Paseábamos mi esposa y yo por Barcelona esta primavera, cuando nos encontramos con una tienda, aparentemente reciente, en la cual, el principal producto eran turrones, de varios estilos y facturas, pero mayormente artesanales. A la entrada de la tienda, una joven ofrecía muestras a probar a los transeúntes. La tentación fue grande y nos paramos frente a la joven pidiéndole, con «nombre y apellido», muestras de turrones de Alicante y de Jijona. La joven, sorprendida, nos preguntó cómo era posible que conociéramos ambos tipos de turrones. ¿Habíamos pasado por allí antes? Nuestra inmediata respuesta fue: ¡somos venezolanos! Mas sorprendida aun, nos pidió mayores detalles. Le explicamos que los venezolanos estamos familiarizados con varios tipos de turrón de origen español, pero muy especialmente estos dos, los cuales son delicia infaltable de nuestra navidad.

Sin duda la cena de navidad del venezolano está caracterizada por la presencia de la multisápida hallaca (o hayaca), la ensalada de gallina (¡que desde tiempos modernos hacemos con pollo, pero continuamos llamándola de «gallina»!), el pan de jamón (¡infaltable!), el dulce de lechosa, y por supuesto, el turrón (¡de Jijona o de Alicante preferiblemente!). Estos últimos se consumen no solo el día de la cena, sino días antes y después de la misma.

Ya lo decía Dorothy Kamen-Kaye allá por los años 1940s:

Si quieres celebrar la Navidad a la manera de los venezolanos debes comenzar a engordar dos o tres gallinas para las hallacas, y revisar tu presupuesto para poder rellenar tal delicadeza de navidad con aceitunas y cochino y almendras y alcaparras, especialmente por los precios de estos días… Estarás también buscando algún turrón, ese maravilloso dulce navideño español; de Jijona, suave, hecho con huevo, o de Alicante, hecho de miel y almendras tostadas…

Es evidente que consumir turrón en Navidad, lo heredamos de nuestros ancestros ibéricos, quienes desde la época colonial llegaron a ese conjunto de provincias sin unidad jurídico-administrativa, devenido luego en Capitanía General y finalmente en República, que hoy llamamos Venezuela. Aunque algunos lo transformarían aquí, al prepararlo con productos de estas tierras, como el coco, el cacao, el merey, el maní, o el papelón, jamás dejaron de importarlo de la madre patria. Los turrones originales, de Jijona y de Alicante, se convirtieron así en dulce costumbre, también nuestra. La llegada de más españoles durante los siglos XIX y XX, reforzaría la tradición.

Con seguridad sabemos de dónde se origina nuestra afición al turrón, y su importancia navideña, pero ¿cómo y cuándo les llegó a los españoles quienes nos «convirtieron» en «adictos» a tan deliciosos dulces?

Como en todo, el origen de algunas tradiciones puede ser confuso o variado. El turrón moderno parece ser una versión revisada y mejorada de un dulce morisco posiblemente inspirado en la halava o halvah. Este dulce persa, elaborado con la pasta de ajonjolí (o sésamo) frecuentemente se mezcla con ciertas nueces y varios cereales. Así lo describe originalmente el médico toledano Ibn al-Ghāfiqī (~1008-1074) en su obra Kitāb al-adwiya al-mufrada (De medicamentis simplicibus o Libro de medicinas sencillas).

Aunque los moros llevaron a la península ibérica sus tradiciones y costumbres, encontraron allí almendras y miel que ya consumían los pobladores originarios. Existían numerosas recetas que incluían tales productos, de manera que es posible que los moros adaptaran algunas de sus recetas, modificándolas con productos que ya eran suficientemente conocidos y utilizados por varios pueblos mediterráneos y, particularmente, los que conformarían al reino de España. Los nativos de las áreas conquistadas, a su vez, debieron haber copiado ideas de lo observado en esa culinaria morisca.

Buscando información sobre los turrones me encontré con una leyenda que todavía cuentan en Jijona (Sexona, luego Xixona o Jijona). Habla de un rey que se enamora y casa con una princesa escandinava. Esta, en su nuevo hogar, extrañaba su tierra natal y se sentía triste, echaba de menos la nieve, cayendo en profunda melancolía. El enamorado rey, buscaba como aliviar la tristeza de su consorte. Alguien le sugirió que, aunque no podría traer nieve a su tierra, podría sembrar almendros y esperar la floración. Ordenó el rey sembrar de almendros los alrededores del castillo hasta donde se perdiera la vista. Tiempo después, al florecer por vez primera, todo quedó cubierto de blancas flores, como si fuera nieve. La reina, al ver tal espectáculo, recuperó su felicidad.

