Es cierto que es la isla más grande de la península y quizás (seguro) estas 48 horas se queden cortas, pero serán lo suficiente para disfrutar de dos de los mejores días de tu vida y para que te prometas a ti mismo volver para descubrir el resto de sus rincones.

Posh, hipser, espectacular, turquesa, cristalina, imparable, ociosa o encantadora son los adjetivos dispares que describen a la hermana mayor de las Islas Baleares. Te proponemos un plan mixto, con de todo un poco para que puedas saborear sus mencionadas virtudes.

Día de llegada

Para este día, ¿qué tal una cena en Palma y un paseo por el puerto? Para los más vagos, os lo damos todo hecho. Pasea por el puerto de Mallorca y todas sus callejuelas, la plaza mayor, la Catedral y tómate unas cervecitas y tapas por la ruta más famosa de la isla, la ruta Martiana.

Cuando termines, puedes moverte a una de las zonas más Posh de la capital balear, Portixol. Podrás tomarte una copa en uno de los pubs con más encanto de la zona. Coco Portixol, disfrutar de su ambiente Chill out y sus vistas al paseo.

Primer día

¡Vámonos de calas! Por la mañana dirígete hacia Cala Varqués, vas a saber lo que son aguas cristalinas. Llévate una neverita con bebidas, porque aunque en los meses de verano hay dos autóctonos la mar de apañados haciendo mojitos y cócteles, el resto del año no están. Seguro que ya tienes “gusa”: que mejor que comer en un restaurante típico Mallorquín. Nuestra recomendación, Can March en Manacor. La autenticidad hecha restaurante. Dirígete a Calo des Moro y disfruta de la puesta de sol.

Esta noche toca trasladarse al barrio más de moda, Santa Catalina, te recomendamos el restaurante “Patrón Lunares” . Y si quieres discoteca con Vistas, no lo pienses, La Luna.

Segundo día

Creemos que merece la pena que madrugues un poquito y vayas a visitar las Cuevas del Drach. Las cuevas se han formado por acción de la entrada del agua del mar Mediterráneo, y algunos estudiosos consideran que su formación podría remontarse al Mioceno.

Después de la visita, prepárate para pasar un día de mar inolvidable. Dirígete a Valldemossa, uno de los pueblos con más encanto de Mallorca. Junto a él, Cala Sa Foradada. Come en su chiringuito, estarás más a gusto que en brazos.

Toca casi despedirse de la isla. Merienda en Can Joan Saigo, ensaimada con helado, indescriptible. Y si quieres para llevar, no te olvides de encargarlas con dos días de adelanto. Ya toca entonar aquello de “Adiós con el corazón”. Nada mejor que disfrutando del atardecer en Es Trenc.

Mallorca ofrece a sus viajeros opciones para todos los gustos, siempre increíbles e inolvidables. Ya has vuelto….y no puedes parar de pensar en todas sus bondades… Despierta, ha sido todo un sueño, ¿o no?