Comienza el mes con la gira de Raúl Castro por el viejo continente. La primera parada le llevó hasta su apartada Rusia, tanto literal como en sentido figurado. Ambas naciones juntas celebraron el setenta aniversario de la victoria de la Segunda Guerra Mundial. Sin duda, una de las fotos más codiciadas por el mandatorio cubano, quien pretende enviar, claramente, un mensaje a EE.UU: “que sepas, Obama, que no estoy solo y que podría apañármelas si ti, que tengo a los rusos de mi lado”. Una foto más de “postureo” que de otra cosa. Ya en su momento, su hermano le dio la patada a los rusos por los venezolanos y ahora Raúl se la da a Venezuela por los EE.UU. La foto se ha tomado con algo de sorna y pitorreo por parte de los opositores cubanos estadounidenses, que aseguran que “Cuba y Rusia vuelven a estar de luna de miel”. Una relación de interés por parte de ambas naciones. Los rusos han asegurado que se modernizarán las fábricas que instalaron en Cuba hace años y que se caen a pedazos. A cambio, también han dejado caer el “gran potencial existente en el área económica de la Isla”. Claro, quieren su parte del pastel. Los 56 años que lleva Cuba parada la convierten en uno de los pocos rincones del planeta donde quedan casi todos los mercados por explotar, un pastelito.

La siguiente parada de Castro le llevó hasta el Vaticano, donde se entrevistó con el Papa Francisco I. Una parada obligada para agradecerle al Pontífice su papel mediador en las relaciones entre la Isla y EE.UU. Ha sido la segunda visita cubana desde la realizada por Fidel Castro a Juan Pablo II en 1996. “Un paso de gigante”, en palabras de Raúl Castro, tras la intransigencia de los comunistas hacia la Iglesia. Después de su encuentro con el Santo Padre, Raúl aseveró que “si el Papa sigue así, volveré a la Iglesia Católica”. Apenas 55 minutos que duró el encuentro bastaron al Papa Francisco I para devolverle la fe al cubano. Puede que en su próximo encuentro en septiembre, cuando el Pontífice visite la isla, tengan más tiempo para charlar y, quizá, hasta consiga donaciones de Raúl. La visita del Pontífice sería el tercer viaje papal al país en 17 años. En Miami continúan con la sorna; “tres papas en 17 años, ya es más de lo que ha conseguido el Ministerio de Agricultura de Cuba”.

De vuelta a su Finca, los Castro tuvieron que organizar todo para una visita histórica a Cuba. El presidente de Francia, François Hollande, se tomó la molestia de ser el primer presidente francés en pisar la isla. Aunque cuando los motivos son económicos nunca son molestias. Bajo el fuego de críticas de los opositores de Hollande, que califican la visita como “falta moral” y lo acusan de “complacencia con el régimen”, el galo se defendió asegurando que "el sentido del viaje no era dar un cheque en blanco a nadie”. Menos mal. Entre bambalinas ya se rumorea que hay algún contrato preparado para la nueva amiga Francia. Nadie quiere perder su parte del pastel.

Mientras, el pueblo cubano, más pendiente que nunca de la política internacional, continúa abandonando la Isla y llegando en oleadas al país de las oportunidades. Según fuentes gubernamentales, en estos primeros cinco meses ya se han acogido a la ley de ajuste cubano más cubanos que en todo el año 2014. Una situación a la que los medios norteamericanos denominan el Mariel Silencioso y para lo que no existía ninguna previsión por parte de la Administración de Obama. El resultado de las conversaciones entre ambos países está derivando en un éxodo masivo de cubanos de todas partes del mundo a EE.UU. Otra de las razones por la que los políticos del país, tanto demócratas como republicanos, están deseando terminar con la “dichosa” ley.

Los estadounidenses viven la nueva era entre Washington y La Habana de manera jovial. La Casa Blanca no descarta que Obama realice una visita oficial a Cuba. Un mes después del histórico saludo de ambos mandatarios en la Cumbre “borrascosa” de las Américas, EE.UU. sorprende con este anuncio. No se prevé para corto plazo, pero sí antes de que concluya el mandato del presidente norteamericano, el 20 de enero de 2016. La normalización de las relaciones entre las dos naciones es un proceso largo y el tira y afloja puede durar bastante. Entre las exigencias de Castro se encuentran levantar el embargo, según el régimen la culpa de todo mal de la Isla; que se les devuelva la base de Guantánamo o el restablecimiento de las relaciones bancarias. Extraoficialmente se ha comentado que Cuba ya está en conversaciones con un banco de la Florida. Eso sí, por el momento, Cuba no va a extraditar a ninguno de los suyos por los fraudes cometidos al servicio de salud norteamericano, valorados en millones de dólares. Mientras, Obama, ajeno a las rabietas de Raúl, ha autorizado los ferrys desde Florida a La Habana. Según el Departamento de Tesoro estadounidense, al menos seis compañías navieras, que se frotan las manos en estos momentos, han recibido permisos para realizar los viajes. Estos viajes por mar serían mucho más económicos que los aviones y permitirían llevar más equipaje. Ya se barajan cifras: alrededor de medio millón de turistas estadounidenses podrían viajar a la isla. Lo que se duda bastante es si Cuba estará preparada para semejante oleada. De hecho, por ahora, solo hay un puerto disponible para atracar los ferrys, que se encuentra en Mariel. Ningún otro punto de la isla tiene capacidad para ello. Y, claro está, si algún cubanoamericano se estaba haciendo ilusiones de viajar más barato a su país de origen, que se vaya olvidando. Ninguno de ellos podrá usar los ferrys. Es esa “dichosa” ley dictada por Castro que prohíbe a los cubanos entrar al país por mar. Es un pastel caprichoso.