El mundo occidental desconoce mayoritariamente muchas de las tradiciones, costumbres, creencias e idiosincrasia del llamado mundo islámico, entendiéndose por islámico a todos aquellos países que tienen el islam como religión mayoritaria y como elemento dominante de su cultura.

El mundo occidental, la cultura occidental, se basa en tres pilares fundamentales: el derecho romano, la filosofía griega y la tradición judeo-cristiana.

En lo que refiere a la tradición judeo-cristiana, esta impuso a sangre y fuego el dogma de creer en un supuesto Dios creador y salvador del mundo, cuya personalidad describe magistralmente Richard Dawkins en su obra El Espejismo de Dios, al señalar: «el dios del antiguo testamento, Yahvé o Jehová es posiblemente el personaje más desagradable de toda la ficción, celoso y orgulloso de ello, un mezquino, injusto e implacable enloquecido fuera de control, un vengativo limpiador étnico sediento de sangre, un misógino, homófobo, racista, infanticida, genocida, filicida, repartidor de plagas, megalómano, sadomasoquista, caprichoso y malévolo matón».

Al igual que el dios del Antiguo Testamento de Richard Dawkins, Alá –Dios, en árabe-, Dios de los musulmanes, es un personaje de ficción maniaco, desquiciado y malévolo, que manda acabar con los infieles: «Combatid contra los incrédulos que tengáis al alcance». En tal sentido, son la espada y la matanza, más que la predicación o recitación, los instrumentos principales de acción de Alá.

La figura de Alá, sus mandatos divinos y muchos de sus fanáticos y fundamentalistas seguidores, dentro de los cuales se encuentran los talibanes, son desconocidos en profundidad por el mundo occidental.

En la actualidad y luego del anuncio del presidente de EE.UU. Joe Biden, el pasado 8 de julio de 2021, de retirar las tropas invasoras imperialistas de Afganistán –país al cual el Reino Unido reconoció como nación independiente en el Tratado de Rawalpindi el 8 de agosto de 1919-; se ha vuelto a tomar conocimiento de aquel grupo de dementes y fanáticos religiosos llamados talibanes, los cuales luego de apoderarse de Kabul, pasaron a tomar el control del país y a someter a la población afgana a vivir condicionada bajo la dictadura de un código religioso llamado sharía o ley islámica que violenta gravemente los derechos humanos.

Los talibanes son un movimiento y una organización militar fundamentalista islámica, autodenominada Emirato Islámico de Afganistán, que apareció en Afganistán en el año 1994. En la actualidad este movimiento fundamentalista está dirigido por tres principales líderes:

  • Haibatullah Akhundzada: Es el comandante supremo, el más alto rango de la organización. Es considerado el Emir Al Muminin, esto es, líder o príncipe de los creyentes. Está a cargo de los asuntos políticos, militares y religiosos.

  • El Mulá Abdulghani Baradar: Es la principal cara pública de los talibanes. Es un líder religioso y político de los talibanes.

  • Sirajuddin Haqqani: Es el líder o jefe de la influyente Red Haqqani, una organización terrorista.

Estos líderes talibanes al hacerse del poder en Afganistán, han pasado además a controlar el mercado de las amapolas, y quién controla las amapolas, controla Afganistán. Afganistán produce alrededor del 90% del opio mundial –que se extrae de mapolas– lo cual posiciona a Afganistán como el mayor productor mundial de heroína, entre el 80% y 90% de la producción del planeta.

Tener el control de la economía de los opiáceos le da a los talibanes un enorme poder adquisitivo para acceder al mercado de las armas y para financiar el terrorismo.

La palabra talibán tiene por significado «estudiante» pues proviene del vocablo árabe Tālib, es decir, estudiante, traduciéndose del árabe al idioma pastún o Pashto –lengua oficial en Afganistán desde 1936- como «estudiante religioso».

Los talibanes son «estudiantes religiosos» de la sharía o ley islámica; significando literalmente sharía, del árabe šarī'ah (al-islāmīya): «camino o senda» del islam.

El islam es una religión abrahámica monoteísta basada en el Corán que es el libro sagrado del islam, y que según los musulmanes fue dictado por Alá a Mahoma –que quiere decir «Alabado»- a través de Yibril (el arcángel Gabriel). El Corán, que significa recitación, establece como shahada -premisa fundamental– para sus creyentes que «no hay más dios que Alá y Mahona es su profeta».

Para los estudiosos y eruditos islámicos el islam es «la sumisión a Dios el Altísimo a través del monoteísmo, la obediencia y el abandono de la idolatría». En otras palabras, es la «resignación a la voluntad divina».

El islam se inició en el año 622 d.c. en la Meca, actual Arabia Saudita, con la predicación de Mahona, último profeta divino cuyo principal milagro fue el Corán.

Los seguidores del islam se denominan musulmanes, del árabe muslim: «que se somete».

Sobre el islam los musulmanes dirían que seguir el islam es como regresar a un camino natural e intuitivo para los seres humanos, el cual lleva a la paz y el gozo del alma, sin embargo, esto al igual que el discurso teológico de las demás religiones del mundo, no es más que poesía, pues en la realidad la interpretación y aplicación que hacen de la sharía, los talibanes no solo constituye un código religioso para orientar sus vidas, sino que constituye todo un detallado código de conducta que rige cada uno de aspectos de su vida, tanto privada como en sociedad, al extremo de violentar gravemente los derechos fundamentales con tal de encarnar la voluntad divina.

