La zigzagueante geografía de Croacia hace prácticamente imposible la linealidad que normalmente caracteriza a un relato de viaje. Pero lo que hace especial al llamado país de las mil islas, son los momentos vividos entre sus sinuosas fronteras, sus impresionantes carreteras marítimas y sus sorprendentes islotes. Muy azul, luminosa, natural y repleta de vida, Croacia es la encarnación de la grandeza de la discrepancia en la que bailan la infinidad de tonalidades añil a lo largo de su costa; el estremecimiento de su interior boscoso y montañoso; la luz de su tierra frutífera que da lugar a interminables hileras de viñedos y frutales y el blanco inmaculado de los cascos antiguos de sus ciudades.

Y aunque son infinitos los lugares donde enamorarse de la vida que ofrece este país, el trotamundos que visite Croacia no debería perderse:

Las vistas de Dubrovnik desde el Mirador del monte Srđ

Desde esta colina que se eleva por encima de la ciudad y tiene una altura de 413 metros, el visitante tendrá la mejor panorámica de la Ciudad Vieja, la isla de Lokrum y el Mar Adriático. Allí se admirará con esplendor la “Perla del Adriático” que ha sobrevivido a terremotos, guerras y cruceristas. Una homóloga de Venecia, que, con gran aspiración comercial, una de las mayores flotas del Mediterráneo y el manejo del arte de la diplomacia supo mantener su prosperidad a la sombra del turco, el gran enemigo de la ciudad de los canales, hasta que, en 1667, un gran terremoto asoló la ciudad. Ahora, la antigua Ragusa, es un precioso compendio de piedra blanca y rosada y tejados naranjas, una muralla medieval, un encantador puerto, adoquines tallados, palacios, torres y hasta una catedral. Pero, aunque el terremoto queda lejos, solo hay que adentrase en el espíritu de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad para saber que la cicatriz de la guerra aún permanece vívida. Y es que la ciudad fue bombardeada de forma intermitente durante 1991 y 1992 por las fuerzas de los ejércitos de Serbia y Montenegro. Stradun, la arteria principal de zona vieja de la ciudad se llena ahora de turistas que buscan imaginarse a la madre de dragones quemando sus rincones o a la mismísima Cersei Lannister paseando sus vergüenzas.

El cielo estrellado de Mljet

Mljet es una isla muy poco ocupada con apenas contaminación lumínica, eso hace que en las noches claras cuando miras al cielo puedas disfrutar un firmamento repleto de estrellas que hará que el observador pueda pasarse las horas mirándolo, un espectáculo para la memoria. La isla de Mljet, nos ofrece verdes prados, bosques de pinos, y una gran fauna entre la que se encuentran numerosas aves. Todo esto se ubica en tan sólo 37 km de longitud de isla y 3 km de anchura.

Un chapuzón en la cueva de Ulises

Mljet, es una isla de leyenda sin duda, con una historia de amor intensa que tiene como protagonistas a Ulises y Calipso; se dice que fue aquí donde Ulises paso siete largos años dominado por los encantos de la ninfa Calipso a su regreso de la Guerra de Troya.

Esta cueva de bajo techo y de unos pocos metros de longitud que conducen a una gran gruta, donde la luz del sol impacta sobre el agua y esta se vuelve azul celeste, es uno de los mejores secretos que guarda la isla y que hará que sus visitantes se den un chapuzón, divisando los escondrijos, los colores y la fauna marítima que esconde entre sus paredes. Desde luego, digna de convertirse en una historia de pasión.

Un paseo nocturno por la ciudad de Korcula

Korcula, la isla donde nació Marco Polo, es otra de las islas que merece la pena visitar. Sus soberbias murallas recuerdan a Dubrovnik y la convierten en un oscuro objeto de deseo turístico. Korcula no necesita tener como conciudadano al mítico viajero para considerarse un enclave imprescindible. Son méritos propios su típica estructura dálmata –erigida sobre una península fortificada– y toda una miríada de palacios e iglesias que se apiñan abrazados por compactos muros de piedra que hacen que las noches se cree un ambiente estival perfecto.

Tomarse un helado en un banquito divisando las aguas cristalinas de la Playa de Brela en Makarska

La Playa de Brela se considera, según la revista Forbes, la sexta mejor playa del mundo. Este lugar alberga un patrimonio natural impresionante, rodeado de bosques de pinos y del monte Biokovo. Punta Rata, como se llama esta playa comúnmente, se extiende por seis kilómetros, y uno de sus encantos, es que posee una serie sus calas privadas rodeadas de higueras, olivos y frondosos bosques de pino, ideales para alejarse de la multitud y disfrutar tranquilamente de las aguas cristalinas y zonas de grava preciosas.

Un paseo nocturno por Split

Las ciudades de la Costa Dálmata son como perlas que se asoman sobre el mar. Sin lugar a dudas, Split es una de las más sorprendentes. Su puerto fue en realidad el muelle del palacio del emperador Diocleciano, cuyas salas y patios ocupaban la ciudad por la que ahora se camina, provocando el asombro de sus visitantes. Split nació como residencia de retiro del emperador entre los siglos III y IV. Aunque del palacio solo queden ruinas, los vestigios permiten hacerse una idea del esplendor que envolvía sus salas y amplios patios, así como de las dimensiones del recinto. Entre arcos, peristilos, patios, y sótanos sostenidos por mármoles de tiempos romanos, hoy habita un ambiente plagado de encantadoras terrazas, risueñas plazoletas y maravillosas tiendas. Un lugar único en el mundo si dejas que la magia del casco antiguo te cale hasta los huesos.

