La memoria humana es frágil y maleable, posee la capacidad de transformar espacios que fueron escenario de uno de los acontecimientos más atroces de la historia del siglo XX en lugares de despreocupado ocio y moderna sociabilidad.

Los ruins bars (bares de ruinas) de Budapest están situados en las manzanas del conocido como Distrito VII, limitadas por la zona donde los nazis ubicaron el ghetto judío durante la Segunda Guerra Mundial. Las calles Dohány, Karoly, Kiraly y Kertesz fueron testigo directo de la represión que sufrieron los 100.000 judíos húngaros que aún vivían en la ciudad.

Todo el que visita Budapest es instado a conocer estas ‘ruinas modernas’ que según explica József Szabó, guía turístico de Free Budapest Tour, son “uno de los principales reclamos de la ciudad por su carácter único en el mundo. El bar de ruinas es el modo popular de llamar a estos locales, que se encuentran dentro o al lado de un edifico que fue abandonado y está deteriorado por la falta de mantenimiento”.

El renacer del distrito séptimo

En 1944 los judíos tuvieron que dejar sus casas para trasladarse al ghetto, dejando edificios enteros deshabitados que fueron descuidados durante la época Comunista. Al principio, en la década de los noventa, muchos de estos edificios fueron ocupados por jóvenes que hicieron de ellos casas-comuna, pero enseguida se dieron cuenta de su potencial comercial y comenzaron a convertirlos en locales para tomar algo.

“Los edificios -continúa József Szabó- pertenecen al Ayuntamiento de Budapest, que los alquila a un módico precio para crear un bar. Unos pagan más alquiler, otros menos, pero la idea es cuidar y mantener estos edificios abandonados”. Y son un negocio muy rentable para sus arrendatarios, jóvenes que los decoran con casi cualquier objeto que les inspire pero, sobre todo, que proceda de la calle o de locales también en ruinas.

Resulta sorprendente ver como estos espacios han dilapidado su historia y el conocimiento que de ellos subyace para reinventarse como uno de los reclamos más atractivos de la ciudad por su innovadora propuesta. El contraste produce una mezcla de admiración y desasosiego a quien los contempla por primera vez.

Subcultura de diseño

Del techo cuelgan antiguas lámparas, fluorescentes de diversos tamaños, objetos que podrían encontrarse en los más variados y extraños mercadillos. La originalidad y hasta el surrealismo son la esencia de las decoraciones de un ruin bar, porque en un principio se concibieron como espacios alternativos en los que confluían artistas, estudiantes, creadores en el más amplio sentido de la palabra. “Hoy todo eso ha desaparecido y, aunque en muchos de ellos se programan conciertos y eventos culturales, funcionan básicamente con un concepto comercial” -concluye József Szabó-.

En la actualidad la ciudad de Budapest cuenta con unos 20 ó 30 “bares de jardín”, como los llaman allí, de entre los cuales destaca el Szimpla Kert (el jardín simple), que fue el primero de todos en abrir sus puertas. Barna Vendely, relaciones públicas del local, cuenta que “en estos momentos dos artistas trabajan para nosotros en la decoración del interior del local de manera permanente. Es algo crucial para el Szimpla mantener su estilo, porque forma parte de su identidad”.

Un estilo premeditadamente cuidado en el que nada es casual y todo encaja a pesar de su disparidad. El Szimpla Kert ocupa un edificio de tres plantas en la calle Kazinczy, dispone de un amplio patio en el que se proyectan películas y videoclips y en su decoración destaca un Trabant convertido en mesa y unas más que curiosas bañeras asiento. “Tenemos dos ambientes diferentes -explica Barna Vendely- ya que durante el día programamos exposiciones, charlas y otras actividades culturales y por la noche funcionamos como un pub con conciertos”.

La atmósfera que envuelve a estos locales es única y merece la pena conocer este singular paisaje urbano, en el que el pasado y el presente han pactado un acuerdo de convivencia de difícil equilibrio. “Los ruins bars son un crisol de culturas que reflejan los diferentes colores y modos de vida del mundo. Además, forman parte del Programa Nacional de Rehabilitación del Patrimonio, lo que nos obliga a cumplir unas estrictas normas de conservación arquitectónica", concluye Barna Vendely.

La perla del Danubio sorprende con este corazón palpitante de la cultura alternativa, que corre el peligro de desaparecer si el mercado inmobiliario avanza en sus planes para esta nueva zona de moda. El distrito séptimo se ha convertido desde hace unos años en un área del gusto burgués y muchos edificios en ruinas han sido derribados para construir elegantes apartamentos. Corre el rumor de que los ruins bars tienen los días contados a pesar de ser los culpables del renacimiento del barrio. Buenas noticias para los especuladores que serán de nuevo protagonistas del expolio de la identidad cultural de un rincón incomparable.

Una pequeña ruta por los bares de ruinas

Szimpla Kert: El decano de los pubs de ruinas es una visita obligada por su ambiente único. Está en la calle Kazinczy utca, 14 y abre desde las 12 de la mañana hasta las 3 de la mañana.

Instant: Muy popular entre los turistas porque suele haber fiesta con DJ toda la noche, está decorado como si pareciera una jungla. Puedes encontrar cerdos volando y una enorme bola de discoteca sesentera que crea un ambiente muy divertido. Abre todos los días de 12 de la mañana a 3 de la mañana. Búscalo en la calle Nagymező utca, 38.

Fogasház: Su patio recuerda a las antiguas verbenas iluminadas por ristras de bombillas de colores, aunque su mayor interés radica en las actividades culturales que tienen lugar a diario. Visítalo de 2 de la tarde a 4 de la mañana en la calle Akácfa utca, 51.

Púder: Bertalan Babos Zsili es un artista contemporáneo que ha convertido el local en un mural de ideas que cristalizan en paredes pintadas de un modo tan caótico como inspirado. Disfruta de este singular pub todos los días de 12 de la mañana a 2 de la mañana. En Ráday utca, 8.

Kuplung: A través de un pasadizo repleto de graffiti se accede a un patio interior que lleva a una bonita terraza. La decoración es igual de vistosa e inspiradora que la de sus ruinosos vecinos. Abre de lunes a miércoles de 3 de la tarde a 3 de la mañana, los jueves cierra a las 4 de la mañana y los viernes y sábados a las 5 de la mañana. Los domingos su horario es de 6 de la tarde a 3 de la mañana. Ubicado en la calle Király utca, 46.

Spíler BistroPub: No es propiamente un bar de ruinas pero está ubicado en la misma zona y su decoración es tan singular que merece la pena echarle un vistazo. Además, se pueden degustar platos típicos por un precio más que razonable. Abre de 8 de la tarde a 2 de la mañana, aunque su horario puede ampliarse en festivos. En la calle Király utca. 13,

Grandio Bar: Un edificio de 100 años que ofrece alojamiento para gente sin prejuicios. Está decorado con muebles gigantes y el ambiente es de lo más festivo. Abre toda la semana de forma permanente y está en la calle Nagy Diófa utca, 8.