Hay quienes hablan de la felicidad como algo que se puede comprar en el mercado de la esquina. A la cual uno puede llegar mediante un ejercicio o una rutina de la voluntad, acompañado quizás de un mantra o dos. Algo que puede ser capturado en método y vendido como mágica poción. Ellos no saben.

Hay quienes piensan que el dolor es una molestia, una de esas manchas en la ropa que se pueden limpiar con esfuerzo y jabón, una nube mental que causa depresión o una especie de veneno psicológico, para el cual ellos pueden ofrecer el antídoto. Y hablan sobre la ley del mínimo esfuerzo como una fórmula simple para liberar la alegría y sobreponerse al dolor. Me pregunto si se habrán enamorado.

Porque el amor es un terrible dolor de dicha, es una herida que no sana, que hace a los que aman cantar y llorar al mismo tiempo. No, el amor no es fácil. Los amantes conocen ese camino de rosas y espinas y ebrios se congregan afuera de la Taberna con la esperanza de que fluya el vino. Su ser entero enfocado en el ser Amado, todo lo demás pura fantasía y entretenimiento pasajero.

Ahora bien, si quieres, puedes vivir por un tiempo en ese limbo, y disfrutar de los conceptos de felicidad y los remedios que alivien tus molestias a esas que ahora les llamas dolencia y desdicha. Pero todavía te falta descubrir el dolor de la separación, y esa dicha-agonía del verdadero amor que no cesa, hasta que dejas de ser tú, para ser quien amas.

Así que por el momento quédate en la jaula y hazte de sabio, dibuja tus caritas sonriente en las paredes para espantar esas irritaciones a las que les llamas dolor. Pero aléjate del amor, porque ese dolor de dicha no conoce fronteras, ni tiene estaciones de descanso.

Te desvelará noche y día, en aullido y melancolía, mientras imaginas las formas de cómo aumentar tu adoración. La luz de ese amor sobrepasa, el alumbramiento de las constelaciones y las explosiones de novas y soles. Su fuego encenderá tus entrañas, y su combinación de dolor y dicha te harán libre de ti mismo.

Las heridas del amor no sanan fácilmente y su angustia es una locura total. Por eso evita esta demencia a como dé lugar y no te expongas, porque una vez estas herido de amor caerás constantemente. Y no habrá consejos, ni sistemas de meditación ni libros, o nichos sagrados, ni reliquias en esquinas que te salven de ti mismo enamorado.

Sólo la consumación en el fuego, que realizan las mariposas nocturnas se compara. Te quemarás en la luz del amor hasta morir, y en esta muerte yacerá tu secreto del placer y del vivir. «El amor implica sufrimiento, el dolor de la separación la sed del anhelo, mientras uno va constantemente ardiendo».

El gran poeta Hafiz decía: «Bueno, sirvan más vino y sirvan aun más todavía, al principio el amor parecía fácil y después se volvió dolor».

Por eso aléjense por favor de la Calle del Amor si quieren estar a salvo y no confundan la felicidad liviana, o el dolor que se sana con una sonrisa en fórmula, con el dichoso-dolor del amante caído, cuyo corazón ha sido atravesado por la más hiriente de las flechas.

Para él, que amanezca el sol no es significativo. Todo le parece una especie de oscuridad alumbrada, porque él vive y muere solamente por la luz de la mirada en los ojos de su ser Amado.