Ver el atardecer de Sibenik desde la fortaleza de Knin

Sibenik no es una de las ciudades más turísticas de Croacia, pero es sin lugar a duda una de las más espectaculares, especialmente si eres uno de los afortunados en poder disfrutar de un atardecer. De aspecto gris y algo frío, más sólido que elegante, en este castillo del siglo IX saborearas desde sus atalayas una vista única de la ciudad sobre el mar, de los montes y tierras de Bosnia-Herzegovina. Sintiéndote todo un vigía de tan grandiosa panorámica.

Este punto entre el Adriático y la Croacia continental ha sido siempre crucial y vulnerable en la historia croata, e incluso llegó a denominarse "la puerta de Dalmacia". Mientras se contempla el paisaje, los fuertes vientos que corren por estas alturas invitan a imaginar las batallas que aquí libraron otomanos, venecianos, austriacos, franceses y, más recientemente, serbios. Si nos giramos rumbo hacia el mar, una tropa formada por álamos y pinos forman la ruta que lleva a la ciudad de Sibenik como un hueste nómada de marineros. La brisa marina que procedente del Adriático se adueña del paisaje a partir de ese punto. Y ya plenamente frente al mar, en el horizonte, se distingue la silueta de las islas Kornati. El escritor irlandés Bernard Shaw dijo que "El último día de la Creación, Dios quiso culminar su obra, de manera que creó las islas Kornati con lágrimas, estrellas y aliento".

Darte un baño en las cataratas de Krka

Bilušića, Brljan, Manojlovac, Rošnjak, Miljacka, Roški y Skradinski son los nombres de las siete cascadas por las que el río Krka va saltando desde su nacimiento cerca de Knin hasta alcanzar el mar a la altura de Sibenik. El Parque Nacional de Krka cuenta con una red de senderos y caminos repletos de campos de flores escondidos entre la espesura de los olmos y cisnes nadando bajo las cataratas. Aunque el fenómeno natural más destacado es el travertino, una especie de piedra caliza que se produce en las aguas cársticas cuando se disuelve y sedimenta la cal del agua con la ayuda de los microorganismos, las algas y el musgo. Este componente mineral forma bellos paisajes de riachuelos que desaparecen y reaparecen, saltos de aguas y cascadas que forman lagos donde podrás darte un baño en un paraje sin parangón.

Disfrutar de un atardecer a ritmo de órgano en el muelle de Zadar

Descalzarse y sentarte en el muelle de Zadar mientras divisas el atardecer será uno de esos momentos en tu vida que recordarás para siempre. Porque donde fueres haz lo que vieres. Todos los que disfrutan del que presume ser uno de los mejores atardeceres del mundo aplauden en el momento en que el astro rey se esconde en horizonte. Además, serás testigo una algo que no verás en ninguna otra parte más que en el paseo Marítimo de Zadar: el órgano marino. Pueden parecer unos simples agujeros en los escalones, pero la fuerza de la brisa, provocada por las olas llegan a estos conductos generan una música que no tiene nada que envidiar a la de un auténtico órgano. En este lugar aflorarán los sentidos respirando el aroma a sal propio de un puerto, escuchando las notas de este instrumento tan particular y viendo el juego de luces de la instalación Saludo al sol, que junto al mar ilumina los atardeceres de este magnífico enclave. Se trata de una instalación compuesta de trescientos paneles de vidrio de múltiples capas, montadas en el paseo marítimo, que forman un círculo de 22 metros de diámetro junto al Adriático. Alrededor de la instalación espacial hay una representación de todos los planetas del Sistema Solar con sus órbitas sobre cubos de piedra. El gran círculo, al llegar la noche, brilla luciendo diversos colores e intensidades de luz, formando mágicas figuras y dibujos luminosos. Un impresionante espectáculo de luz junto al ritmo de las olas, conectado a los sonidos del Órgano del mar.

Hacer la foto más artística del Parque de Plitvice y disfrutar de las luciérnagas que alumbran las noches de sus alrededores

Algo más de 100 kilómetros separan Zadar de otro lugar donde el agua también impone su mandato: el Parque Nacional de los Lagos Plitvice. Declarado Patrimonio de la Humanidad, a su magia contribuyen 96 cascadas y 16 lagunas color turquesa. Considerado como uno de los escenarios más bellos del mundo, el recorrido que atraviesa los lagos de Plitvice, sus bosques frondosos y el espectáculo de sus cascadas es un recorrido memorable. Perderse entre la gama cromática de los verdes y azules que conforma este conjunto natural es cuanto menos delicioso. La creación de los lagos se debe a la piedra kárstica y dolomítica que forman el entorno y cuya disolución y erosión han creado pozas y represas donde se embalsa el cauce del río Korana. Este parque, considerado Patrimonio de la Humanidad es un maravilloso fenómeno natural donde viven osos, lobos y otras especies animales y vegetales autóctonas.

Y cuando cae la noche, los bosques de alrededor se iluminan fruto del aleteo de las miles de luciérnagas que habitan la zona, formando para los visitantes un espectáculo digno de mención.

Pasear por la calle Tkalčićeva de Zagreb

Disfruta de la cosmopolita Zagreb dando un paseo por esta encantadora calle que alberga numerosas casitas de colores y numerosos bares y terrazas que animan el paseo. Con su estética centroeuropea, la capital de Croacia sorprende a sus visitantes.

Y con esto nos despedimos de la bella costa, las más de mil islas, y todas ciudades con rincones mágicos que la historia ha dejado entre sus calles. Una mezcla inmejorable aliñada con un mar Adriático cristalino e hipnótico que harán que en los oídos de sus visitantes no paren de repetirse de la mítica canción veraniega ¡Fantástica! Taratataratara.