¿Quién de los que han pasado por la educación primaria en España no ha visto nunca a un compañero de clase humillado y menospreciado por otros compañeros, reiteradamente? ¿Acaso es imposible encontrar una clase (colegio) en la que no haya el típico niño/a del que se suelen reír, el menos valorado, el más insultado? Probablemente habrá algún centro que vigile esto, pero la mayoría de españoles pueden hacer memoria y recuerdan que siempre había uno que sufría más que el resto, jerarquía natural. Con seguridad, entre aquellos que lean este artículo, habrá antiguos menospreciados, abusones, y una gran mayoría de observadores pasivos, también conocidos como cómplices.

¿Son cosas de niños? El director del colegio Nuestra Señora de los Ángeles (Madrid), el padre Rivas, así lo cree; es justo lo que le dijo a Carmen, madre de Diego González, un alumno de su centro que se quitó la vida porque “no aguantaba ir al colegio”. Obviamente, son cosas de niños si tenemos en cuenta que las llevan a cabo niños, y todo apunta a que si se establece esa jerarquía natural es porque efectivamente ningún adulto razonable indujo otras opciones de comportamiento.

Para Sofía Czalbowski, psicóloga clínica experta en niños, el maltrato se da cuando el contexto lo permite, señalando así la parte de culpa que tendrán las instituciones en estos casos: "permitir los insultos u otros comportamientos agresivos predispone al acoso y ahí está la raíz del problema". Lejos de considerar culpables a los observadores pasivos, Araceli Oñate, experta en bullying y autora de los Informes Cisneros, señala que “el culpable directo de estos casos es la indiferencia de las instituciones educativas, que desde hace más de 10 años conocen que uno de cada cuatro niños en España recibe conductas de maltrato frecuentes y sistemáticas. No son los padres los que deben preocuparse por identificar esas conductas de maltrato entre niños, son los profesores o docentes, que dependen a su vez de las consejerías de educación y el Ministerio, porque les deben proporcionar, y no lo hacen, buenos métodos de identificación precoz”.

Los supervisores, tutores o jefes de estudios son personas que están al tanto de los jóvenes menospreciados en su curso. Desempeñarán ineficazmente su labor si no elaboran buenos sociogramas de las jerarquías sociales que establecen sus supervisados, ya que además estas influyen directamente en el rendimiento del alumno. Robinson Guerrero, un abogado procesalista experimentado en casos de bullying afirma que lo mejor, a su juicio, para proteger a los menores del abuso escolar es la realización, por parte del centro, de sociogramas y mediciones—fácilmente elaborables—que permitan equilibrar esas jerarquías que por naturaleza se establecen entre iguales. Aunque, como nos recuerda Robinson, los centros escolares no están obligados por ninguna ley a realizar estas mediciones, quizás si son recomendables.

El jefe de estudios del centro Nuestra Señora de los Ángeles, Jesús Díaz, declaró a la prensa española, en relación al caso Diego González, que en ningún momento sospecharon de esta ni otras conductas maliciosas; “nos llama muchísimo la atención porque Diego no es el típico chaval que no quiere ir al colegio. Nunca piensas que va a pasar algo como esto, pero con un chaval como Diego, menos todavía”.

Carmen González narra cómo a partir de enero de 2015 su hijo Diego insistía en que no quería ir al colegio, que no le gustaba. Nos cuenta Carmen que ella le preguntó no pocas veces a su hijo el motivo de su rechazo al colegio, ¿acaso te tratan mal allí, hijo?. Pero Diego evitaba contestar y le quitaba importancia a las causas añadiendo: ¡qué mal pensada eres, mamá!.

El derecho a una educación para Diego era una obligación insoportable. El problema era bien difícil para alguien tan joven, ya que debe tenerse en cuenta la imposibilidad de prescindir del colegio si estás vivo, tienes 11 años y padres pudientes que consideran imposible privar a su hijo del privilegio de la educación.. El pequeño concluyó que la única manera de librarse de la asistencia al mismo hoy día es eliminando tu propia vida de la ecuación. Su madre lo encontró en el suelo del patio comunitario cuando miró por su ventana de la cocina del quinto piso. La mañana del jueves 14 de Octubre, la policía científica encontró una reveladora carta escrita por el pequeño, escondida en uno de sus peluches favoritos. En ella, el joven decía, entre otras cosas: “yo no aguanto ir al colegio y no hay otra manera de no ir”.

Apoyada en el éxito del programa finlandés KiVa (contra el acoso) Flotats defiende en un artículo publicado en la web del diario Público que el camino para acabar con el bullying es “influir en los testigos para que defiendan a la víctima, ya que si ellos no participan en el maltrato, la actitud del acosador cambia”.

Pero se está pidiendo al testigo que reniegue de la colectividad a la que pertenece y, al hacerlo, cambiará su tranquila butaca de espectador por un puesto de actor en el escenario más peligroso, como bien explica Sofía Czalbowski: "Por un lado, la víctima no suele confesar el maltrato por miedo a quedar como un chivato, porque cree que pasará o porque se siente culpable; y por otro, los compañeros no se involucran porque minimizan la gravedad del maltrato o porque temen que la violencia se gire contra ellos".

Diego González dejó por escrito, dirigiéndose a sus padres: “por favor espero que algún día podáis odiarme un poquito menos”. Pero el “odio” o las reclamaciones de los padres de Diego se vierten sobre el colegio Nuestra Señora de los Ángeles, en el municipio-ciudad de Leganés. La principal sospecha de Carmen González es que “algo extraño viene sucediendo en este centro” que pertenece al conjunto de escuelas católicas de Madrid, organización aprobada por la Santa Sede en 1957. Afirma conocer “más de 70” casos de familias que ya han sacado a sus hijos del centro por causas parecidas, pero siendo su hijo el que peores consecuencias ha tenido. La Asociación Madrileña contra el Acoso Escolar (Amacae) defiende que ya tenían avisos sobre el centro Nuestra Señora de los Ángeles, dos denuncias antes del caso de Diego, y una posterior.

No sabemos si los profesores que lo educaban en el centro conocían la existencia del acoso a Diego. Sí sabemos de la declaración a la policía de la madre de un niño que iba a Nuestra Señora de los Ángeles, el cual nos dibuja el proceder del colegio ante las burlas: “mi hijo había repetido curso y el bajo rendimiento se castiga en el centro, entendiendo por castigos que menosprecian y ridiculizan a los niños delante de sus compañeros. Los desmanes del docente se impregnan en los compañeros de clase que no dejaban de insultarle, llamándole insistentemente tonto y repetidor. Tuvo que ir al psicólogo.”

Fuentes

http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/dos-companeros-del-nino-que-suicido-leganes-certifican-acoso-4835524#
http://www.publico.es/sociedad/testigos-del-acoso-escolar-son.html
http://www.elmundo.es/sociedad/2016/01/26/56a7b018e2704e804e8b4624.html
http://www.telemadrid.es/audio/entrevista-carmen-gonzalez-madre-de-diego-un-nino-de-11-anos-que-se-suicido-por-el-acoso-escol
http://politica.elpais.com/politica/2016/01/20/actualidad/1453319134_091881.html
http://www.huffingtonpost.es/2016/01/22/acoso-escolar_n_9048864.html
http://www.elmundo.es/madrid/2016/01/20/569ea93246163fd12b8b4626.html
http://www.rtve.es/alacarta/videos/informe-semanal/informe-semanal-ultima-carta-diego/3464745/
http://www.lasexta.com/noticias/sociedad/podria-haber-mas-casos-supuesto-acoso-colegio-diego-menor-que-suicido_2016012100418.html