que nos estamos sometiendo cotidianamente. La radio, televisión, conversaciones interrumpidas constantemente, el trabajo, etc. Todo esto roba nuestra atención, distrayéndonos con una infinidad de ruidos irrelevantes. Con el ayuno, interiorizo en el silencio sin percibir o eliminando la distracción.

Otra ventaja de esta práctica es su efecto antinflamatorio. El sobrepeso aumenta la cantidad de marcadores de inflamación y esto, entre otros factores, conlleva a graves problemas cardiovasculares y digestivos. El ayuno mejora la presión arterial y reduce los síntomas de diabetes, facilitando fisiológicamente la reducción del azúcar en la sangre. Estudios sobre longevidad concuerdan en los efectos positivos de una dieta hipocalórica y los beneficios del ayuno. Además, una dieta que limita la cantidad de calorías ingeridas o el ayuno intermitente mejora la salud del cerebro y reduce el riesgo de demencia y/o alzhéimer.

Durante el ayuno es importante beber agua o té sin azúcar y recomenzar a comer pequeñas porciones. Nuestro organismo puede resistir semanas de ayuno, si bebemos suficientemente, pero para lograr resultados positivos, basta unos pocos días o hacerlo de manera intermitente sin comer por unas 16 horas al día. La literatura sobre el tema es amplia y basta un poco de curiosidad para explorar las posibilidades sin temer daños a la salud, al contrario. Por estos motivos, aconsejo un ayuno mensual como parte de un proceso de depuración del cual todos tenemos necesidad.