No siento La Poesía solo como una creación literaria sino, ante todo, como una condición personal, como una actitud ante la vida. Existen (y existirán) poetas que jamás habrán escrito un poema, pero que lo han compuesto con su vida. Ser Poeta con mayúsculas es adoptar una actitud poética ante la vida. El Poeta mira la vida desde otro ángulo, indaga tras de cualquier destello, tras de cualquier sombra buscando ¿quién sabe qué recónditos orígenes, qué anheladas respuestas? Busca siempre lo que no se ve, aunque no sepa por qué ni cuál es el objeto de su eterna búsqueda.

Por eso, escribir poemas es algo tan especial; porque no se puede escribir verdadera poesía si no se ha sentido, si no nos ha calado en todos los entresijos de nuestra sensibilidad el pequeño o gran mundo que nos rodea. Como decía María Zambrano: «El poeta observa la vida a través de la poesía (como si de unas lentes singulares y permanentes se tratase)»

¿Qué es el lenguaje poético? ¿Cómo distinguirlo de los otros lenguajes?

El lenguaje poético es el que es capaz de situarnos, en un descuido, al otro lado del velo; el que nos pone en contacto con nuestro propio ser poético; el que nos ofrece una dimensión de la realidad distinta a la cotidiana; el que nos permite mirar lo cotidiano con ojos nuevos. Es el que provoca el vértigo. El lenguaje poético nunca nos deja indiferentes.

El poema, en mi opinión, debe tener un principio, un desarrollo y un desenlace y a través de estas tres partes debe ofrecernos «su historia» y ha de hacerlo de tal modo que sugiera más que cuente. El poema, como un conjunto armónico de ritmo y mensaje, es una de las grandes maravillas del lenguaje.

Mis primeros poemas surgieron a una edad muy temprana y desde entonces nunca dejé de escribir. Pero fue allá por 1997, cuando entré a formar parte de la Asociación Poética Gallos Quiebran Albores, cuando cobré la suficiente confianza como para decidirme a publicar mi primer poemario, El despertar de las adelfas , publicado por la Diputación provincial en junio del 2000. Una recopilación de lo que en mi opinión habían sido mis mejores poemas hasta el momento. Poemas de amor, desamor, de reflexiones sobre la vida, sobre el miedo, sobre el dolor, sobre la felicidad, con la naturaleza siempre como telón de fondo. Se abre y se cierra con unos poemas sobre el mar como origen y testigo constante de nuestras vidas.

A continuación, algunos de los poemas de El despertar de las adelfas.

Niebla
(Este poema recibió el Primer premio de poesía "Cilanco", 1.999 del III certamen literario «Emilio Murcia» en Albacete)

Porque ella surge así, tan de repente,
como un torpe pañuelo que se escapa
mas perdura, obstinado, entre los dedos.
Porque nada es igual si nos envuelve
en la lenta caricia de sus manos.
Porque es nada
y la nada sobrecoge
cuando es densa
y penetra cuerpo adentro,
y atraviesa fronteras de la mente
y avanza hacia recodos del espíritu.

Ha llegado en silencio, de mañana:
ingrávida, tan ágil, escalando
los recuerdos que vibran en las sienes.
Y han llorado los brezos por su causa.
Y hasta el roble ha humillado su ramaje.
Era toda dulzor inaprensible
o, tal vez, solo hiel evaporada.

Porque asciende, descalza, hasta mis hombros,
aparece, de súbito, en mis piernas,
se refugia, serena, en mis cabellos
y emana de mis poros, tan profusa,
que ya es mi soledad
tan solo niebla.

Porque el cerca y el lejos los ha unido
en el húmedo abismo de su frente
y marchamos a ciegas, mas seguros
de su fiel compañía a cada paso.
Porque anuda misterios al enigma
y no sé de qué boca ella es aliento.
Y ni un pájaro vuela por su rostro
a pesar del hechizo de su imagen.

-¿Has nacido del seno del vacío?
¿Con qué signo marcada traes el alma?
¿Tienes alma? ¿Eres dulce?
¿Son tus ojos
los vagos horizontes de ese mundo
que, a veces, yo presiento en tu lenguaje?
¿Y si fueras umbral de los ensueños
y anduvieras rondando mi tristeza
para llevarme, rauda, al universo
de la luz que, con tal celo, custodias?

¿Y si al fin fueras, niebla,
solo huida
y yo solo la huella de tu paso,
y una tarde de sol, sin decir nada,
como tú, yo también desaparezco?

Si te dijera, amor...

Si te dijera, amor...
si te dijera
que llevo ya tus sueños
prendidos en mi piel,
que es mágica tu voz,
que nadie podrá hurtarme
el cielo de tus manos.

Si te dijera, amor...
si te dijera
el verde aquel del parque
bullendo al mediodía,
la plácida sonrisa de las flores,
el invisible mirador del beso.
Un campo de amapolas sorprendidas
quemándose, de rojo, a nuestros pies.

Si te dijera, amor...
si te dijera
que son mis ilusiones
jinetes de tus ojos,
que, galopando sobre el tiempo, busco
la hondura de tu alma, cada día.

Y nada más, amor, voy a decirte.
Sería inútil pretender, ahora,
encerrar en palabras
una estrella,
una hierba ondulándose en el aire,
el temblor de una hoja junto al agua
o la brisa que nace de tus labios
despertando la luz sobre mi pecho.

En la orilla insomne de mi alma
(Poema sobre el mar con el que se inicia el poemario)

Ha llegado la noche
y el mar prosigue
su embestida de olas sobre el mundo.
Es un bronco rumor enfebrecido,
que quiebra los cristales del silencio.
Anduvo todo el día obstinado
en mostrar a mis ojos su braveza.
Y continúa ahora,
cuando la tarde muere,
reclamando un lugar entre mis sueños.
Todo a mi alrededor dormita,
pero este osado león de agua
sigue llamando.
No sé si a mí
o a aquella niña
que deshojaba flores en la tarde,
queriendo desvelar, en un íntimo juego,
el enigma insondable del amor.

En la orilla insomne de mi alma,
como el mar, un oleaje de besos húmedos
va y viene,
viene y va,
del llanto a la ilusión
constantemente.

Manso mar
(Poema sobre el mar con el que se cierra el poemario)

Pareces, manso mar, esta mañana,
una paloma herida que abandona,
en brazos de la luz
hacia la hondura,
el eco de su vuelo lastimado.
Y yo aquí en la orilla, sin dolerme
la angustiada expresión de tu derrota.
Y yo aquí aguardando –sin dolerme-
el beso enfurecido con que anuncias
tu retorno a la vida.

Tuya seré,
cuando la brisa pose
sus versos de agua
sobre mi piel sedienta.

Pareces, manso mar, esta mañana
una cometa ajada y sin colores.
Cuando remonte el vuelo tu oleaje,
seré tuya otra vez.
Y, de nuevo, cuando la tarde caiga
celebraremos juntos
tu regreso al amor».