Se denominan “La nación yanomami” y son una etnia indígena que habita principalmente en el estado Amazonas de Venezuela, también en los estados brasileños de Amazonas y Roraima. Esta representa el 31% de los habitantes, siendo la población aborigen más grande de la región.

Por tradición, las mujeres de la tribu se adornan atravesando una pequeña vara por su tabique nasal y los extremos de los labios, también utilizan pinturas corporales y llevan siempre el mismo corte de cabello. En el caso de los hombres, las cicatrices en sus cuerpos son muestra de valentía y sabiduría y también realizan las mismas prácticas para adornar sus cuerpos.

Para los yanomami su nombre es secreto hasta tal punto que después de muerto su nombre no es pronunciado por la comunidad. Existe una gran aura mística que rodea las costumbres de las etnias indígenas. Esta específicamente se destaca por la práctica de canibalismo endogámico como ritual sagrado; dicho ritual se realiza luego de un mes de la muerte de algún miembro familiar y consiste en una ceremonia (funeral) donde se comen, mezcladas con plantas, las cenizas de los huesos de su pariente muerto. Ellos tienen la creencia de que en los huesos reside la energía vital del fallecido y que al ingerir sus cenizas la devuelven al grupo familiar. Entre este grupo indígena también concurren rituales para “expulsar los malos espíritus”, que para ellos son los causantes de enfermedades en miembros de la aldea. Existe un chamán encargado de alejar dichos espíritus, pero en ocasiones los individuos adultos se drogan con unas plantas para sacarse directamente sus propios "demonios". Es la única sustancia que provoca una evasión psíquica en un pueblo que desconoce cualquier bebida alcohólica.

Una historia que cautivó al mundo fue la de Yarima, una joven Yanomami que con tan solo 14 años de edad contrajo matrimonio en el año 1983 con el antropólogo estadounidense Kenneth Good, quien se encontraba en la región en una expedición universitaria. Un día, Good viajó a Caracas y ella fue raptada por individuos de otra aldea y según la costumbre Yanomami para mujeres sin marido, pasó a ser la mujer de todos. Luego de dos largos años, el antropólogo logró recuperarla; y fue en el año 1987 cuando decidió volver a su país, llevando a Yarima embarazada de su primer hijo, al que siguieron dos más. El choque cultural, la barrera del idioma y el anhelo de sus tierras fueron causantes de depresión y tristeza en la vida de la pequeña Yanomami. La aparentemente idílica historia llevó a una cadena de televisión a producir un documental sobre su vida. Para eso, Yarima y Good volvieron en 1993 a los bosques amazónicos con un equipo para filmar en el área yanomami. Yarima desapareció en la selva y fue dada por muerta. Solo ahora se supo que está viva y que abandono a su esposo e hijos por volver a ser parte de su tribu y tradiciones.

Si bien es cierto que las tradiciones de estas etnias son un poco primitivas y pueden parecer extrañas o místicas, la población de los Yanomami que habitan en el Amazonas reciben de forma grata a sus visitantes. Y poder conocer y admirar un poco más cerca otras costumbres es absolutamente atractivo. Además, en este caso, para ello debes adentrarte en la majestuosidad de la selva, que regala por donde pasas un magnifico paisaje, que sin pensarlo absorberá tus sentidos para brindarte un recuerdo absolutamente inolvidable.