Sólo hay algo que no es posible recuperar ni regenerar: es el tiempo. Todo lo demás siempre se recupera, aunque a veces pudiera parecer imposible. Algo muy importante de recuperar y que trasciende a los demás es la ilusión.

Para percibir el Ahora, para encontrar el verdadero presente en todo lo que nos rodea, incluso en las personas, es necesario deshacer el pasado. Para ello necesitamos Paz Interior.

«Cuando hayas aprendido a ver a todo el mundo sin hacer referencia alguna al pasado, ya sea el suyo o el tuyo según tú lo hayas percibido, podrás aprender de lo que ves ahora. Pues el pasado no puede arrojar sombras que obscurezcan el presente, a menos que tengas miedo de la luz (...). Renacer es abandonar el pasado y contemplar el presente sin condenación».

(UCDM)

Vivimos nuestro día a día en diferentes disyuntivas, provocándonos un tremendo combate emocional y espiritual; es necesario generar un equilibrio entre la mente, el cuerpo y el alma.

Todo principio tiene un final y un final, sin duda, siempre ha tenido un principio.

No sabemos los años que nos quedan, ese es el futuro; sí conocemos que estamos aquí y ahora. Es un buen momento para arrojar por la ventana esos malos hábitos que nos han generado fracasos y buscar aquellos que nos permitan seguir disfrutando más tiempo del ahora y de esos momentos que para nosotros son importantes.

Y no hace falta echar la vista atrás, no es preciso culparse de lo que podía haber sido; siempre existe otra oportunidad en el ahora, en el presente.

Siempre existe un momento, un instante en el que decir ahora sí; ahora sí tomo conciencia y busco aquello que realmente cambie y provoque la paz espiritual y mental que realmente necesitamos para descubrirnos que eran nuestras percepciones las que nos equivocaban.

¿Prefieres cambiar o que te cambien? Yo prefiero cambiar aquello que deslumbra mi caminar y obscurece las huellas que voy dejando.

Si cambiamos la forma de mirar las cosas, las cosas que miramos cambian.

Cada mañana la vida nos ofrece una oportunidad.

Demos las gracias por el privilegio del nuevo día, inyectémonos una buena dosis de ánimo, valor y entusiasmo para superar cada barrera o alcanzar cada uno de los objetivos que nos propongamos.

Todo es esfuerzo; todo es esfuerzo y compromiso. Todo es querer.

Siempre hay un objetivo que perseguir y ese objetivo supone cambios.

Para cambiar tienes que tomar una decisión y comprometerte.

Solo con decisión y compromiso superarás todos los obstáculos y no darás nunca marcha atrás.

El primer pensamiento que he anotado esta mañana en mi cuaderno ha sido este: el error o el fracaso no te pierden, te ganan. Solo se pierde aquello que no se quiere recuperar. Un fracaso es un trampolín que te hace valorar lo esencial y te impulsa para volver a encontrarte con lo importante.

Aprender de los fracasos. Los fracasos son una oportunidad para detectar obstáculos.

Si somos capaces de detectar los obstáculos que nos llevan a fracasar, podremos evitarlos. Normalmente todos sabemos dónde están, solo tenemos que encontrarlos y manejarlos.

La decisión, el compromiso nos dan la fuerza.

Para cambiar quién eres tienes que cambiar tus creencias.

Todo está por venir, nada está perdido. Cree en ello.

Cualquier cosa que sucede en nuestras vidas influye para bien o para mal en nosotros. Respalda creencias negativas o positivas. De ahí que seamos capaces de enfrentarnos con coraje a nuestras emociones buscando aquello que nos motive y no lo que nos paralice.

Una adversidad te hunde o te hace más fuerte.

Hay creencias que nos detienen pero creencias que sirven de palanca de cambio.

Si estás comprometido en cambiar algo ve a por ello.

Las circunstancias pueden condicionarnos por un tiempo, pero no eternamente. No somos una circunstancia, nosotros somos la posibilidad de cambio. Las circunstancias nos pueden parar, nos pueden hacer pensar y son el principio de un comienzo, no el principio del fin.

No te arrepientas.

No te creas menos de lo que eres.

Apodérate de esas circunstancias que puedan ser negativas. Aprende y resucita.

A veces vemos el mundo como desearíamos que fuera y no como realmente es. Míralo tal y como es. Ante un hecho concreto, una crisis o adversidad, debemos enfrentarnos a los hechos tal y como son antes de tomar cualquier tipo de decisión. Una decisión mal tomada, con prisas, sin pensar, puede provocar daños irreparables.

Debemos saber dónde estamos. Ese es el punto de partida. Para avanzar lo primero es saber el lugar dónde nos encontramos. Situarnos en el sitio. Analizar qué podemos o debemos hacer. En segundo lugar dar el paso.

Las circunstancias, ese momento tal vez desagradable, nos tiende a bloquear pero la decisión es lo que nos lleva directamente a nuestras metas. Sólo hay que actuar pero nunca sin antes pensar en dónde estamos y a dónde queremos ir.

Las circunstancias cambian constantemente. Hay momentos en los que sentimos tristeza o las circunstancias nos provocan decaimiento. Ese es justo el instante de demostrar lo que somos. Es el momento de levantarte, reponerte, decidirte, cambiar y salir. No dejes nunca de ilusionarte. comenzar cada día es una ilusión.

Tenemos objetivos, sueños y no llegamos por no intentarlo.

No vamos a vivir eternamente así que mejor es aprovechar el tiempo y lugar por aquello que queremos o creemos.

No pierdas el tiempo. No dejes que la circunstancia te pueda.