La Sharía o ley Islámica se basa en el Corán y en las interpretaciones que la religión islámica les ha dado a las acciones y dichos de su profeta Mahona respecto a los mandamientos de Alá; así, y de esta forma, las interpretaciones dadas a las acciones y dichos de su profeta Mahona (año del Elefante / 570 d.c. La Meca - 632 d.c. Medina), dieron origen a dogmas religiosos que transformaron a este «camino» –Sharía– en una senda de fanatismo, ignorancia, muerte y destrucción.

Quienes viven bajo la opresión del régimen talibán y su interpretación y aplicación de la Sharía, están obligados a cumplir sin excepción, según Rawa –Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán– normas tales como:

  • La prohibición de escuchar música, tanto hombres como mujeres.

  • La prohibición de ver películas, televisión o vídeos.

  • La prohibido celebrar el tradicional año nuevo, o Nowroz, el 21 de marzo. Los talibán afirman que se trata de una fiesta comunista.

  • La prohibición de celebrar el día del trabajo, el 1 de mayo, pues se afirma que es una fiesta comunista.

  • La imposición a todas aquellas personas que tengan nombres no islámicos, de cambiarlos por otros islámicos.

  • La imposición del corte de pelo forzoso para todos los jóvenes afganos.

  • La imposición a los hombres de llevar «ropa islámica» y cubrirse la cabeza.

  • La imposición a los hombres de no afeitarse. La barba debe crecer lo suficiente como para sobresalir del puño si se agarra por debajo de la barbilla.

  • Es obligatorio acudir a la mezquita cinco veces al día para rezar.

  • La prohibición de criar palomas y tampoco jugar con pájaros, pues son considerados antiislámicos. Los infractores serán encarcelados y los pájaros sacrificados.

  • La prohibición a hombres y mujeres de volar cometas, ni practicar otros juegos considerados anti islámicos.

  • La imposición a todos los asistentes a espectáculos deportivos de sólo hacer cánticos de «Allah-o-Akbar» («Allah es grande») y no podrán aplaudir las jugadas o a los jugadores.

  • La prohibición de poseer literatura considerada «cuestionable». En ese caso será ejecutado el infractor.

  • El castigo a ser ejecutado a cualquier persona que cambie de religión.

  • La imposición a los hombres que estudien a taparse la cabeza con un turbante.

  • La imposición a la población no musulmana, minoritaria, a distinguirse con una insignia o coser una tela amarilla en su vestimenta.

  • La prohibición del uso de internet tanto para los afganos como para los extranjeros.

  • Inclusive Rawa anuncia que posiblemente a las mujeres se les puede prohibir el trabajo, la educación, salir de la casa sin un hombre, y la obligación de llevar burka para no mostrar su cara en público.

Los talibanes señalan que con la imposición de una versión estricta y radical de la sharía no pretenden sino otra cosa que dar seguridad y crear ambientes donde la castidad y la dignidad de las mujeres sean sacrosantas.

El Patriarcado islámico obliga a las mujeres a vivir subyugadas bajo normas absurdas e intransigentes que rayan en la insanía.

El Patriarcado islámico está compuesto por tres instituciones: La Familia, el Tribunal Social Islámico y el Sistema Islámico.

La Familia, es la institución más poderosa, pues perpetúa la opresión desde sus propias raíces.

El Tribunal Social Islámico, ostenta un poder absoluto sobre la familia, es la columbra vertebral del Patriarcado islámico. Está compuesto por las familias islámicas que forman parte del mismo. Es la institución que exigirá y juzgará a la familia en caso de que su honor se haya visto perjudicado.

El Tribunal Sistema Islámico, es el que perpetúa las actitudes o normas cuya fuente es el Tribunal Social Islámico.

Las creencias absurdas de los talibanes dejan en evidencia lo nefasto que resulta el dogma en la vida del ser humano, pues el dogma encarna el fanatismo y la ignorancia, nublando la razón y privando al hombre de la virtud de convertirse en un pensador, en un libre pensador, que se hace a sí mismo.

El talibán, fiel defensor de sus creencias, renuncia a la lógica, a la razón y al empirismo para sostener sus posiciones referentes a la verdad. La verdad para el talibán está en la revelación, es decir, en la fantasía y en el delirio.

Ahora bien, al ser el delirio una alteración seria en las capacidades mentales que genera pensamientos confusos y una disminución de la conciencia sobre el entorno, los códigos del islam serán y son fruto de la ignorancia, y al ser la ignorancia la madre de todos los males, el islamismo es en sí mismo ignorancia y oscuridad; de ahí que todo régimen talibán resulte ser un peligro para la vida y la dignidad de toda persona que viva bajo ese poder.

Observar y analizar un régimen talibán, permite valorar y defender la existencia del Estado Laico y la democracia, que a pesar de sus imperfecciones, cuentan con la legitimidad del consentimiento y convencimiento de la ciudadanía, cuyo sistema de poder se mantiene y justifica por el principio de soberanía popular que expresa la voluntad de las mayorías, haciendo efectiva además, la realización de derechos y libertades considerados fundamentales en una sociedad para la plena realización de la persona humana, de sus proyectos de vida y de su dignidad.

Para el talibán el Estado Laico y la democracia son sus enemigos naturales, toda vez que conducen al hombre a un despertar de su consciencia, y todo hombre despierto se convierte en un peligro para todo régimen controlado por el dogma, de ahí que toda dictadura tenga por aliado a la religión.

Si bien es cierto que el hombre, como todo ser vivo, busca primariamente garantizar su propia existencia, entonces, el pueblo afgano dado su actual escenario político se verá obligado a hipotecar toda su libertad a cambio de garantizar su seguridad y su existencia, pasando de esta manera sus vidas a estar controladas, condicionadas y manipuladas por la ignorancia y el dogma.