En los más de diez años que llevo como bloguera de moda, me pude dar cuenta que para muchas personas la moda se siente como algo ajeno o muy lejano —algo que sencillamente no tiene que ver con ellas—, cuando, de hecho, esta forma parte de la cotidianidad y los ambientes de todas las personas, solo que de manera diferente en cada caso.

Dos definiciones que la Real Academia Española (RAE) da para la palabra moda son: «uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en determinado país» y en estadística, «el valor con mayor frecuencia en una distribución de datos», es decir, aquel valor que más se repite. Esta segunda definición es la que quiero considerar para este artículo.

Cultural e históricamente se incluyó en el término moda solo la imagen más estereotipada de la industria de diseño, confección y venta de ropa y accesorios, dígase: tendencias fugaces, modelos que refuerzan estereotipos de belleza, ropa costosa, culto a la apariencia, etc... ¿Es esto moda? Sí, pero es una entre muchas. Porque desde el enfoque más amplio de moda, todas las personas formamos parte de esta, dependiendo de la variable o característica que se esté considerando o valorando.

Todas las regiones, países y hasta grupos muy pequeños, tienen su propia moda —según lo que más se repite en la mayoría de sus integrantes—, y, por tanto, estar a la moda, es un término relativo.

Inclusive grupos como los hippies —que intentaron salirse de lo establecido—, tuvieron sus propias modas en su característico estilo de vida, y lo mismo encontraremos al analizar otros grupos de personas que comparten formas de vida similares.

Por ejemplo, la manera de vestir de la población de mujeres costarricenses de 30 a 40 años que trabajan en el cantón central de San José, en trabajos de oficina, tiene ciertas características y una moda diferente, a la de la población de mujeres costarricenses de este grupo de edad que trabajan en oficinas en el cantón central de Puerto Limón; y es probable que encontraremos resultados diferentes si consideramos mujeres de distintas ocupaciones, aun siendo del mismo país y del mismo rango de edad. Cada una de estas poblaciones tiene su propia moda en cuanto al vestuario que prefieren usar; que algunas veces coincidirá con las tendencias de moda globales o masivas, y otras no.

En suma, la moda trasciende la vestimenta, es multifactorial y responde a características diversas de culturas y subculturas, a factores ambientales, socioeconómicos, generacionales, tecnológicos, entre otros.

Al vivir en sociedad los seres humanos tenemos la necesidad instintiva de pertenecer y sentir que formamos parte de un grupo, y no es raro que, en ese deseo de pertenecer, se adopten sus costumbres, creencias, gustos o hábitos, a veces sin tener consciencia de ello. Entonces tiene mucho sentido encontrar modas diferentes al valorar la forma de vestir, los gustos musicales, las preferencias en comida y el uso de aparatos tecnológicos que eligen las distintas poblaciones, por mencionar solo algunos ejemplos.

Una persona que asegura que la moda no tiene nada que ver con ella es muy probable que igual elija su ropa influenciada por lo que es más común en su entorno, o sea, lo que más se usa y por tanto no va a generar controversia o le haga salirse del grupo. Son pocos los que se atreven a alejarse de lo que es aceptado, así que, la moda al final estandariza en cada grupo de referencia. Es por esta razón que, a lo largo de la historia, ha sido tan importante estar a la moda.

Al final no somos ajenos a la moda, ni tan diferentes los unos de los otros; aunque pensamos que así es.

No obstante, es muy común que en algunos círculos se juzgue de frívolas o superficiales a las personas que gustan de llevar las últimas novedades en vestuario que se ven a nivel mundial, bajo la idea de que estas le dan mucha importancia a su apariencia, pero, ciertamente, esa mirada juzgadora se da por el simple hecho de que tales personas se atreven a salirse del grupo y formar una moda aparte —o micromoda— de una manera muy evidente.

Alguien que en apariencia no está a la moda —porque su estilo no es muy llamativo—, igualmente puede incluir dentro de su estilo de vida una serie de actividades que en su grupo forman parte de la moda y que también se enfocan en la apariencia, como lo pueden ser arreglarse las uñas cada semana, teñirse el cabello, realizarse limpiezas faciales, masajes u otros tratamientos estéticos, entre otras, y, sin embargo, como son comunes en su grupo de referencia, no se califican de manera negativa.

Por otro lado, otros que también ven despectivamente el seguir las tendencias novedosas en la vestimenta, puede que sean seguidores de las modas tecnológicas —no pueden vivir sin el último teléfono celular en el mercado, Alexa, tabletas y portátiles nuevos cada cierto tiempo— o que adopten otras modas de estilo de vida como ir a ciertos gimnasios, hacer crossfit o entrar al mundo del running. Y ¿qué me dicen del hecho de que una pareja que ahora espera el nacimiento de su bebé, ni siquiera se cuestione si quiere hacer o no la fiesta del sex reveal del bebé? Muchas veces, lo que existe es una sensación de obligación de hacerla, porque es lo que en este momento acostumbra la mayoría. Grandes ejemplos de que estar a la moda es algo relativo.

Así es que más allá de la concepción de moda más estereotipada —que incluye solo a algunas personas—, la verdad es que hay tantas modas como grupos o poblaciones y, por tanto, es muy probable que al final no sos una persona tan ajena a la moda como pensabas.