Existen lugares en el mundo donde la combinación entre paraje natural, historia y expresión artística resulta perfecta. El conjunto de las iglesias pintadas de las regiones de Bucovina y Moldavia, en Rumanía, es uno de ellos.

Enclavadas entre los brazos nororientales de los montes Cárpatos, estas iglesias son pequeñas joyas arquitectónicas rodeadas de bosques y pueblos centenarios que se han mantenido prácticamente inalteradas desde sus orígenes en los siglos XV y XVI.

El principal atractivo de estos monumentos son los frescos inspirados en el arte bizantino que rodean las cuatro fachadas de los templos y sus paredes interiores. Se trata, en realidad, de muestras de arte mural de gran calidad que representan varios pasajes bíblicos e históricos y que han hecho de estos templos ejemplares insólitos en el mundo.

La UNESCO incluyó en 1993 siete de estas iglesias en su lista de Patrimonio de la Humanidad, por considerarlas un fenómeno artístico único y una ilustración del contexto cultural y religioso de la región de Moldavia. Son las siguientes:

  • Iglesia de la decapitación de San Juan Bautista en el monasterio de Arbore
  • Iglesia de la Asunción de la Virgen en el monasterio de Humor
  • Iglesia de la Anunciación en el monasterio de Moldovița
  • Iglesia de la Santa Cruz de Pătrăuți
  • Iglesia de San Nicolás y el Catholicon del monasterio de Probota
  • Iglesia de San Jorge en Suceava
  • Iglesia de San Jorge en el monasterio de Voroneț

En 2010, se añadió a la lista la iglesia del monasterio de Sucevita, situándose las ocho a la cabeza del rico patrimonio histórico-artístico rumano, producto de la localización de este país en un enclave estratégico entre Europa y Asia.

Iglesias en un cruce de caminos

Rumanía es un cruce de caminos entre Oriente y Occidente y entre el norte y el sur de Europa. La antigua región de la Dacia, que conquistó el emperador romano Trajano, vivió en los últimos años del Imperio Romano de Occidente la llegada y el asentamiento de pueblos de diferentes orígenes: germanos, eslavos, hunos, magiares, búlgaros, etc. Los nuevos pobladores convivieron, y en ocasiones se enfrentaron, con la población original de la región superviviente al paso de las legiones.

Estos pueblos fueron el origen en la Edad Media de los señoríos que finalmente conformaron los tres principados históricos de Rumanía -Transilvania, Valaquia y Moldavia-, aunque sus límites, su gobierno y su independencia variaron mucho a lo largo de los siglos. Su condición de regiones frontera entre la Europa cristiana y el Imperio Otomano a partir del siglo XV influyó en la sociedad de la época y en sus expresiones artísticas, de ahí la profusa construcción de monasterios fortificados y la representación de los turcos como los enemigos de la cristiandad.

Las iglesias pintadas de Bucovina (en la Moldavia histórica) son el claro ejemplo de la mezcolanza cultural surgida en las zonas que sufren el constante choque de imperios y creencias religiosas. A la función puramente eclesiástica de su construcción, se sumaba la necesidad de mantener la Fe como un símbolo de identidad y un bastión de resistencia contra el Islam, tanto ideológicamente con en el adoctrinamiento de la población, como físicamente levantando auténticas murallas alrededor de estos centros religiosos.

Las cuatro joyas de la corona

Las iglesias de Bucovina guardan un canon común en cuanto a sus cualidades arquitectónicas, correspondientes al denominado estilo moldavo. Cada una de ellas conforma el katholikón, la iglesia principal de un monasterio ortodoxo, y presenta una evidente inspiración bizantina combinada con elementos arquitectónicos locales, como sus naves alargadas y elevadas, y los tejados de madera voladizos, que sobresalen como enormes sombreros alrededor de las fachadas.

Los murales de las paredes exteriores e interiores no son meras representaciones artísticas que buscasen embellecer el complejo, sino que tenían como objetivo aleccionar a la población en la fe ortodoxa y en la lucha contra los turcos. De ahí la disposición de los frescos como viñetas de gran colorido, con un especial cuidado puesto en los detalles.

Los templos forman parte de complejos monásticos, que en algunas ocasiones son auténticas fortalezas, como el monasterio de Suceava. Aunque cada una de las ocho iglesias guarda una sorpresa para el visitante, cuatro de ellas son las oyas de la corona, bien por el refinamiento de sus pinturas o por su magnífico estado de conservación.

