Los Chimú perfeccionaron la artesanía textil hasta convertirla en una influyente y prestigiosa actividad, que se expandió por gran parte de la costa del Perú. Sus tejedores realizaron una variada gama de piezas ornamentales e indumentaria, destacando entre ellos este excepcional traje conformado por tres prendas –una camisa, un taparrabo con faldellín y un turbante– que comparten las mismas materias primas, técnicas textiles e iconografía.

La camisa o unku, cuya forma ancha y corta es característica del vestuario de la costa andina, presenta toda su superficie con iconografía. Tanto el faldón como el turbante son largos y sencillos paños de tejido plano, a los que se le han cosido en sus extremos los paneles decorados. La iconografía se basa en la superposición de tres estructuras textiles diferentes, que originan un módulo de representación rectangular que se repite en casi todas las prendas; un soporte o base de tejido reticulado, en cuyo centro se realizó con tapicería una cruz escalonada rodeada por personajes con cetros y dobles círculos, y aplicaciones de tapicería y volúmenes anillados de borlas y representaciones de diversas plantas, entre ellas, algodón, maíz y tubérculos, cosidos al soporte. Diferentes terminaciones y flecos rematan la composición del textil.

Una de las funciones básicas de la vestimenta en los Andes era servir como insignia visual de la membresía de grupo del individuo, existiendo una identidad esencial entre el sujeto y su atuendo. Diseños brillantes, coloridos y altamente simbólicos daban al observador una idea inmediata acerca de la identidad étnica y otras características sociales y políticas de su portador.Como indumentaria de uso ceremonial, este traje sirvió para investir a su usuario del poder de los símbolos representados en él.

En el caso de la sociedad Chimú, el poder se relacionaba principalmente con la capacidad de controlar la fertilidad agrícola en un territorio extremadamente árido como la costa norte andina. Las representaciones presentes en este traje corresponden a símbolos que reflejan la relación entre los ritos practicados por la elite, autoridades y sacerdotes, y la fertilidad agrícola.

La base reticulada, los diseños geométricos y los personajes hacen alusión a la arquitectura de los centros ceremoniales Chimú y a las actividades que allí ocurrían cuando se les rendía culto a las momias de los ancestros de las dinastías gobernantes. Emanan desde ellos la infinidad de representaciones volumétricas de vegetales, uniendo metafóricamente a los rituales y los ancestros con la fertilidad agrícola. La base reticulada evoca también a las redes de pesca,intentando transferir simbólicamente la alta productividad de esta actividad marina a los campos agrícolas.