El pasado verano realicé un viaje sólo que fue mucho mejor de lo esperado. Era la primera vez que viajaba sólo como turista tras años habiendo vivido en diversos países y siempre sin conocer a nadie de antemano en el lugar al cual me mudaba. Mi idea inicial era visitar Eslovenia y Croacia, pero visitarlos como se merecen me iba a llevar muchos días y un presupuesto fuera de lo común, así que dejé el segundo para más adelante. Eslovenia resultó ser todo un acierto, así que me pareció buena idea dedicarle unas pocas líneas en esta página, cosa que ni de lejos le hará justicia, dado que recuerdos de los ocho días que pasé allí me siguen asaltando frecuentemente.

Eslovenia es famosa por los deportes, sus selecciones de baloncesto y balonmano son rivales frecuentes de las nuestras en todo tipo de campeonatos, y rivales duros. Sin ir más lejos, la selección de básquet eslovena nos barrió en semifinales del último torneo europeo, que acabaron ganando. Pero esa antigua región de la extinta Yugoslavia también es hoy día un pequeño y maravilloso país que tiene de todo y no puede dejar a nadie indiferente. Empezando por su capital, Ljubljana, nombrada la capital verde europea de 2016, una ciudad con una agradable atmósfera, muy relajada y urbana, a la vez verde y moderna, con multitud de atracciones entre las que se pueden destacar su castillo, el río que la atraviesa o el inmenso parque Tívoli, por mencionar algunas.

Pero la capital no es el único atractivo de un país verde en dos terceras partes de su extensión. En el sur, en los apenas 40 quilómetros de costa que les dejó Croacia, hay pequeñas ciudades con playas preciosas y mucha belleza arquitectónica; Koper, Isola, Portorosso y Piran son localidades que tan sólo lleva 2 o 3 horas visitar y en cada caso uno se queda con ganas de más.

Subiendo por la frontera con Italia, al oeste del país, uno se encuentra algunas de las minas más famosas del mundo, y un gran atractivo turístico del país, en la zona de Idrija, una parte de la geografía eslovena de visita obligada.

Al norte de Idrija se sitúan los dos lagos más famosos del país, ambos en mitad de un paisaje verde que quita el hipo, y los dos en apenas 20 minutos de distancia en coche; son los lagos de Bohinj y Bled, este último con una pequeña isla con una iglesia en medio que quizá sea el punto más fotografiado de todo el país y situado junto a un precioso castillo.

El norte es completamente diferente al sur. En éste encontramos la costa adriática, mientras que apenas a un par de horas en coche al norte uno se encuentra a los pies de los Alpes y cerca de la frontera con Austria, en uno de los paisajes montañosos más espectaculares que uno pueda imaginar. Y no lejos de la segunda ciudad del país, Maribor, que quizá resulte familiar porque su equipo de fútbol se enfrentó la pasada temporada al Sevilla en la Champions League. Maribor es una ciudad llena de encantos, cuyo centro histórico te atrapa y con montañas y diversos lugares para realizar deportes de aventura en las afueras.

Entre Ljubljana y Maribor se sitúa la tercera ciudad del país, Celje, conocida entre los aficionados al balonmano por su histórico equipo. Celje es una ciudad pequeña, conviene recordar que Eslovenia tiene unos dos millones de habitantes, pero con maravillosos parques y también un centro histórico que vale mucho la pena visitar. El lago situado a las afueras de la ciudad es otra visita obligada en la región, igual que su fantástico castillo y la Cueva del Infierno, la mina más famosa de la zona.

Hasta aquí mi pequeño tributo a ese encantador país. Aún hoy muy barato, puesto que no es tan turístico como ya sí lo es la vecina Croacia. Pero debo decir que el mayor de sus encantos son sus hospitalarias gentes, amables y afables a lo largo de todo el país, dan cálida bienvenida a todo turista y no dudan en ayudar en la medida de lo posible.