Wes Craven nos dejaba recientemente víctima de un asesino mucho más implacable que su buen amigo Freddy Krueger. un cáncer cerebral nos lo arrebató y todo el cine de terror, sobre todo el dedicado a los Slashers, lloró su pérdida.

Craven consiguió algo que pocos han conseguido, aterrorizar a dos décadas distintas y de dos maneras diferentes. Su mayor creación llegó en los años 80, concretamente en 1984, cuando alumbró a uno de los mayores iconos del cine de terror de todos los tiempos, Freddy Krueger, con su sombrero y su jersey a rayas. Este hombre con cara quemada y un guante con cuchillas entraba en los sueños de los niños y les mataba para vengarse de sus padres. Atacar a las víctimas donde nadie puede protegerlas, una gran idea que le vino, según parece, cuando Wes Craven supo que unos refugiados de Camboya comenzaron a sufrir terribles pesadillas. Tanto es así que les daba auténtico pavor el irse a dormir. La mayor parte de ellos intentaron no dormir, evidentemente no pudieron ganar al sueño y acabaron durmiendo. Sin embargo, varios de ellos jamás despetaron: murieron mientras soñaban.

Realmente, la idea es terrorífica: atacar a los niños en el lugar donde sus padres no pueden llegar a protegerles. Una venganza efectiva y macabra. Las cuchillas de Freddy se extendieron por los sueños de los adolescentes a lo largo de una franquicia de nueve entregas, entre las que se encuentra un crossover, con Jason Voorhees (Freddy Vs Jason, 2003), y un remake (Pesadilla en Elm Street: El Origen, 2010). También hubo una serie de televisión, Las Pesadillas de Freddy, protagonizada por el propio Robert Englund caracterizado como Freddy. El señor de Elm Street presentaba cada episodio en el que se contaba una historia oscura digna de la mente de Krueger.

Con apenas dos millones de presupuesto, la primera entrega llegó a alcanzar los 26 millones de recaudación. Esta tendencia se fue repitiendo en las siguientes. Lamentablemente la saga cambió su rumbo hacia el humor negro. Poco a poco, las muertes fueron siendo más curiosas pero menos aterradoras, lo que hizo que la franquicia perdiese fuerza, culminando con el citado crossover, que solo sirvió para ver con buenos ojos al implacable asesino del lago Crystal, y con un remake copiado plano a plano de la original, con buenas intenciones pero sin el carisma de la primera.

Otra de sus grandes creaciones fue Ghostface, el asesino amante del cine de terror de la saga Scream. Gracias a Craven, ahora el sonido del teléfono por la noche es algo inquietante.

Su comienzo con una llamada telefónica que consigue aterrorizar a una joven Drew Barrymore, que poco a poco va desencajando más su rostro hasta que llega su trágico final después de saber que su interlocutor está dentro de casa. Esta primera entrega llegó a ser la película slasher más taquillera hasta la fecha en todo Estados Unidos. La saga entera ha generado 600 millones de dólares en su paso por las salas de todo el mundo.

La saga Scream, que hace poco cogía el título de tetralogía, homenajeaba al cine de terror con todos los tópicos. No supuso la novedad que fue Pesadilla en Elm Street, pero sirvió como empujón al género slasher.

Dos asesinos con ‘Modus Operandi’ diferentes pero que provocan que, en las noches de soledad, dormir sea una misión imposible.

Teniendo en cuenta la proximidad de Halloween, que mejor manera de homenajear a Wes Craven que la de disfrutar de una sesión de sus famosos personajes.

Feliz noche en vela.