«Quiero una casa, quiero un hangar y una torre de lanzamiento». Cuando canto esta parte de la canción Casa de Gustavo Cerati, digo altar en vez de hangar. Creía que decía altar, que para mí es tanto una casa, como una torre de lanzamiento. Y desde hoy también un hangar.

La casa: el territorio y la definición de altar

El altar es la proyección o materialización del lugar sagrado interior al que vamos cuando cerramos los ojos. Leyendo la definición de la RAE, creo que lo veo más como un santuario que como un lugar para ofrecer sacrificios. Creo que también es ese el uso que se le da comúnmente.

Lo visualizo en el centro del pecho, en el corazón. Es un sito seguro, acogedor, cómodo, en donde recuerdo lo que ya soy y se dan las transformaciones para que acepte mi esencia divina, plena, completa.

Creo que allí se encuentra nuestro corazón individual con el corazón grande. Se abre a esa fuerza que nos contiene y nos une a todos y al todo, que algunos llamamos Dios o fuerza mayor. Ahí reencontramos las cualidades del Ser que hemos olvidado en nuestro proceso de educación. Las que sacrificamos para poder sobrevivir, pertenecer y recibir amor. Allá es donde se da el asiento de cualquier intención o práctica que se quiera cultivar. Es un reflejo de todo tu trabajo interior, pasado, presente y futuro.

El altar incluye lo que consideramos más sagrado, ahí honramos lo que somos y lo que más valoramos. En el altar dejamos objetos que simbolizan nuestros deseos y anhelos, lo que nos inspira y nos mueve, lo que admiramos, la visión de lo que queremos ser, lo que ya somos y venimos activando. Ahí se dejan también los símbolos de nuestros logros en la materialización de nuestras intenciones.

El hangar: los «pits» del vehículo

El altar es también donde descansa, se reactiva, renueva y nutre el vehículo. ¿Cuál vehículo? El contenedor de nuestros cuerpos físico, emocional, mental y espiritual. Ahí se alinean, en función de nuestro propósito, la intención fijada, nos volvemos coherentes y la acción se vuelve coordinada.

En el hangar se da la alquimia para enraizar, inspirar, trasformar, fluir y sintonizar. Está tanto en el mundo visible como invisible. Para hacerlo visible creamos un santuario, un altar. En un curso que Denise Linn dio este año en la plataforma de Hay House dijo que: «cuando se establecen objetos con intención en un altar se representan físicamente sentimientos, ideas, deseos, que en esencia son invisibles, dando sustancia a las intenciones».

Linn señala varios beneficios de establecer un altar:

  1. Inicia la energía necesaria para tomar acción y llamar la asistencia y el apoyo espiritual para lograr lo que te propones.
  2. Irradia una energía protectora y amorosa en el hogar.
  3. Ancla y enraíza la energía nueva que se genera con las acciones que materializan la intención.

Entonces, un altar estabiliza y enraíza la energía de una intención. La conecta con lo más grande y desde ahí le provee fuerza y poder a cada acción. Es el patio de juegos, el laboratorio de ensayo, donde recordamos ser. Esa acción está enmarcada en una intención, que le da foco y sustento, ayuda al discernimiento de que si pertenece y qué no.

En yoga la intención se llama sankalpa. Se establece por medio de una declaración afirmativa, que articula de forma clara lo que se intenta hacer (Ver: Sally Kempton, Take the plunge). Entonces, ahí se llama el poder de la voluntad personal que se alinea con la voluntad del todo.

Sally recomienda hacer la declaración de nuestra intención en tiempo presente porque la convierte en una meta del momento actual. Agrega, que esa declaración obtiene su fuerza de creer que el resultado es cierto y de establecerla como si ya hubiera sucedido. Además, ella dice que es normal que la intención cambie con el tiempo. Creo que se actualiza cada vez que entramos a los «pits», al hangar.

Sianna Sherman señala que la intención se dirige hacia lo que nos fortalece, nos empodera, lo que nos da coraje para vivir nuestra vida con verdad y belleza, sin importar la forma exterior que tome el obstáculo o el reto que estamos afrontando y nos permite tener los descubrimientos desde adentro de nosotros mismos.

De acuerdo con todo lo anterior, solo quisiera agregar que un altar es un lugar propio, sagrado y que es como un tablero de visión o inspiración donde se fijan intenciones, resoluciones, sueños, anhelos, metas y aspiraciones por medio de imágenes, palabras y frases en representación de esos objetivos.

La torre de lanzamiento

Con la intención clara y el lugar del altar definido está todo listo para el lanzamiento: «10, 9, empieza la secuencia de ignición, 6, 5, 4, 3, 2, 1, 0... Todos los motores en marcha».

En un artículo previo Puerta a la abundancia expliqué la ruta de la manifestación y de la liberación de acuerdo con el libro de Anodea Judith, Eastern body western mind. Manifestamos desde lo sutil a lo material y liberamos de lo que tiene forma material a lo etéreo. Entonces, un altar es una bisagra entre esos dos mundos. Por eso es muy útil para manifestar y cultivar nuestras intenciones.

Se da un matrimonio para la cocreación con lo divino. Dejamos que la inspiración llegue y colaboramos en que se concrete en la ruta de la manifestación. Ahí no puede haber control sobre el resultado. En la ruta de la liberación, nuestras acciones cocinan la intención, se liberan de nuestro ego y circunstancias y se ofrecen a un propósito más grande.

En esta ruta de manifestación/liberación recordamos los recursos del Ser que habíamos olvidado y los entregamos renovados, activados, actualizados. Esperamos que nuestra intención y acción puedan beneficiarnos no solo a nosotros si no a la humanidad y a todos los seres vivientes.

