Es el 20 de mayo de 1816; un militar colombiano huye de la reconquista española. Antes de partir de su madre patria, ve a sus camaradas morir fusilados. Afortunadamente, es un joven teniente, el hijo más joven de una familia noble. Su madre le brinda una taza de café y una hierba medicinal cuya base es una mata que mata; el joven siente una ligera sensación de déjà vu, su progenitora irónicamente le dice que se lo tome todo, que en un futuro esas cosas tendrán una demanda gigantesca. El joven militar empieza a alucinar, ve cómo sus bebidas se tiñen de rojo; teniendo una supuesta visión del futuro, ve cómo un militar patea una cabeza cercenada y grita gol, al mismo tiempo, ve a un hombre de anteojos reír maniáticamente en un escritorio.

Su nombre era Michael. Decide viajar al primer destino del descubridor, llegando a la ciudad un domingo santo. No llevaba ni diez segundos en el lugar cuando ve a la mujer de sus sueños; esa mujer se llamaba Carmen, su piel era levemente morena, su cabello liso y semi ondulado. Esa mujer media 1.64 m, era robusta, de mejillas enormes y hermosas; sus labios eran algo carnosos y rosados, su sonrisa casi no tenía imperfecciones y sus ojos marrones reflejaban una ternura inimaginable. Por último, su corazón era inmenso, al punto que se le quería salir por los pectorales. Después de Michael hablar con ella, supo que su ascendencia era en gran parte caucásica, que apenas si tenía un bisabuelo de raza negra por lo que dio como resultado, a lo que en tiempos contemporáneos le dirían, una mujer trigueña.

Michael comprendía perfectamente que era ser un mestizo. Su padre era de tez algo morena. A pesar de que él es alguien más blanco que una hostia y de ojos avellana, él sabía que por sus venas corría sangre indígena. Al conocer su personalidad, el hombre se terminaría de enamorar. Esa pareja sería unida por un juego de mesa, a ella se le permitió aprender a leer y escribir; el noble al que su familia le servía le permitió adquirir ciertos conocimientos en derecho. Esa mujer reservada y bromista poco a poco entraría en confianza con Michael, quien la llenó de poemas y canciones.

Ella, en un principio, no lo amaba, aunque reconoció todas las virtudes que le atraían de este hombre, pero había tres cosas que a ella no le gustaban de él. Por no herirlo, tardó años en decírselo y solo fue hasta que él logró conquistarla que ella se lo contó. Ellos formaron una relación a la que, en tiempos actuales, le dirían relación abierta, todo a escondidas.

Estar con ella llenaba su alma, así que tomó la decisión de nunca volver a su patria boba, sabiendo que siglos después se formaría un ciclo de odio por un señor en las sombras, y formó una familia con la morena que tanto amaba, teniendo dos hijos.

A sus ochenta y ocho años muere Michael. Su amada tiene ochenta y dos años y lo acompaña en su agonía. Antes de morir, Michael toma un agua de hierbas de la mata que mata, teniendo una última alucinación, observando en la isla de su esposa en tiempos contemporáneos que el aborto no es legal ni en las tres causales. Él no sabe si ese futuro es real, pero decide ocultárselo a su adorada esposa. La muerte alcanza a Michael.

Dos años después, Carmen muere de tristeza; el ciclo de amor se repite, la reencarnación se pone en marcha.