«Un sesgo cognitivo es una interpretación errónea sistemática de la información disponible que ejerce influencia en la manera de procesar los pensamientos, emitir juicios y tomar decisiones». En otras palabras, es un efecto psicológico que produce una desviación en el procesamiento mental de la persona que lo lleva a una distorsión mental en su juicio lógico, convirtiéndolo en ilógico; más precisamente, en una interpretación irracional o fuera de la realidad. En ese sentido, los sesgos cognitivos también suelen ser «sesgos sociales» que pueden ser atribuidos a nuestras interacciones sociales de cada día. Por lo que, además de nuestra racionalidad, puede afectar nuestra capacidad de toma de decisiones, volviéndola ilógica o irracional. Un ejemplo de eso es el sesgo de confirmación o sesgo confirmatorio que «es la tendencia a favorecer, buscar, interpretar y recordar la información que confirma las propias creencias o hipótesis, dando desproporcionadamente menos consideración a posibles alternativas».

La psicología nos dice que, antes de responder precipitada o anticipadamente a una cuestión o a algo que estamos viendo o leyendo en el momento, es preciso que hagamos un autoexamen y determinemos mentalmente el estado cognitivo en que nos encontramos. Ya que nuestro mecanismo intelectivo podría no ser el adecuado en ese momento y/o más bien corresponder a uno de intuición o creencia preconcebida en lo que estamos viendo o leyendo. De ser así, eso nos llevaría a un error o falacia por autodeterminación; es decir, creada por nosotros mismos.

Y eso, a su vez, nos llevaría al autoengaño. A mentirnos formalmente a nosotros mismos. Como es el caso de la denominada afirmación del consecuente que es la falacia formal que «se comete al tomar una afirmación condicional verdadera ‘Si A, entonces B’, e incorrectamente afirmar su recíproca o conversa ‘Si B, entonces A’. Esto es un error, porque el consecuente B puede tener otras razones para ocurrir aparte de A». Un claro ejemplo de esta falacia formal es esta forma argumental: 1- Si Estados Unidos es grande, entonces el país es grande; 2- Donald Trump fue presidente de Estados Unidos; 3- Por tanto, Donald Trump fue un gran presidente. Lógicamente «los argumentos de esas formas son inválidos, porque la verdad de las premisas no garantiza la verdad de la conclusión». Es más, en el supuesto de que todas las premisas fueran verdaderas, cosa que no es, aun así, la conclusión sería falsa. Como lo ha demostrado la realidad histórica del mandato de Donald Trump.

O informalmente como en el argumento ad hominem (del latín «contra el hombre») que es una falacia informal, que consiste en «atacar una afirmación en función del carácter o algún atributo del emisor de esta; en lugar de analizar el contenido sustancial del argumento en sí mismo. Generalmente sigue la siguiente estructura: ‘A afirma x, B afirma que A tiene algo cuestionable, luego por extensión B afirma que x es cuestionable’». Esta forma de argumento suele utilizarse desde el discurso político, como una poderosa forma populismo cargado de retórica y demagogia. Ya que tiene por objetivo convencer a personas que se mueven más por sentimientos y la pasión, que por la lógica y la razón de que lo que afirma el contrincante u opositor no merece ser tenido en cuenta. Por eso, no se atacan los argumentos del contrario, sino propiamente a la persona que los produce. En mi país (Costa Rica), un claro ejemplo de eso es el actual presidente Rodrigo Chaves.

Aparte de los ya descritos, hay seis grandes sesgos cognitivos, que me gustaría mencionarles:

  • Sesgo retrospectivo o sesgo a posteriori: es la inclinación a ver los eventos pretéritos como predecibles.
  • Sesgo de correspondencia, denominado también error de atribución: es la tendencia de hacer excesivo énfasis en las explicaciones fundamentadas, comportamientos o experiencias personales de otras personas.
  • Sesgo de confirmación: es la tendencia a investigar o interpretar información que confirma preconcepciones.
  • Sesgo de autoservicio: es la tendencia a reclamar más responsabilidad para los éxitos que por los fallos. Se muestra también cuando la gente tiende a interpretar como beneficiosa para sus propósitos información ambigua.
  • Sesgo de falso consenso: es la tendencia experimentalmente corroborada de creer que las propias opiniones, creencias, valores y hábitos están más extendidos entre el resto de la población de lo que realmente lo están.
  • Sesgo de memoria: es un sesgo cognitivo que mejora o deteriora la rememoración de un recuerdo (ya sea la probabilidad de que el recuerdo sea rememorado o la cantidad de tiempo necesario para que esto ocurra, o ambos), o que altera el contenido de un recuerdo reportado.

¿Por qué? Decía Alfred Adler: «Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa». Y es que, en ese sentido, no hay nada más peligroso para un político que aspira a ser presidente de un país —o que, ya lo es— que el pueblo que lo eligió sepa la verdad acerca de sus intenciones y propósitos. Se ha preguntado usted, ¿qué haría más de un presidente si la verdad acerca de su gobierno y gestión se supieran?