Un reciente informe, firmado por 40 de los mejores científicos a nivel global (Gupta et al., 2023), indica que la humanidad ya transgredió los límites para un planeta «seguro y justo» en relación al aumento de la temperatura del planeta, el uso del agua dulce, la conservación de la naturaleza y contaminación del aire. En los últimos meses las temperaturas oceánicas, de las cuales dependen muchos de los climas del mundo, han superado en forma consecutiva los récords históricos.

A su vez, para el año 2027 el calentamiento global superará el límite crucial de 1.5º C, por encima del cuál será muy difícil revertir las consecuencias que genere. Entre ellas se prevé que ocurra un aumento gradual del nivel del mar, que afectará a miles de millones de personas que viven en áreas costeras alrededor del mundo, y todo indica que este fenómeno comenzará a producirse pronto, dado que 2023 fue el año que ha mostrado el nivel más bajo de hielo antártico del que se tiene registro.

Ahora bien, las consecuencias del impacto ambiental que hemos generado en el planeta no afectarán de igual manera a todas las personas, y de hecho afectará más a quienes menos responsabilidad han tenido en la generación de gases de efecto invernadero, los miles de millones de personas pobres que hay en el mundo serán los primeros en sufrir las consecuencias del cambio climático. Sin ir más lejos, los desastres ambientales a consecuencia del cambio climático han provocado que más de 30 millones de personas debieran desplazarse de sus lugares de origen en los últimos años. Por su parte, el último informe del Lancet Countdown para Sudamérica (Romanello et al., 2022), dice que la salud de las poblaciones se está viendo gravemente afectada por los crecientes cambios ambientales provocados por el cambio climático. Y que a su vez estos efectos están exacerbados por el aumento de las desigualdades sociales.

Y mientras el mundo se derrite, las grandes potencias mundiales y grupos económicos, responsables de las mayores emisiones de gases de efecto invernadero, esperan que el PIB mundial se duplique para 2050, mientras que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la mitad para 2030 implicaría solamente reducir entre 1-2% de esa duplicación, algo que hasta ahora se niegan a hacer. Por otro lado, las 46 naciones menos desarrolladas y los 38 Estados Insulares, quienes más van a sufrir las consecuencias del cambio climático, contribuyeron en conjunto menos del 1% de las emisiones de gases de efecto invernadero desde 1850. Gran parte de la crisis ambiental global está relacionada a lo injusto del sistema del modelo de desarrollo imperante en el mundo. Por ello en su último informe, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático enfatiza la desigualdad del calentamiento global y la necesidad de la justicia climática.

Revertir el cambio climático global implicará modificar el actual sistema económico, que generó una profunda brecha social entre los que más y menos tienen. Actualmente el 1% de la población mundial posee más dinero que el resto de los habitantes del planeta, y las 62 personas más ricas del mundo exactamente lo mismo que la mitad más pobre. Asimismo, los sectores más ricos del mundo, aunque son muy pocos, consumen cientos de veces más CO2 que todos los sectores pobres juntos. La única forma de lograr una «justicia climática» para quienes menos han contribuido al cambio climático global y más se verán afectados, es que el sistema económico global se modifique radicalmente, generando mayor igualdad y revirtiendo la pobreza. Y es allí justamente donde radica la explicación de por qué aún no se ha abordado seriamente el cambio climático, dado que al igual que en el caso la pobreza, si bien es políticamente correcto decir que se lo quiere combatir, en realidad los sectores de poder que manejan la política global se niegan a modificar la matriz productiva que los hizo ricos.

La falta de justicia ambiental no solo se debe a las diferencias entre ricos y pobres, sino también a las que existen entre los países desarrollados y los no desarrollados. Por ejemplo, países como Alemania agotaron sus recursos a principios de este año, y requieren el equivalente a tres planetas para mantener su nivel consumo, es decir, que su «calidad de vida» actualmente depende de tomar los recursos limitados de países más pobres y de las generaciones futuras. Existe una enorme distancia entre los «discursos ecológicos» que ostentan algunos países y sus políticas reales en materia ambiental.

En el caso de los países desarrollados el único compromiso real sería abandonar la lógica del crecimiento sin fin. Por su parte, las «políticas» de reducción de gases de efecto invernadero han resultado en una farsa en muchos casos, como ha sido demostrado recientemente en relación a uso las cuotas de emisiones de CO2 que les asignó gratuitamente la UE a fabricantes de cemento y acero de España y Francia, que aprovecharon para revenderlas y aumentar sus ganancias financieras.

Otro hecho dramático en el actual contexto de cambio climático es que los sectores ricos en vez de financiar a los sectores pobres para mitigar las consecuencias del cambio climático, se financian ellos mismos para seguir degradando el planeta, cuando sus lógicas de producción y acumulación se ven afectadas por la inestabilidad climática. El fenómeno del Niño, por ejemplo, cada vez más intenso, provoca pérdidas de billones de dólares a la economía global (Callahan & Mankin, 2023), y sin embargo el sistema económico sigue invirtiendo en las prácticas extractivitas que incrementan el cambio climático.

Otro ejemplo paradigmático lo hemos vivido en Argentina durante la histórica sequía de 2022/2023 (hecho que será cada vez más común y recurrente en las próximas décadas), que implicó pérdidas económicas de U$S 8000 millones para los grandes productores de granos (quienes se enriquecieron enormemente deforestando millones de hectáreas de bosques nativos para implantar monocultivos transgénicos con alto uso de agroquímicos), por lo cual el Gobierno destinó para ese sector del poder económico concentrado del país U$S 4000 millones, mientras que para los pequeños sectores de la agricultura familiar y agroecológica que poseen un impacto mínimo en términos de cambio climático aportó una ínfima parte de esos recursos.

Como bien señalan desde el IPCC, los límites para vencer el cambio climático no son científicos o tecnológicos, sino políticos y económicos. Es por ello que poder considerar un posible futuro «viable», lo que deben transformarse drásticamente son las sociedades, el modelo de desarrollo imperante y el sistema económico global.

Bibliografía

Callahan, C. W., & Mankin, J. S. (2023). Persistent effect of El Niño on global economic growth. Science, eadf2983.
Gupta, J., et al. Earth system justice needed to identify and live within Earth system boundaries. Nature Sustainability (2023): 1-9.
Romanello, M., et al. The 2022 report of the Lancet Countdown on health and climate change: health at the mercy of fossil fuels. The Lancet 400.10363 (2022): 1619-1654.