En los últimos meses de 2014, las organizaciones financieras de mayor prestigio en todo el mundo realizaron análisis sobre cómo se comportaría el mercado económico internacional y detallaron cuáles eran los principales retos que debía asumir cada país para evitar que, en los próximos doce meses, se obtuviesen resultados negativos que interfirieran con la línea de progreso económico de cada nación. En el caso particular de Venezuela, los analistas fueron muy precisos y anunciaron que si el gobierno de Nicolás Maduro seguía las políticas implementadas hasta el momento, el país caribeño tendría los peores resultados de la región y, en algunos ámbitos, del mundo.

Específicamente, los economistas pronosticaron un escenario económico para 2015 donde Venezuela terminaba el ejercicio con una caída en el Producto Interno Bruto cercana al 7% y la tasa inflacionaria más alta del mundo, del 110%. Los analistas precisaban que el origen del fracaso económico radicaba en la ausencia de un cambio en las políticas económicas y las fuertes fluctuaciones de los precios del barril de petróleo. Dos aspectos que, en efecto, han sido una constante durante, al menos, los primeros siete meses del año y que han sido agudizados por la incapacidad gubernamental de solventar la falta de divisas necesarias para la eliminación del control de cambio, estando obligado a crear o modificar estructuras que, en ningún momento, garantizan un proceso ágil de la economía.

El desastre económico está llevando, además, a que instituciones públicascomo el Banco Central de Venezuela violen la Constitución del país. Una ilegalidad que han cometido al ocultar, hasta la fecha, cuáles son los datos oficiales de inflación mensual, así como cuál es su alteración con respecto a períodos anteriores. La falta de transparencia en los datos es una violación al artículo 319 de la Carta Magna venezolana, la cual establece que: “el Banco Central de Venezuela rendirá informes periódicos sobre el comportamiento de las variables macroeconómicas del país y sobre los demás asuntos que se le soliciten e incluirá los análisis que permitan su evaluación”.

A pesar de la ausencia de datos oficiales, las organizaciones internacionales ofrecen pistas sobre cómo ha evolucionado el ejercicio 2015 y cómo cerrarán los indicadores a diciembre de este año. Unos datos que, lamentablemente, demuestran una destrucción económica aún peor a la estipulada a finales de 2014. Es decir, en tan solo siete meses el Gobierno logró superar la inflación que se calculó considerándose el peor de los escenarios posibles. Una tendencia que no sorprendería que se repitiera en el Producto Interno Bruto.

Si una inflación del 110% era una pésima noticia, el Bank of America la hace ver como un sueño, ya que, según sus estudios, calcula que 2015 terminará con una inflación anualizada del 170%. En este sentido, precisa que la meta del 110% ya fue alcanzada el pasado mes de junio, cuando la tasa inflacionaria se sitúo en el 113,2%. Otras organizaciones como el propio Fondo Monetario Internacional o Barclays Capital coinciden con estas estimaciones y descartan cualquier posibilidad de que Venezuela tenga una inflación de dos dígitos.

Aunque las perspectivas parecen lo suficientemente malas como para preocupar a todas las partes de la población, no se debe descartar que aún quedan cuatro meses (incluido uno en el que se celebrarán las elecciones parlamentarias) para que el gobierno de Venezuela haga lo que ya ha demostrado que es su especialidad: destruir un modelo económico de forma constante e irreversible, mientras que algunas cuentas bancarias de sus familiares y amigos se nutren en Estados Unidos y Europa.