El año pasado tuve la oportunidad de visitar la ciudad de Bogotá con mi mamá y mi hermana. Fue un viaje de 3 días pero lo aprovechamos al máximo. Salimos del aeropuerto de Panamá en el primer vuelo en la mañana y llegamos a Bogotá antes del mediodía ya que es un vuelo corto de aproximadamente una hora y media. Al llegar, teníamos a una persona esperándonos para llevarnos al hotel. En el camino nos comentaron sobre diferentes tours y decidimos tomar uno para visitar Zipaquirá y su famosa Catedral de Sal esa misma tarde. Desde el hotel a la Catedral de Sal era un viaje por carretera de más o menos una hora.

Habíamos escuchado sobre la Catedral pero no teníamos idea de lo impresionante y hermoso que es el lugar. Quedamos completamente fascinadas y, en algunos momentos, se nos hacían nudos en la garganta de la emoción. Los que han podido visitar este lugar pueden entender lo que le produce estar ahí.

La Catedral de Sal, para que tengan una idea, está construida dentro de una mina de sal en Zipaquirá. La primera catedral fue construida en 1950 e inaugurada en 1953 en las antiguas galerías cavadas por los muiscas dos siglos antes. En 1932, Luis Ángel Arango tuvo la idea de construir una capilla subterránea, inspirado por la devoción que los obreros demostraban antes de iniciar su jornada de trabajo cada día. Estos adornaban los socavones con imágenes religiosas de sus santos, a los que pedían bendición y protección. La mina poseía en ese momento cuatro niveles de excavación, cada uno de ellos con una extensión de 80 metros. La Catedral Salina se situaba en el segundo nivel de la montaña.

La antigua Catedral fue cerrada en 1990 debido a la falta de seguridad para los visitantes y a problemas estructurales de la misma. En diciembre de 1995 se inauguró la actual Catedral.

La nueva Catedral fue diseñada por el arquitecto Roswell Garavito después de ganar un concurso de diseño para crear el nuevo templo. La Catedral de Sal de Zipaquirá es considerada como uno de los logros arquitectónicos y artísticos más notables de la arquitectura colombiana, otorgándosele incluso el título de joya arquitectónica de la modernidad. La importancia de la Catedral radica en su valor como patrimonio cultural, religioso y ambiental.

A medida que vas bajando por la mina te encuentras con interpretaciones de las estaciones del Víacrusis, cada estación es una más linda que la otra. En el nivel más bajo se sitúa un altar divino, con una iluminación que te da una sensación de tranquilidad y paz, totalmente acorde al lugar en el que te encuentras. Además hay una cúpula con una réplica de la famosa pintura de Adán de Miguel Ángel, que se encuentra en la Capilla Sixtina. El guía del tour nos anunció que en ese momento estábamos a 180 metros bajo suelo. Esta iglesia subterránea es parte del complejo cultural "Parque de la Sal", espacio cultural temático dedicado a la minería, la geología y los recursos naturales.

Cómo dije, fue una experiencia hermosa y única. Si visitas Bogotá tienes que considerar la visita a este lugar porque vale la pena 100%.