El Atlético de Madrid vive su peor momento en los últimos años. La llegada de Simeone había propiciado pelear en la cumbre tanto a nivel nacional como europeo temporada tras temporada. El juego brillante nunca había sido el sello identificativo de los colchoneros en este período, pero sí se caracterizó por ser un equipo ganador capaz de asaltar cualquier campo emblemático. Ahora ese juego lustroso sigue sin aparecer, pero varias de las características que hicieron del Atleti un equipo temible se han ido esfumando con el tiempo.

La causa más importante es que el estado físico de los jugadores ha experimentado un razonable bajón que se veía venir. El ‘Cholo’ impuso un ritmo muy alto en la presión desde que llegó y no hay humano que aguante tanto tiempo al mismo nivel. Muchos de los éxitos de los rojiblancos se han basado en no dejar respirar al rival y frustrar todas las posibles conexiones entre sus piezas para poder llegar a la zona de peligro de la portería colchonera.

De esta manera, o hacía desesperar al contrincante o le robaba la pelota en campo contrario, lo que facilitaba mucho la creación de ocasiones de peligro, ya que la elaboración desde atrás nunca ha sido uno de los fuertes del conjunto madrileño. Ahora solo logra este objetivo por lapsos de tiempo muy cortos. En ocasiones logra robar el balón y lanzar un veloz contragolpe, pero en los últimos tiempos no aciertan con la meta contraria (véase partidos contra el Barcelona o contra la Roma).

Un Atleti sin un ritmo alto de presión es un equipo vulgar que puede ganar o perder pero que en ningún caso puede optar a grandes aspiraciones. Los delanteros son quienes empiezan la presión y los mediocampistas los que la rematan. Jugadores como Griezmann (fichado más tarde), Koke y Gabi han acumulado minutos sin apenas descanso desde que el técnico argentino llegó al Calderón. Los laterales también son indispensables a la hora de apretar al rival y Filipe Luis y Juanfran se encuentran en la misma situación que los tres antes mencionados. Por lo tanto el diagnóstico es fácil: hay cinco jugadores titulares que están fundidos tras correr un lustro detrás del balón y sin dosificar esfuerzos, ya que no solían tener recambios de garantías.

Además los jugadores que han ido renovando la plantilla, y que podrían mostrar mayor agresividad e ímpetu en labores de empuje no han resultado responder a ese perfil. A algunos ya se les conocía, como es el caso de Vietto o Gaitán. Otros como Thomas, Lucas, Carrasco o Correa están cumpliendo con las expectativas pero tampoco son perros de presa ni sobresalen en el plano táctico como, en su día, jugadores como Diego Costa, Raúl García o Tiago.

Con este escenario tenemos a un Atlético distinto, con diferentes piezas y con síntomas de cansancio acumulado en aquellos que siguen desde el principio. Por ello no es inteligente continuar con idéntica fórmula. Hay que adaptarse a las circunstancias y Simeone parece que solo lo intentó una vez. Cuando no puedes ejercer la presión asfixiante que te ha llevado a los buenos resultados has de querer relacionarte un poco más y mejor con el balón. Durante la temporada pasada se intentó en algunos partidos. Parecía que iba saliendo bien (con goleadas incluidas) pero las derrotas en el Pizjuán, Madrigal y Anoeta hicieron retornar a la misma apuesta a Simeone.

El entrenador argentino conoce mejor que nadie a su plantilla, pero parece no acertar con el modo para que ofrezca su mejor rendimiento. Quizás debería optar por no renunciar siempre al balón y buscar, con cabeza, el segundo gol tras adelantarse en el marcador. Encerrarse para cazar una contra es peligroso porque da alas al equipo de enfrente y ahora lo es más porque el Atleti en conjunto defiende peor. Y defiende peor por su peor estado físico. Los rivales llegan a las inmediaciones del área con mucha más facilidad que antes y pueden meter numerosos centros al área, a veces sin nadie encima para dificultar la acción. Algo inusitado en tiempos pasados.

Consecuencia de todo esto es que el Atleti está encajando más goles de los acostumbrados y los puntos vuelan. Es cierto que otros años partidos como el del Villarreal y el Qarabag en casa o el de Roma se ganaban. Pero no se puede estar siempre en el alambre. Queda patente que cuando los delanteros no convierten las tres o cuatro ocasiones que el equipo suele generar por partido solo se puede aspirar al empate. Y en ocasiones se ha percibido un conformismo en este aspecto.

Mantener un poco más la posesión de balón sin regalarla al contrario hace que pasen los minutos de manera más cómoda y ahora hay más recursos para hacerlo con la incursión de Thomas y el asentamiento de Correa. Se trataría de intentar conformar un modelo híbrido entre agazaparse en busca de una contra y manejar los partidos con el esférico en tu poder. Ahí es donde el entrenador debe reconocer los momentos de partido y la situación del rival y aplicar una u otra fórmula. Nada de ser tan radicales y hacer siempre lo mismo porque el equipo ya no puede hacerlo y porque los adversarios ya conocen el plan de los rojiblancos. Ya no sorprende a nadie.

Es cierto que la falta de gol es un problema capital. Griezmann se encuentra en su peor momento de juego (quizás parecido al que atravesó nada más llegar), pero también goleador. El galo parece más torpe al intentar conectar pases e incluso más lento. Y si no es Antoine el que anota, casi nadie lo hace. Vietto, Gameiro y Torres no parecen delanteros de garantías para un club de este nivel. Pero realmente el problema está en el bloque. Augusto Fernández podría haber sido una pieza importante, pero se ha pasado más tiempo lesionado que jugando. Ahora Simeone está dosificando a Gabi (puede que ya sea tarde), pero Koke está agotado. Aunque resulte paradójico, puede que le venga bien la lesión al vallecano para descansar de tanta competición intensa. Y si Saúl sigue este camino, le ocurrirá lo mismo.

La mala puntería, que los rivales acierten en las pocas ocasiones que concede el Atleti y el mal momento de su máxima estrella parecen ser claras causas de los malos resultados. Pero bajo todos estos síntomas hay un factor subyacente que responde a la falta de energía de los futbolistas. Los fichajes que vendrán en invierno ayudarán, pero ya será tarde para salvar la temporada. Simeone necesitará de piernas frescas para prolongar su exitosa carrera en el club sin modificar su modo de entender el juego. Para ello hace falta una plantilla más amplia con la que poder contar para dar descanso a los principales jugadores. Además, hará falta un centrocampista de categoría que sea capaz de mover al equipo, aguantar el balón y meter pases al hueco y en profundidad con cierta precisión.