Toronto hay que verla y vivirla. Considerada en varias ocasiones como una de las mejores ciudades para vivir, capital de la provincia de Ontario, Toronto es una ciudad ante todo multicultural, y es que tan solo el 50% de su población ha nacido allí.

Si nos alejamos del bucle del chiste y del frío nos damos cuenta de que Toronto(ntero) es mucho más. Toronto tiene la calle más larga del mundo: Yonge Street, nada más y nada menos que 56 km de arte urbano, galerías, microdestilerías, pasión por el brunch, las bicis y la ropa vintage.

Al ser la capital económica de Canadá, Toronto es considerada una ciudad global y una de las principales ciudades financieras del mundo. La ciudad se considera el centro de la cultura canadiense anglófona y es la anfitriona de muchas celebraciones nacionales. Y cuando el frío aprieta la vida no se detiene, sino que se sumerge bajo tierra. Bajo los edificios de la zona financiera de la ciudad existe una red de galerías subterráneas conocidas como PATH de ni más ni menos que 30 kilómetros, cifra que también le hace entrar en las páginas del Guinness World Records como el centro comercial bajo tierra más grande del mundo. Lo que empezó como un pequeño túnel en 1900 para unir un par de edificios es hoy en día un complejo laberinto de calles interconectadas.

Localizada en la orilla noroeste del lago Ontario, Toronto es la quinta ciudad más grande de Norteamérica. Dos teorías se disputan el origen de su nombre. La definición más común de la palabra dice que proviene de la palabra hurona toran-ten, que significa «lugar de encuentro». Sin embargo, otros creen que el término en cuestión viene de la palabra mohawk tkaronto, que significa «donde los árboles se yerguen sobre el agua», en referencia a las aguas del norte del actual lago Simcoe —en aquella época, los mohawk llamaban a este lago lago Taronto.

Y entre todas estas cosas que Toronto es, nos encontramos en el paraíso de Toronto también para aquellos que saben bucear por los rascacielos y encuentran entre sus calles ese maravilloso sentimiento de «podría vivir aquí” o «esta es una de mis ciudades top». Toronto es un sitio donde todos pueden sentirse a gusto. Aunque siempre es mejor visitarla en primavera o verano -cuando en todas las esquinas emergen maravillosas terrazas, la vida se cuela entre sus poros y se llena de eventos culturales y festivales de música- incluso en las épocas de frío y mucho frío un cielo despejado y un buen día de sol alientan a recrearse de todos sus rincones.

Que los podrás ver todos, of course, desde su famosísima torre e icono de la ciudad, la CN Tower, una enorme torre de radiodifusión de 553 metros de altura que cuenta con un observatorio a 447 metros del suelo y un restaurante 360º a 351 metros. ¡La torre más alta de Norteamérica!

A pesar de ser impresionante, la CN Tower compite por la mejor panorámica de la ciudad con Toronto Island y es que esta última puede presumir de incluir la Torre desde sus lares. Frente a la ciudad, en el lago Ontario, se encuentran Centre Island, Hanlan’s Island y Ward’s Island. Todas ellas están conectadas entre sí y un paseo en bicicleta al atardecer puede ser uno de los mayores deleites turísticos jamás contados. En ellas disfrutarás además de las famosísimas playas de Toronto, donde al caer las noches de verano, llega un auténtico embrujo y las hogueras renacen haciendo de la estampa una verdadera postal para la memoria. A los pies de la CN Tower, el TD Centre lleva la marca inconfundible de Mies van der Rohe, el célebre autor de la frase menos es más.

Sin embargo, un paseo por Toronto no estaría completo si no fueras a visitar sus ayuntamientos: el antiguo y el actual. Está uno al lado del otro, ejemplificando a la perfección el contraste entre viejo y moderno de la ciudad. Las dos torres brutalistas que abrazan el platillo volante donde el Ayuntamiento celebra sus plenos marcan el inicio de la modernización de la ciudad. Solo hay que desviar la mirada hacia la derecha, al antiguo consistorio neorrománico, para comprender el paso de gigante que supuso la construcción del nuevo edificio en 1966. Frente al ayuntamiento moderno encontrarás las grandes letras que escriben T-O-R-O-N-T-O. Un lugar obligado para hacer una parada y tomar una instantánea.

