A veces, la vida te da lecciones de la manera más dura imaginable, y esto es precisamente lo que me sucedió hace unos años. Cuando la vida te vapulea con un acontecimiento inesperado y terrible como la pérdida de un ser querido, un hermano, entonces, solo entonces, algo en tu interior se rebela y tu vida no vuelve a ser la misma.

Te das cuenta en ese momento de que ya es tarde para confesar todo aquello que sentías pero te avergonzaba decir en voz alta, como si manifestar esos sentimientos te hiciera débil o vulnerable. Reflexionas sobre todos esos momentos en que pudiste compartir tus minutos con esa persona, tu hermano, tu padre, tu amigo, no importa... mas no lo hiciste y ahora ya es imposible. Compartir silencios, charlas, paseos… ya nada de eso podrás recuperar.

Dicen los expertos que todo gran cambio en la vida genera un cambio en tu forma de ver y sentir el mundo, y, desde mi experiencia, confirmo que es cierto.

A pesar de que somos seres racionales, en ocasiones nos mantenemos pertinaces en nuestras ideas y costumbres, guiados unas veces por el miedo, otras por la vergüenza y otras por alguna otra absurda convicción.

Pero la vida siempre nos da una segunda oportunidad, así que aprovechémosla. Abre la puerta a tus sentimientos y déjalos libres para que cada uno de ellos llegue a su destino. No dejes que ninguno se quede dentro porque tal vez en algún momento de tu vida te arrepientas de ello.

Son cientos los sentimientos que tenemos dentro esperando a ser rescatados: dile a tu compañero de trabajo que te sientes genial trabajando a su lado; deja que tu amiga sepa que la consideras una hermana; dale a tus padres las gracias por todos esos momentos que dejaron de vivir por cuidarte; y a tu amor… a tu amor confíale tu alma entera.

Tal vez con el paso del tiempo te arrepientas de algunas de esas emociones. No importa, porque eso es lo que sentiste en algún momento y forma parte de la historia de tu vida; sin esa persona o ese momento probablemente no serías el mismo.

Solo me arrepiento de lo que no te dije, querido hermano.