Hace poco más de cuatro meses que la foto del pequeño Aylan Kurdi, un niño kurdo de tres años que murió ahogado frente a las costas turcas, convulsionó la opinión pública Europea y revolvió las conciencias de muchos sobre la grave crisis que miles de refugiados están sufriendo a las puertas del viejo continente. La gente se echó a las calles exigiendo que se ayudase a estos desplazados forzados, varios municipios aprobaron planes de acogida y el ayuntamiento de Madrid desplegó una pancarta en su edificio principal rezando “Refugees Welcome”.

Sin embargo, pocos meses después, y a pesar del agravamiento del problema con el advenimiento del invierno, esta crisis parece haber pasado a un segundo plano en los medios de comunicación, que apenas reportan sobre ello en las últimas semanas, y en la agenda política, donde los posibles acuerdos han quedado relegados por el momento a declaraciones de buenas intenciones, en el mejor de los casos.

Para contrarrestar esta desensibilización, la ONG Mensajeros de la Paz ha convertido a los refugiados en los protagonistas de su anual “Belén Solidario” de la iglesia madrileña de San Antón, haciendo un llamamiento a la solidaridad. Éste Belén, obra artesanal del artista madrileño Ikella Alonso, ilustra la Natividad reemplazando el tradicional portal por una tienda de campaña y al Niño Jesús por una representación de Aylan yaciendo sobre un mapa del Mediterráneo. La Virgen María y San José, inspirados en la obra pictórica Angelus, de Millet, observan con angustia a su hijo ya sin vida, mientras que los pastorcillos y los reyes magos caminan por vías de tren que cruzan Europa.

El Padre Ángel García, fundador de la ONG y responsable de esta céntrica parroquia de la capital española, quiere que este proyecto “sensibilice a la gente y la conciencie de que esta realidad existe y no podemos esperar más”. Así mismo, hace un llamamiento a los políticos a que “muevan ficha, ya que la sociedad, los ayuntamientos y las comunidades autónomas están abiertas y dispuestas a acoger y dar asilo a la gente” y les invita a “que dejen de pisar sobre moquetas y pisen las vías del tren y los barros sobre los que caminan los refugiados y vean cómo vienen, sobre todo los niños, muchos tiritando y pidiendo simplemente calcetines o un poco de ropa seca”. Así mismo, el Padre Ángel alaba al catolicismo como pionero en ayudar a los desfavorecidos, pero denuncia la insuficiente labor llevada a cabo por algunas iglesias que, “manteniendo sus puertas cerradas la mayor parte del tiempo, parecen más museos que casas de oración y acogida.”

La iglesia de San Antón inició en marzo de 2015 un ambicioso proyecto a manos de la ONG Mensajeros de la Paz, que se hizo cargo de ella tras décadas de escasa actividad. Ubicado entre cafeterías y tiendas de moda en el céntrico distrito de Chueca, este templo permanece abierto 24 horas al día para los feligreses que quieran pasar a rezar o confesarse, para personas sin hogar, para quien necesite un café caliente, e incluso para mascotas. Además, esta iglesia está a la última en lo que a tecnología se refiere. Equipada con wifi, pantallas planas con conexión directa al Vaticano y tabletas digitales para que puedan confesar las personas con problemas de audición, ya ha sido bautizada por varios medios como “la iglesia más cool del mundo.”