Pero ahora había un problema, ¿qué hacer con tantas almendras producidas luego? La inventiva de los habitantes de Jijona entró en juego y sin desperdiciar las almendras, nacieron así los turrones de Jijona y Alicante.

Esta simpática leyenda pudo haberse originado como secuela de las alianzas castellanas y noruegas que eran parte del imperio antiguo o Sacro Imperio Romano Germánico. El rey Alfonso X de Castilla, «el Sabio», (1221-1284) envió un embajador a Noruega para pedir la mano de la princesa Kristina Håkonsdatter (1234-1262), eventualmente reconocida como Cristina de Noruega, hija de los reyes noruegos Håkon IV (1204-1263) y Margaret Skulesdatter (1208-1270). Alfonso pensaba desposarse con Kristina y repudiar a su esposa doña Violante de Aragón (1236-1300/1301), quien tardaba en darle un heredero. Además, la alianza sería positiva para ambos reinos. El viaje de Cristina, como podrán imaginar, tardó varios meses, pero al llegar a Castilla, doña Violante estaba embarazada. Abochornado, Alfonso X le pediría a la princesa seleccionar como marido a cualquiera de sus hermanos, escogiendo a Felipe de Castilla (1231-1274) con quien se casaría.

Se establecieron en Sevilla, donde residía don Felipe. Este, poeta, la amaría profundamente, dedicándole numerosos versos. Algunos fueron encontrados en la tumba de Cristina, exhumada en 1958, para estudiar junto a otros sepulcros, en la Colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias, en la provincia de Burgos, en Castilla y León. Ciertas fuentes aseguran, que, a pesar de haberse casado con don Felipe, Alfonso X tenía a Cristina de amante. Algunos dicen que a la joven de hermosos «ojos azules como nuestro cielo, cabellos como nuestro sol, y tez como la nieve de los montes escandinavos» le faltaba «el frío de su país, su gente, su pasado, y le sobraban el calor asfixiante del Guadalquivir». Enfermó sin recuperase, debido a la distancia que la separaba de su añorado país, muriendo de melancolía.

Pero volviendo a la tienda de turrones, la amable joven dependienta, conversaba y explicaba, mientras nosotros, encantados, disfrutábamos de nuevas muestras. Nos comentó que llegando a Barcelona (no nos dijo de donde era y, si lo dijo, no recordamos) a trabajar en este lugar, había escuchado que los turrones se habían originado en esa ciudad. Nos sorprendió tal comentario.

Esta leyenda, la relata Gabriel Miró (1879-1930), a través de su alter ego Sigüenza, crítico y algo burlón, escribiendo que:

… un día cercano a las pascuas, entra Sigüenza en una confitería de Barcelona… Ve [allí] los muros de turrón… ¡Jijona, Jijona! Exclama Sigüenza.

… un señor bien portado, de frondoso bigote… [quien resulta ser el dueño del establecimiento], advierte… Ese turrón que usted señalaba no es de Jijona… [y continúa]… Mire usted; en 1703 hubo una epidemia de peste en Barcelona. Fue una ruina para el gremio de especieros dulceros. Buscando su remedio se juntan los cónsules, y abren… un concurso de pasteles, ofreciéndose recompensa a los dos de gusto más regalado que puedan resistir un mes sin malearse… Concurren trece gremieros, y triunfan Pablo Turrons y Pedro Xercavins. El pastel de Turrons… está hecho de miel, de avellanas y piñones. El de Pedro Xercavins forma un pergamino de neules… con un relleno delicioso.

A don Francisco Figueras Pacheco (1880-1960), historiador alicantino, no le hizo gracia tal leyenda y en 1955, luego de revisar archivos y documentos históricos, escribió un libro detallando la historia del turrón, enfatizando, con evidencias, que los de Jijona y Alicante fueron los primeros.

Su prestigio no data de cuatro días, sino que es ya varias veces centenario. La fama de nuestro sabroso compañero del pavo, peina canas tan abundantes y tan blancas, como la nieve de Mariola y de la Carrasqueta, en cuyo torno se elabora por miles de quintales, nuestro dulce más típico de Navidad.

