Me viene a la cabeza una palabreja que me dijeron el otro día: desconcordancia.

Evidentemente, en el castellano nuestro, actual, no existe. Creo que sí en el castellano antiguo. Curioseando por ahí sí que he encontrado este término en un diccionario de lengua gallega: desconcordancia, s V. desconcerto.

Y, también, en un diccionario de lengua portuguesa: desconcordância.

Significado de «descordância» (substantivo feminino): falta de concordância, divergência de opinião em relação a um assunto; discordância, desconcordação.

Sinônimos de «desconcordância»: discordância, desconcordação, dissonância, desarmonia.

Está claro que no es una palabra inventada, existe. Palabra atípica, pero llena de sentido y sentimiento si se la analiza desde un punto de vista más allá del filológico, humano.

Ahora utilizamos la palabra discordancia, que es bastante más fea, para referirnos a la falta de correspondencia o conformidad de una cosa con otra. Una contrariedad, desacuerdo, disconformidad.

Y es que a veces vivimos en una especie de discordancia, contradicción continua. Crees que todo lo haces bien pero no haces nada bien; crees que estás pero no estás. Buscas respuestas a no sé qué cuestiones y posiblemente nunca se las encuentres.

¿Vivir del pasado?
¿Vivir sin pensar en el futuro?
¿Sentir el presente dándote igual tanto el pasado como el futuro?
¿Vivir ajeno al resto, digan lo que digan?
¿Qué?
¿Qué te motiva para vivir?
¿Que te ilusiona más allá de tu propio yo geocéntrico?
¿Tú Yo real? ¿Tú yo soy esencial?
Búscalo descúbrelo.
Búscate descúbrete.
A veces necesitamos dejar de analizar el pasado, dejar de planear el futuro, dejar de intentar definir cómo nos sentimos, dejar de decidir qué es exactamente qué queremos y SOLO dejar que pase lo que tenga que pasar.
El vacío se puede sentir incluso estando lleno de todo.

Puedes creerte lleno y estar vacío. Puedes sentir vacío y estar lleno de todo.
Creo que es importante parar, detenernos. Detenernos nos hace saber, saber de nosotros. Calmarnos, concentrarnos.

En el budismo se utiliza la palabra samatha, para indicar la importancia de parar y calmarse. Existe también la palabra vipassana, para referirse a la capacidad de percibir y mirar con profundidad, ambos principios fundamentales en la meditación.

Cuenta una de esas historias que vuelan por ahí, que alguien le preguntó al Buda sobre lo que practicaban él y sus monjes. Entonces Buda contestó: «Nos sentamos, caminamos y comemos». Ante esta respuesta el interlocutor, incómodo, replicó: «Pero maestro, todo el mundo se sienta, camina y come», a lo que Buda le dijo: «Es que cuando nos sentamos, sabemos que estamos sentados. Cuando caminamos, sabemos que estamos caminando. Cuando comemos, sabemos que estamos comiendo».

En el mundo budista, el trabajo cotidiano está centrado en la práctica de la atención total y completa, para saber lo que está ocurriendo en nuestro interior con la meditación y en el exterior gracias a la focalización plena.

Esos instantes son esenciales vivirlos.

Alguien me dijo una vez que no era espiritual. No me molestó la crítica, hace tiempo que dejaron de molestarme, y sí busqué el porqué.

El porqué siempre está en la contradicción de nuestras vidas. Depende quién te vea y cómo te vea, depende quién te mire y cómo te mire; depende de esas percepciones que alguien en un momento dado tiene sobre ti, pero, fundamentalmente, depende de tu comportamiento.

De tu comportamiento depende la percepción que el resto puede tener de ti.
De un comportamiento contradictorio, sólo se pueden obtener contrariedades.
Es cierto que las preocupaciones acechan, que el calentamiento global obliga a ponerse a la sombra, aunque nos guste el sol, y que, en definidas cuentas, tras esa imagen de egoísta que algunos poseemos, nos preocupe todo lo externo tal vez más de la cuenta.
Es verdad que en ocasiones, sin preverlo, ocurren cosas que nos obligan a replantearnos toda esa organización -o desorganización- que llevamos encima. Nos obligamos a priorizar las cosas y nos hace pensar que la vida es un instante y ese instante lo puede cambiar todo.
¿Qué significan nuestros pensamientos?

No significan nada, no son reales.
Escribes tu vida o lo que crees son retales de tu vida.
Escribes tu destino o el que crees.
Nada está escrito.
Nuestro estado natural es la felicidad, dejarnos dirigir por nuestra mente, nuestros deseos o nuestras emociones, es lo que nos provoca infelicidad. Ser conscientes del Yo, ser consciente del Ser.

Podemos quedarnos quietos, destrozados en penas, llenos de adicciones o visualizarnos como realmente queremos; salir del agujero e ir a por ello.

Tu vida, desde el momento que lo quieras, será lo que elijas.

Si te sientes bien, atraerás cosas positivas a tu vida; si te sientes mal, solo obtendrás frustración y negatividad.

Tienes que visualizarte como realmente quieres estar.
Tienes que ser lo mejor que puedes ser.
Tú creas tu vida. Tú creas tu destino, nadie más.

Empieza ya.
Si cambias, todo a tu alrededor cambiará.

Tal vez la mejor manera de disfrutar del mundo sea no formando parte de él. Que nadie mal interprete. Para no formar parte del mundo lo mejor es cambiar la percepción que tenemos de él. El mundo que nos rodea no es real, lo real está en nuestro interior.

Todos nacemos en un día. Casualmente todos morimos en un día. ¿Qué quiere decir? Que todo puede pasar en un día.

Cada día pienso más que las preocupaciones nos quitan vida. La preocupación de un día nos resta dos años de vida, leí por ahí. Por eso si algo está mal lo primero que tienes que hacer es arreglarlo cuanto antes si puedes. Lo que está claro es que la preocupación jamás arregla nada.

Decía mi amigo Séneca, en sus Tratados Morales, que_

«A vosotros os di bienes seguros y permanentes, mayores y mejores cuanto más detenidamente los miréis y examinéis. Os di el valor para despreciar todo miedo, el hastío de lo que otros desean. No resplandeceréis por fuera, porque vuestros bienes están dentro. Así el mundo desdeña lo interior, porque está contento con el espectáculo de sí mismo. Todo el bien lo encerré dentro y vuestra felicidad consiste en no necesitar la felicidad».

Si estás disconforme, simplemente vive.