Y el punto neurálgico es Dundas Square, un lugar que resplandece a través de una gran amalgama de colores y formas, una combinación de destellos que nada tiene que envidiar a la del tan popular Times Square de Nueva York. Está situada en el distrito financiero de Toronto y fue creada para revitalizar la zona tras la demolición de un complejo de edificios comerciales. Se inauguró como plaza pública a finales del 2002. Urbanística y arquitectónicamente, Dundas Square supuso una innovación para Toronto y, en realidad, para todo Canadá. Por ella circulan cada año unos 56 millones de personas.

Merece la pena también hacer un esfuerzo para ver la estación de York University, firmada por Norman Foster en el Klee Campus de la universidad y último icono torontiano.

Otros grandes éxitos

Otro de los hits de Toronto son los eventos deportivos. En Toronto no falta el deporte y presenciar algún partido puede ser todo un espectáculo. Se puede disfrutar de un partido de baloncesto viendo jugar a los Toronto Raptors, el único equipo no estadounidense que juega en la NBA, uno de béisbol viendo a los Blue Jays en el magnífico estadio Rogers Centre o un delirante encuentro de hockey sobre hielo si tienes la suerte de disfrutar de los Maple Leafs, de la National Hockey League (NHL).

Uno de los grandes planes es pasear por Kensington Market y si es el último domingo de mayo, junio, julio, agosto, septiembre u octubre, mejor. Es entonces cuando se celebran los Pedestrian Sundays, cuando las calles se cortan y entre música y eventos podrás degustar un brunch estupendo y a un módico precio en Kos Restaurant. Ubicado en uno de los barrios más antiguos de la ciudad y con calles llenas de las míticas casas victorianas, Kensington Market es uno de los puntos más coloridos del centro de Toronto y aquí se concentra gran parte de la vida alternativa de la ciudad, con cafés, restaurantes y tiendas de todo tipo. Perderse por sus callejuelas plagadas de grafitis es una de las atracciones que ofrece este barrio.

Aunque si a luminosidad nos referimos, obligatoriamente debemos parar en uno de los enclaves más especiales de la ciudad: Distillery District. La que a mediados del siglo XIX fue una de las mayores destilerías del mundo, la Gooderham and Worts Distillery, es ahora una zona comercial y residencial peatonal repleta de historia. Sus edificios industriales de hierro y ladrillo albergan un montón de restaurantes y cafés, además de varias galerías de arte y tiendas con encanto. En este barrio tan especial se alberga la colección más grande y mejor conservada de la arquitectura victoriana industrial en América del Norte.

Muy cerca de allí te encontrarás uno de los mercados gastronómicos más impresionantes del mundo con más de 120 puestos de comida: St. Lawrence Market. Construido en 1845 como ayuntamiento y abierto como mercado desde 1902, St. Lawrence Market es un pedazo de la historia de Toronto.

Mención especial merece el barrio de Annex, hogar de las élites canadienses desde el siglo XVIII, de ahí su impresionante conjunto de casas victorianas, muchas ocupadas hoy por los estudiantes de la vecina Universidad de Toronto (o por escritores y artistas famosos, como Margaret Atwood). Pero, precisamente por este renacimiento estudiantil es también una de las zonas imprescindibles del moderneo de Toronto. Por tener tiene un museo dedicado a los zapatos (Bata Show Museum).

Little countries

Otro de los atractivos de la metrópoli son los numerosos barrios que hacen un homenaje a las diferentes culturas del mundo que han hecho que la ciudad sea hoy un ejemplo espléndido de multiculturalidad.

Por ejemplo, el barrio chino de Toronto es uno de los mayores de Norte América, pero también uno de los más limpios. Unas columnas con dragones marcan la entrada y fin y a lo largo de la avenida hay muchas otras con motivos como el gato en la silla de Shirley Yanover y David Hlynsky. Disfruta de todos sus restaurantes, de la fruta más barata de la ciudad y de las tiendas de empanadillas.