Iglesia de la Asunción en el monasterio de Humor:

Fue fundada en 1530 y es la más pequeña de las cuatro. Destaca el exonártex de la iglesia, por ser el más antiguo de este estilo en la región, y la ausencia de campanario sobre el tejado, un indicativo de que no fue construida por un príncipe.

‘El Asedio de Constantinopla’ y ‘La Vuelta del Hijo Pródigo’ son algunos de los murales más famosos de este templo. El primero forma parte de una serie de pinturas inspiradas en el poema que el Patriarca Sergio de Constantinopla dedicó a la Virgen María, por considerar su intervención decisiva en la resistencia de la ciudad bizantina del ataque de los persas en el año 626. Los autores de los frescos identificaron a los persas con los turcos otomanos, en un claro ejemplo de los sentimientos de oposición a las invasiones de la zona por el Imperio Otomano.

A principios del siglo XVII se añadió un campanario anexo y se fortificó con una muralla de la que sólo se conservan algunos restos. Durante siglos, el monasterio de Humor fue sede de una escuela de miniaturas y caligrafía dirigida por monjes, pero actualmente son monjas ortodoxas las responsables de gestionar el recinto monacal y de cuidar tanto el templo como el apacible jardín que lo rodea.

Iglesia de la Anunciación en el monasterio de Moldovița

La iglesia de la Asunción del monasterio de Moldovita emerge en el centro de un recinto fortificado, semejante a la torre del homenaje de un castillo medieval. Construida en el siglo XVI sobre los restos de una versión anterior que se derrumbó, el templo es famoso por los frescos de la fachada sur, muy bien conservados, donde predominan los colores rojizos y azulados. ‘El Árbol de Jesé’ y ‘El Asedio de Constantinopla’ son los más impresionantes.

Las pinturas de la fachada norte están más deterioradas, ya que reciben directamente las inclemencias del tiempo de esta región. En la fachada oeste, sobre los arcos de la galería, se puede apreciar un fresco de gran calidad sobre el Juicio Final.

En las murallas que rodean el recinto se encuentran las celdas de las monjas que actualmente regentan el monasterio. Ellas mismas son las responsables de abrir las puertas de la iglesia a los turistas mientras van y vienen en sus quehaceres diarios.

Iglesia de San Jorge en el monasterio de Voroneț

Rodada por un bosque de pinos se encuentra la denominada ‘Capilla Sixtina de Oriente’, la iglesia de San Jorge en el monasterio de Voronet. Se trata probablemente del templo más famoso de toda la región por el excelente estado de conservación de sus frescos, tanto de las fachadas como del recinto interior, y por la historia de su fundación.

La iglesia fue erigida en 1488 por el príncipe moldavo Esteban el Grande, en tan solo tres meses y tres semanas, para conmemorar una victoria sobre los turcos otomanos después de seguir el consejo de San Daniel el Ermitaño, abad del monasterio, y cuya tumba puede visitarse en el interior.

La principal característica de las pinturas murales es el intenso color azul de fondo empleado por los autores, denominado ‘azul de Voronet’, cuya composición no se conoce actualmente. Imprescindibles para el visitante los frescos del pórtico cerrado sobre el Juicio Final y ‘El Árbol de Jesé’ en la fachada sur. Las pinturas de la fachada norte están peor conservadas, pero pueden apreciarse algunas escenas del Génesis.

Iglesia de la Resurrección del monasterio de Sucevița

El katholikón del monasterio de Sucevita es el más grande y el más actual de los cuatro. Está rodeado por un gigantesco recinto amurallado, coronado con cuatro torres defensivas en cada esquina y una en la puerta de acceso al patio. Se encuentra situado en un bucólico valle a los pies de los Cárpatos, donde los pueblos aledaños parecen anclados en el tiempo desde la construcción del monasterio.

La iglesia presenta algunas diferencias arquitectónicas con las anteriores, como los dos pórticos abiertos en la fachada norte y sur, y la elección del verde como color de fondo de los frescos. Además, es la que mayor número de frescos posee.

Las pinturas más impresionantes son la denominada ‘Escalera de la Virtud’ y el ‘Juicio Final’, en la fachada norte, esta última inacabada al fallecer el autor mientras trabajaba en su composición, tras caer de los andamios. En la fachada sur destaca también el tema recurrente sobre el árbol genealógico de Jesús, ‘El Árbol de Jesé’, y la ‘Apocalipsis’ en la fachada del exonártex.

Como recomendación para los visitantes, conviene alquilar un coche o reservar una excursión organizada si se quiere disfrutar de estas joyas de la historia rumanas. La situación de aislamiento de algunas de estas iglesias puede ser un obstáculo para el turista, pero resulta fundamental para que preserven su integridad y su belleza.