Como dije, es un laboratorio o una cocina donde intervienen todos los elementos: tierra para dar estructura y sostener; agua para diluir los obstáculos o fluir a pesar de ellos; fuego para transformar lo que ya no está a nuestro servicio; aire para elevarnos e inspirarnos; el espacio y el sonido para sintonizarnos y estar en frecuencia con el bien más grande y con el flujo de la vida.

Aceptar que no todo es fruto de nuestro esfuerzo es muy importante para establecer la intención y es lo que le da fuerza para impulsarnos desde la torre de lanzamiento. Lo que a mí más me ha servido para recibir la inspiración, actuar, manifestar y luego liberar es la introspección y permitir la cocreación con lo divino. Me ayuda a soltar lo que no puedo controlar y a confiar precisamente porque he renunciado a controlar. Humildemente acepto lo que hay. También me ayuda a establecer la intención en una ceremonia, volverlo sagrado o especial con el aporte de lo divino.

Hay una película que veo mucho porque me inspira a lanzarme y arriesgarme. Es La vida secreta de Walter Mitty. Tiene varias escenas cumbre en el camino de ese héroe. Mi favorita está desde el minuto 45, cuando Walter se lanza a montarse en un helicóptero, animado por la canción Space Oddity de David Bowie. Espero te sirva para tomar acción y manifestar lo que sea que te corresponde.

Si bien el miedo te protege, te impide crecer y hacer lo que estás llamado a hacer. Creo que por más grande y monstruoso que parezca el reto o el evento inesperado, siempre llega a la medida de nuestra capacidad y nos deja más grandes y expandidos. El regalo oculto es la constatación de nuestra verdadera esencia, del recurso que estaba latente y se activa.

Salta, estás contenido, aunque no lo parezca. Sueña y fija tu intención en grande. Abre la puerta de tu lugar interior y permite la transformación. Fija una práctica que te permita hacer conciencia de como crecen tus poderes y recursos. Ya no eres un niño indefenso que no puede responder a las circunstancias. Si luego de lo anterior te animas a hacer tu altar, te dejo algunas sugerencias.

Elementos de un altar: los «recuerditos»

Estas sugerencias son un resumen de lo que he leído y visto.

  1. El lugar: escoge un lugar en tu casa para sentarte en intimidad y en silencio, sin interrupciones. Debe permitir la introspección y hacer rituales o acciones simbólicas para asentar la intención.
  2. La base: elije una bandeja o mesa que sostenga los objetos de tu santuario.
  3. Una tela o mantel: el color de la tela del altar influenciará la energía de la intención establecida. Selecciona un color que te guste o que esté asociado a las cualidades que quieres cultivar o recordar con tu intención.
  4. Objetos que representen los cinco elementos:
    • Tierra, incluye objetos que simbolicen estar enraizado, anclado o con sensación de estar en casa. Sianna Sherman dice que sirven objetos asociados a la tierra o extraídos de ella: flores, plantas, piedras, cristales, huesos. En eso de sentirse enraizado también se pueden poner fotos de familiares, ancestros y maestros.
    • Fuego: simboliza el poder de transformación. Usa cualquier objeto que produzca llama. Sianna Sherman recomienda ungir aceites para activar el fuego en el cuerpo.
    • Agua: está relacionada con las emociones, ser fluido, vulnerable. Sianna Sherman sugiere agua, leche, elíxires y esencias florales.
    • Aire: tiene que ver con la energía creativa, abrirse a las musas, la inspiración y tener visión. Sianna Sherman recomienda poner objetos como: plumas, incienso, fragancias naturales y objetos que activen la creatividad como, diarios, libros y materiales de arte.
    • Éter: es también el espacio y se relaciona con el sonido. Entra en frecuencia con una campana o un objeto que de un sonido armonioso.
  5. Ofrendas: en prácticas de yoga se usa poner alimentos y bebidas. Esos elementos se llenan de la energía de los rituales que se hacen en el altar y luego se pueden compartir.
  6. Objetos que activen los cinco sentidos: Puedes poner objetos que den una sensación placentera de ver, oler, degustar, oír, tocar. Denise Linn recomienda que el altar este limpio y ordenado, sin acumulación de objetos. Esto permite que la energía fluya libremente.
  7. Oraciones: Las palabras simbolizan el soplo de vida, el aliento, el impulso vital, el vigor, el ánimo, la inspiración o el estímulo que impulsa la acción. También asientan el convencimiento de lo que ya es. Puedes construir frases propias de aliento e inspiración que te recuerden el foco de tu intención. También puedes usar mantras.

Además de lo anterior, en mi altar hay objetos que representan mis logros y una foto de mi niña interior. Esos objetos de logros materializados me recuerdan que impactan mi campo y mis relaciones y que es una dicha compartir la luz y la conciencia que voy manifestando.

En terapia Gestalt hay una práctica de rescate al niño interior propio. Tengo una foto de mi niña interior en mi altar que es un lugar sagrado, protegido y acogedor. Ahí mi niña interior está contenida y es libre para hacer lo que le corresponde: jugar. Esa visualización me ayuda a estar en contacto con mi parte creativa, con el gozo y la libertad.

¡A celebrar!

Denise Linn dice que es importantísimo celebrar los logros. Festejar lo que se ha venido activando, porque no es solo entender que ya existe desde antes de nombrarlo. Es comprobar que el cambio que queremos ya tiene materia y está en este mundo de los ojos abiertos. Es la constatación de nuestro poder de manifestación. Creo que es un matrimonio, una cocreación donde no se puede controlar el resultado. Es la entrega a lo más grande para que se revele en nosotros. Es el milagro para nosotros, a través de nosotros y para el beneficio de toda la humanidad.