Al noroeste está el barrio coreano, y más abajo, Little Italy, donde que Monocle haya abierto su última tienda en College Street, la calle principal del distrito, ya es una prueba irrefutable de que el barrio mola. Y si sigues caminando, cruzas una frontera invisible y de pronto oyes portugués y te chocas un escaparate de la famosa repostería de la que presume el país vecino.

La comunidad llegada de Polonia vive en el barrio de Roncesvalles, al este de High Park. Aquí hay hasta un monumento en honor del Papa Juan Pablo II. Hay varios restaurantes polacos donde la especialidad son los pierogi y en la biblioteca municipal hay multitud de libros en dicho idioma y cada año se celebra un Polish Festival, el mayor evento polaco de Norteamérica.

Los griegos se agrupan al este del centro de Toronto, más concretamente en Danforth. Los mejores restaurantes para degustar unos típicos gyros o una mousakka y multitud de tiendas donde venden queso feta y pasteles atenienses. Little India conocida también como Gerrard India Bazaar o Little Pakistan, agrupa más de un centenar de tiendas.

Oferta Cultural

La oferta cultural es variada. En esta ciudad se celebran reconocidos festivales internacionales de cine y literatura. Y un museo imprescindible es el AGO (Art Gallery of Ontario). Detrás del museo está el OCAD, la universidad de Diseño y Arte, un peculiar y colorista edificio pop en medio del barrio de casas victorianas. También el Royal Ontario Museum. Fundado en 1912, ha sufrido varias ampliaciones. La última, obra del arquitecto Daniel Libeskind, es la que lo hace del todo inconfundible con sus angulosas formas de cristal.

Algunas recomendaciones

  • La gastronómica y espirituosa: Pub Imperial junto a Dundas Square, un buen lugar para probar en su terraza el plato del que los torontonianos se sienten tan orgullosos, la poutine. Patatas fritas, con gravy (salsa de carne) y queso derretido son los ingredientes básicos.

  • La más fiestera: The Underground Garage, Toronto. “Si Pearl Jam fuesen propietarios de Cheers”. Así se define este club canadiense donde lo primero es la música, pero en donde ofrecen un shot a cada chica que de como prebenda su sujetador, que quedará colgado del techo para el recuerdo.

  • Unas buenas vistas y un lugar para cenar: Kost Restaurant en Bisha Hotel, lugar frecuentado por instagramers ya que puede presumir de tener una de las mejores vistas de la CN Tower de la ciudad y si además cenas bien, ¡mucho mejor!

  • Un capricho: Uncle Tetsu’s Japanese Cheescake, la cola por una de estas porciones de la mítica tarta americana en su versión más japonesa (estas cosas solo pueden pasar en Toronto), es un tiempo bien invertido.

  • Otro Pub: Horseshoe Tavern, un sitio mítico de conciertos en directo.

  • Algo de ocio: La feria Canadian National Exhibition, un lugar para sentirte en la América profunda. Típica feria llena de puestos de comida y atracciones donde dejarte algunos dólares canadienses para no irte a casa sin el peluche de turno.

  • Una excursión: Y ya que estás a pocos kilómetros no debe faltar la visita a las Niagara Falls, inmensidad y espectáculo a raudales. Nunca mejor dicho la visión de ver caer el agua desde 60 metros de altura es algo que no se puede ver todos los días. Además, la localidad de Niagara es un lugar cuanto menos pintoresco.

En definitiva, Toronto es una ciudad en auge, en la que las grúas pujan por hacerse un hueco, una urbe que está explosionando y que promete convertirse en una de las grandes promesas del siglo XXI. Aunque Toronto ya ha sido el destino de las miles de personas que la pueblan y que vinieron desde lugares muy lejanos para poder hacer realidad en cada uno de sus escondrijos un sueño, una ilusión, un proyecto…. En definitiva, Toronto promete ser el protagonista del nuevo slogan de la historia del sueño americano.