Don Francisco encontró una referencia muy curiosa del siglo XVII, que ya mencionaba la existencia de una pujante industria turronera alicantina. De ese siglo es también una cita de Vicente Bendicho (1584-1642), igualmente Alicantino, quien escribiría: «el turrón que comúnmente dicen de Alicante, fabrícase solo de miel y almendras, parecen sus trozos jaspes blancos».

Don Francisco menciona que durante el reinado de Carlos V (1500-1558) se presentó la obra Los Lacayos Ladrones de Lope de Rueda (1505/1510-1565), escrita, sin duda, en el siglo XVI, en la que el protagonista de la historia constantemente golpeaba a sus criados quienes «le habían comido el turrón de Alicante que tenía guardado en su escritorio».

El origen del turrón de Jijona es quizás algo más oscuro, pero don Francisco no duda de su origen. Además, su nombre lo dice todo.

¿Pero, por qué en Navidad? Aclarado el origen jijonenco y alicantino de los primeros y más famosos turrones, encontrar las razones por las que consumirlos tradicionalmente en épocas navideñas, podría resultar más difícil.

Recordemos, sin embargo, que, debido al elevado costo de los principales ingredientes utilizados para elaborar turrones, las almendras y la miel, es muy posible que su consumo haya sido necesariamente reservado para ocasiones especiales.

Detalles sobre la posibilidad del temprano origen de dicha tradición navideña se conocen gracias a varias anécdotas. En el siglo XVI el escritor, gastrónomo y cocinero del rey Felipe II (1527-1598), Francisco Martínez Montiño (¿?, m. s. XVI-m. s. XVII) (algunos lo refieren como Antonio), aparentemente visitó Xixona comentando:

Todas las casas de Xixona huelen al tibio vapor de la miel porque en todas ellas elaboran turrones.

Martínez Montiño escribió varios recetarios y dejó varias notas y manuscritos. En Conduchos de Navidad de 1584 o 1585, refleja la costumbre de comer turrón en las pascuas. Durante esas fechas, él siempre servía turrones para el rey y sus invitados. Sus vasallos, enterados de tal asunto, podrían haber seguido las costumbres de su monarca, difundiéndose luego por toda España.

La época colonial en Venezuela comienza, según muchos historiadores, a partir de 1520 culminando en 1810. Quienes tenían el control político en ese lugar hoy llamado Venezuela, eran de origen español. Sin duda, al popularizarse el turrón en España, y ser degustado en Navidad, los «venezolanos» de la Colonia, adoptaron la costumbre.

De manera que, al aparecer esta nota ya me he estado apertrechando de turrones de Jijona (principalmente) y de Alicante, para disfrutar con la familia esta Navidad. Al mismo tiempo «se me hace la boca agua» pensando en el turrón que la amiga Laura Pousa ha ofrecido traerme cuando regrese de su tierra, España, en enero.

¡Felices fiestas!

Notas

Bendicho, V. (1640). Chronica de la muy ilustre, noble y leal ciudad de Alicante.
Figueras Pacheco, F. (1955). La sabrosa historia del turrón y primacía de los de Jijona y Alicante. Alicante: Imprenta Botella. 187 pp.
Gordo Molina, A.G. (2007). La princesa Kristina de Noruega en la corte del rey Alfonso X de Castilla y León. La persecución de objetivos políticos e ideológicos por la vía de las alianzas matrimoniales. Intus-Legere Historia, 1(1/2): 175-190.
Guardiola y Ortiz, J. (1972). Conduchos de Navidad y Gastronomía Alicantina. Alicante: Agatangelo Soler Llorca. 333 pp.
Kamen-Kaye, D. 1947. Caracas Everyday. Caracas : The Caracas Journal. 256 pp.
Miró, G. 1984. Libro de Sigüenza. España: Taurus. 277 pp.
Ventura, Y. (2019). Notes on the Latin Translation of the Kitāb al-adwiya al-mufrada (Liber de Simplici Medicina) written by Al-Ghāfiqī. Medicina nei secoli: Journal of history of medicine and medical humanities, 31(3): 837-866.
Zarama, R-I. & C. Restrepo-Manrique. (2022). Léxico sobre el uso de dulces en el virreinato del Nuevo Reino de Granada y en la primera república colombiana. Historia y Sociedad, 43: 181-207.