Con el fin de un año y la llegada del otro, están los siempre presentes deseos y proyectos para cumplir en esos nuevos 365 días que son como un papel en blanco listo para ser llenado. Muchos de esos objetivos están relacionados con viajes y descubrir nuevos sitios, por lo que este artículo va a tener algunos consejos de una ciudad para visitar y que es no solo de mis favoritas, sino que fue el sitio en donde nací y crecí: Bogotá, Colombia.

Aunque para muchos visitantes esta ciudad en las alturas de Los Andes puede ser un poco atemorizante por su tamaño y por su falta de oxígeno, tiene muchos lugares para conocer que van desde los coloniales hasta los más modernos, pasando por una gran oferta cultural y gastronómica.

Lo primero que hay que tener en cuenta al visitar la capital colombiana es que, debido a que está a 2.600 metros de altura sobre el nivel del mar, los niveles de oxígeno son menores, lo que produce cansancio y sensación general de malestar. Así que los primeros días es mejor ir con calma y dejar que el cuerpo se adapte a la situación.

Ya cuando se esté en condiciones para ir de exploración, uno de los mayores atractivos turísticos que recomiendo para los visitantes extranjeros que van a Bogotá es el barrio de La Candelaria, que es el centro histórico y que está lleno de pequeñas casas de estilo colonial. Y es precisamente por eso que ir hasta allí es como dar una vuelta atrás en el tiempo.

Fue en una de las plazoletas más importantes de esta parte de la ciudad en la que se fundó en 1538 la capital colombiana, la del Chorro de Quevedo. En la actualidad, allí se encuentran diferentes cafés y restaurantes. Además, en las tardes y fines de semana hay espectáculos de artistas callejeros.

Desde allí, los visitantes pueden descender por una de las estrechas calles que tienen a ambos de sus lados casas de colores de diseños coloniales, para ir a sitios culturales como el Museo Botero, en donde están en exhibición no solo obras del artista colombiano Fernando Botero, sino otras que pertenecen a su colección privada de pintores y escultores como Claude Monet, Edgar Degas, Salvador Dalí y Gustav Klimt, entre muchos otros.

Si se quieren seguir visitando museos, la oferta allí es amplia y pasa por el de Arte Colonial hasta el de Arte Religioso, incluyendo el de la Policía y acabando con el Museo del Oro, que tiene la colección de arte precolombino hecho en ese material más grande del mundo.

La visita a esta parte de Bogotá se puede terminar en la grandiosa Plaza de Bolívar, que es también la más famosa y para algunos la más importante del país, ya que tiene unas de las edificaciones más destacadas de la ciudad. Allí está el Palacio de Justicia, el Capitolio Nacional, que es la sede del Congreso; la Catedral Primada, el Palacio de Liévano, en donde está la Alcaldía Mayor de Bogotá, y el Colegio Mayor de San Bartolomé, que es Monumento Nacional.

Y mientras se hace el recorrido entre un lugar y otro de La Candelaria, recomiendo sacar un tiempo para visitar una de las cafeterías de sus calles en donde se pueden probar delicias bogotanas y colombianas como una taza de chocolate con queso o un tamal acompañado con agua de panela.