Por todos es conocida la mala reputación de la que goza Londres con respecto al tiempo. El 80 por ciento de los días del año pueden considerarse “miserables o muy miserables”, y la falta de luz y ese viento constante que golpea la cara allá por donde se va hacen que el mejor refugio para pasar un rato entre amigos o simplemente compañeros de trabajo sean los innumerables ‘pubs’ con los que cuenta esta ciudad.

Pero el panorama cambia radicalmente en primavera. No he conocido una ciudad más bella en una de las estaciones, al menos a mi parecer, con más encanto del año. La lluvia deja de ser un tópico durante estas semanas y los innumerables parques de los que se puede disfrutar en cualquier barrio de la ciudad -por muy humildes que sean-, se llenan de improvisados ‘picnics’ y un colorido floral impresionante. Las horas de luz y ese calor pasajero vienen acompañadas por la escasez de ropa por parte de los vecinos de la ciudad, especialmente los locales, que de no ser por estas semanas apenas lucirían las prendas veraniegas de las que tanto presumimos en muchos rincones de España, fundamentalmente aquellos que venimos del sur. Y la alegría y el bullicio se apoderan de Londres.

Un bonito reflejo de que la primavera es la estación por excelencia en Londres es su paradigmático mercado de las flores, en el área de Shoreditch; Columbia Road Flower Market. Cada domingo, una tranquila calle del este londinense se viste de color para ofrecernos una variedad floral sin precedentes: narcisos, azafranes, tulipanes, orquídeas, lavanda… Todo lo relativo a la jardinería y al cuidado de las plantas lo puedes encontrar en esta estrecha calle de unos 100 metros, jalonada en sus laterales por curiosas tiendas de estilo victoriano donde puedes encontrar innumerables productos de artesanía, ropa al estilo ‘vintage’, además de galerías de arte, donde la parada se hace más que obligada.

Pero lo mejor de esta visita dominical no son las 5 libras por las que puedes adquirir un precioso ramo de flores o, ni siquiera, la variedad floral que se puede encontrar en uno de los mercados más cortos de Londres. Lo mejor de toda esta explosión de alegría y color son sus vendedores locales, muy en consonancia con el estilo del mercado. El recatado, serio y comedido estilo inglés se pierde por completo durante esta venta al aire libre, donde a cada paso los viandantes no pueden evitar girarse atrapados por alguna broma o chascarrillo de estos curiosos personajes, la mayoría de los cuales llevan dedicándose al negocio de las flores “toda su vida”.

La floristería y jardinería es un auténtico modo de vida en Inglaterra. Toda casa que se precie cuenta con un pequeño jardín en la parte trasera del inmueble o un macetero bordeado de flores a la entrada del hogar. Sin duda, una bonita costumbre a copiar. Porque no todo en este país van a ser horteras moquetas y adoquines de ladrillo.