El desempleo está por las nubes y nuestros presidentes no saben qué hacer. Pues ahora, ingeniosos que somos en América Latina, hemos importado y modificado varias industrias norteamericanas que prometen darnos empleos a todos y lo mejor del asunto, bien remunerados.

Uno de los nuevos proyecto se llama The People Walker en la que “paseantes”, igual que en Norteamérica, cobran entre siete y 21 dólares por acompañar a caminar a otra persona. La labor no es difícil y uno se divierte caminando en la ciudad y al mismo tiempo, haciendo su buena obra. En Estados Unidos, llevar a una anciana a sacar su medicina dura media hora. Pero en la seguridad social latinoamericana la espera es de treinta seis horas y entonces la persona acompañante hace una fortuna. Lo mismo pasa con acompañar a alguien a comprar café en Cuba. Con solo visitar los cientos de establecimientos que no lo tienen, el buen samaritano puede adquirir una balsa para huir del país. ¡Y ni de qué hablar con ir de shopping a los mercados de Caracas! La espera es tan larga que los acompañantes se mueren y heredan su trabajo a hijos y a nietos.

¿Quiénes necesitan alguien que los saque a pasear? Pues en Centroamérica, media población. Los acompañantes, que se llaman coyotes en esta área, llevan a sus compatriotas a cruzar la frontera y como los dejan tirados en el desierto, se toman en cuenta todas las horas en que se las pasan perdidos. Las maestras ticas que confiesan que no les gusta leer, es otro grupo que suele alquilar personas para que las lleven a las librerías. No compran ningún libro, pero así se toman fotos y las incluyen en su curriculum para que les aumenten los pluses salariales.

Otra propuesta del es el negocio de los abrazos. Cara cortada, por ejemplo, asistió a una fiesta de abrazos en El Salvador. Una treintena de personas pagaron 20 dólares para tocarse unos a otros sin intenciones sexuales. La idea es expresar el cariño que ya no encuentran en sus casas. Nayib Bukele lo ha promovido en El Salvador para terminar con la guerra de las maras. Después de abrazarse, los pandilleros no se vuelven a ver. Bukele dice que es que siguen dándose abrazos en el mas allá.

Otro programa promovido por es Rent a Friend, que solo en Estados Unidos cuenta con 600.000 amigos de alquiler. Los usurarios pagan entre 10 y 50 dólares la hora para contar con un amigo con quien conversar. A diferencia de las fiestas de abrazos, el contacto físico está prohibido. En Ecuador Correa hizo uso de este servicio y alquiló a Lenín Morero. En Argentina, Alberto Fernández alquiló a la Kirchner. Lo bueno de este programa es que después de pagarles el alquiler, uno puede mandar a estos amigos de regreso a la cárcel.

Así que sí estamos en bancarrota, sin trabajo y en la mera calle, busquemos participar en las nuevas industrias latinoamericanas. En Estados Unidos alquilan gente porque se sienten solos. Aquí porque estamos quebrados.