Decoradora de interiores, diseñadora de bolsos, gafas y zapatos, coleccionista de joyas e icono de moda, a sus casi 95 años, la neoyorquiina Iris Apfel es de todo menos una ancianita convencional. Ha sido reconocida durante décadas por su exquisito trabajo como interiorista pero fue a los 84 años cuando le llegó la fama como icono fashion, etiqueta con la que ella misma se sorprende pero por la que, en los últimos años, más se la reconoce. Esta popularidad acompaña a Apfel desde 2005, año en el que se convirtió en la protagonista de una gran exposición en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York (Iris Apfel: rara avis), cuando Harold Koda, comisario del Metropolitan, se enteró de que había una mujer en la ciudad que tenía la colección de joyas de Alta Costura más impresionante de EE.UU. En un principio la idea de Koda fue hacer un homenaje a esta colección pero, al conocer personalmente a Iris, comprendió que era imposible mostrar el auténtico valor de estas joyas separándolas del especial estilo de su propietaria. Y así fue como este joven espíritu que reside en el cuerpo de una entrañable anciana se convirtió en el protagonista de una gran muestra con 80 looks que eran pura fantasía entre los que se podían ver piezas de Dior, Dolce & Gabbana, Nina Ricci, Geoffrey Beene, Lanvin, etc..

Pero, de esta exposición que encumbró a Iris Apfel a la fama y que marcó un antes y un después en la vida de esta divertida musa del estilo, han pasado más de diez años y, al contrario de lo que sucede con otros iconos pasajeros cuya fama dura lo que tarda en caer en el olvido el motivo que les ha hecho alcanzarla, Iris sigue ocupando a día de hoy un lugar de honor en el universo de la moda. ¿Qué tiene la neoyorquina de las gafas gigantes para ser una it-girl pasados los 90 años? Desde luego, factores como el carisma, el ingenio o la creatividad no le faltan y gracias, en gran medida, a ellos ha llegado a ser portada de las cabeceras de moda más importantes del planeta. Pero si algo ha hecho trascender su estilo y llegar al público general de una manera tan genuina, que para muchos se ha convertido en referente y fuente de inspiración, es su alegre personalidad y su particular punto de vista que demuestra que la moda es intuición y que combinar piezas de diseño con prendas que encuentra en mercadillos no solo está permitido, sino que es una forma de triunfar haciendo caso omiso de los estereotipos. Siempre abanderada de la diferencia, defiende a capa y espada la individualidad en la vestimenta y rechaza cualquier estilo que suponga pertenecer a las masas. Su excéntrico, pero evocador, modo de vestir es la seña de identidad que ha hecho de Apfel la musa de varios diseñadores y editores de moda. Con su obsesión por vivir una vida llena de color y con la diversión como antídoto a las reglas sociales del buen vestir, Iris ha conseguido crear una marca personal que ha traspasado fronteras, edades o preferencias estilísticas alcanzando el estatus de icono de moda que le ha valido en los últimos años para colaborar con las mejores marcas y diseñadores y para seguir siendo lo que es, un icono de estilo con casi 95 años.

De su larga e intensa vida tiene mil y una anécdotas que contar. Ha viajado por todo el mundo, coleccionando tesoros que ha ido encontrando a su paso, ha trabajado para clientes como Greta Garbo, Patricia Nixon y Estée Lauder, ha decorado la Casa Blanca para nueve presidentes, desde Harry S. Truman hasta Bill Clinton, y ha conocido a genios de la moda como Saint Laurent y Balenciaga. Todo este bagaje ha forjado en ella un carácter abierto, alegre, peculiar… con gran sensibilidad para ver el lado bello de la vida y para comprender que en la diferencia está la virtud. Defiende fervientemente que la moda no tiene edad y rechaza lo moderno, afirmando que: “las tendencias vienen y van. Me gusta la ropa atemporal, lo simple, lo que puedas llevar mucho tiempo, aunque actualmente todo es de usar y tirar”. Cualidades no le faltan para ser más que un icono. Ella es genio y figura.